Nora Ephron la nombró “la heroína del lío más loco de todos los líos locos”, y si alguien sabía algo del tema era ella, que acabaría protagonizando el suyo propio.

El nombre de Sybil Williams seguramente no provocará nada en la mayoría de la gente, pero si se añade el dato de que es la mujer a la que Richard Burton dejó por Elizabeth Taylor, de pronto su figura adquiere un nuevo –y morboso- interés.

La historia es muy conocida por haber pasado a ser uno de los grandes romances del siglo XX: Richard Burton y Elizabeth Taylor se van a Roma a protagonizar Cleopatra, se enamoran locamente, se convierten en los adúlteros más famosos del mundo, dejan a sus parejas, se casan y se pasan los años de su matrimonio en una orgía de peleas y reconciliaciones, joyas como montañas, alcohol y constante escrutinio de la prensa. Pero, ¿qué pasó con los abandonados, con los cónyuges engañados? Es fácil rastrear al marido de Elizabeth, el cantante Eddie Fisher, pero no tanto a Sybil Burton, de soltera Williams. Sybil parecía la clásica esposa de famoso y madre abnegada. Galesa, como él, de orígenes humildes, había abandonado una incipiente carrera como actriz para casarse a los 19 años con un Richard Burton de 23, que prometía ya llegar a ser uno de los grandes intérpretes de su era. Trece años después, la promesa se había cumplido y Richard era una gran estrella que le ponía los cuernos a Sybil con regularidad. Ella parecía comprenderlo o al menos lo aceptaba de forma resignada. “Richard nunca me dejará”, aseguraba.

richard burton y su mujer sybil williams en 1960
Silver Screen Collection
Richard burton y su mujer Sybil Williams en 1960

Hasta que claro, lo hizo, y de la forma más pública y escandalosa posible. Tras el pifostio (traducción libre del “sticky mess” que usó Nora Ephron, arriba convertido en “lío loco”) que se montó con Liz y Dick, Sybil se encontró convertida a ojos de muchos en la víctima humillada, engañada por su marido y al cargo de dos niñas, la pequeña de ellas, Jessica, con un trastorno del espectro autista. El resto de su vida parecía estar ya escrito: como Richard se ocupaba de la manutención de las niñas y le había dado un millón de dólares en el acuerdo de divorcio, le quedaba retirarse a un segundo plano e ingresar en el club de las primeras esposas.

Pero en vez de eso, Sybil se mudó a Nueva York con un pl
an. Tiró de agenda, y una no se pasa años casada con uno de los actores más prestigiosos del mundo sin acumular algunos nombres de peso en ella. Julie Andrews, Stephen Sondheim o Leonard Bernstein fueron algunos de los 88 amigos que le prestaron 1.000 dólares cada uno, y en la primavera de 1965, en el local donde había estado el Morocco original, abrió junto a dos socios la discoteca Arthur. El nombre iba acorde con los tiempos: cuando le preguntaron a George Harrison por su peinado en A hard’s day night, había respondido que lo llamaba “el Arthur”. El club se convirtió en el lugar de moda en Manhattan; la noche de su inauguración Sybil fue fotografiada quemando la pista junto a Rudolf Nureyev. Tennessee Williams, Truman Capote o Liza Minnelli también serían habituales. Por decisión de Sybil, el lugar estaría abierto a todo tipo de público, especialmente a gente joven, de clase trabajadora, con poco presupuesto pero con ansias de modernidad.

sybil burton y jordan christopher tras su boda
Bettmann
Sybil Burton y Jordan Christopher tras su boda en 1965

Durante su reconversión en empresaria del ocio nocturno, Sybil contrató a un grupo de rock para actuar en el Arthur llamado The Wild Ones, porque le gustaba su aspecto, sin necesidad de escucharles tocar una nota (Richard Avedon la fotografió a hombros de sus miembros). Debió de gustarle especialmente el aspecto de su líder, Jordan Christopher, porque un mes después empezaron a salir. Poco después se casaron, y acabarían teniendo una hija, Amy. Fue muy comentado el detalle de que Christopher fuese once años menor que ella. Ese mismo año 65 la revista Life le dedicó un reportaje como ejemplo del nuevo modelo de mujer que había rehusado el papel de víctima doliente para reaparecer como luminaria de todas las fiestas, pionera de la modernidad que tanto llevaba a su hija Kate al dentista como auspiciaba el nacimiento de la cultura de los dj’s.

sybil burton y su hija kate
Bettmann
Sybil Burton y su hija Kate

Sybil acabó vendiendo el club en el 69, para centrarse en su amor por el teatro y las artes escénicas. En 1991 fundó, junto a Emma Walton (la hija de Julie Andrews) y su marido el Bay Street Theatre, una institución cultural en Long Island todavía en activo y con buena salud. Fue su directora artística durante 22 años.

Sybil Williams, después Sybil Burton, luego Sybil Christopher, falleció en 2013 a los 83 años. A veces en los márgenes de la historia encontramos tanta chicha como en los primeros planos.