«Te quiero, te quiero sin control, Mario, mi vida, ¡gracias!». Vicky Martín Berrocal (Sevilla, 1973) le regala estas palabras al fotógrafo de esta sesión mientras se despiden. Pura expresión desde las tripas, apasionada, de mirar de frente y no achantarse ante nada ni nadie, aunque a veces la procesión –y la profesión– vaya por dentro, posa como una diva de los 50 o, más bien, de 50, que son los que acaba de cumplir, feliz y en plenitud. Vicky es esa amiga virtual que nos ha acompañado toda la vida desde el papel y la pantalla, y ahora, desde su perfil de Instagram, donde cuenta con más de un millón de followers. Hace casi 20 años se atrevió con el diseño de trajes de flamenca, una labor que bordó –Harrods tuvo uno de ellos dos años en el escaparate–. Después llegaría Victoria, su firma de moda para grandes ocasiones. Es una de las empresarias y diseñadoras más polifacéticas. Ha sido actriz, monologuista, presentadora –ahora en El show de Bertín, con Bertín Osborne en Canal Sur–, y tiene una hija, Alba Díaz, fruto de su matrimonio con Manuel Díaz El Cordobés, a quien le sigue uniendo una relación ejemplar. Este es su año y lo celebra con un libro, La felicidad no tiene talla ni tiene edad, donde cuenta quién es, de dónde viene, y cómo ha llegado a comprender que todo está conectado.

vicky martin berrocal
Mario Sierra
Jersey de cuello alto de Mirto, falda transparente de Victoria Cimacevilla, ‘culotte’ de Intimissimi y zapatos de Aquazzura.

Dices que con tu libro quieres agradecer a las mujeres todo lo que te han dado a lo largo de tu vida.

Estoy en deuda con ellas. Ni en mil vidas podría agradecerles a todas. No son conscientes de todo lo que me han dado.

En él hablas de tu batalla con la báscula. ¿Empezar y abandonar dietas crea carácter? ¿Cuándo dijiste «basta»?

Me he pasado a dieta toda la vida, odio la palabra régimen. Empezaba a hacer deporte y a los tres meses abandonaba. Llego a un momento en el que no me podía levantar del sofá, me costaba caminar. Era agotador, como llevar una mochila de 22 kilos las 24 horas. Mi vida ha sido un efecto yoyó constante, por eso se titula así mi libro. Hace tres años empecé a cuidarme, me planteé que quería comer sano, y que el tiempo que me quedara quería estar lo mejor posible.

¿Qué te llevó a esa situación en bucle?

El estrés y muchos ataques de ansiedad. Trabajaba mucho, arrancaba muy temprano, y lo pagaba al llegar a casa. Me comía lo que me echaran por lo alto. Entendía que la comida era un premio, y me daba igual. Cuando sufres por amor o tienes ansiedad, no te da por ir a correr al Retiro. Te comes tres paquetes de galletas. Ahora, salgo el fin de semana, me tomo mi vino tinto, un postre, y no renuncio a nada. He aprendido a comer. El sobrepeso es una enfermedad, pero no la tratamos como tal. Todo está en la cabeza.

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Camisa de H&M, pantalón de Jorge Vázquez y salones de Jimmy Choo.

¿Y cómo se hace para educar al cerebro?

Igual que cuando tienes un problema de huesos, vas al traumatólogo, cuando tienes un malestar de ese tipo, debes ir al psicólogo o al psiquiatra. Yo he ido muchas veces y creo que hay que acudir incluso cuando estamos bien. La terapia debería ser obligatoria en nuestra vida.

Hay momentos que te impulsan, ¿no?

Eso es. Yo lo cuento en mi libro. A los 14 estaba planeando ir a mi primera fiesta de fin de año. Yo tenía entonces una talla 44, y fui con mi madre a una tienda de Sevilla para buscar un vestido. La señora de la tienda pensó que buscábamos algo para ella. Cuando le explicamos que era yo la que necesitaba un traje de fiesta, me respondió que para mí no había nada. Aquello me marcó, y ahí entendí que tenía que hacer todas las tallas y devolver el inmenso amor que he recibido de todas las mujeres. Me encanta la moda, me gusta embellecer a las mujeres, hacerlas sentir seguras y ser generosa con ellas.

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Chaqueta corta de esmoquin de Victoria, chaleco de Mango, pantalón de Zara y zapatos de charol de Dolce & Gabbana.


Un traje de flamenca ha de ser una pieza impecable, de precisión matemática. Fue un proyecto ambicioso que superaste con nota. ¿Por qué sientan tan bien tus diseños?

Yo estudio el cuerpo de la mujer real. Los referentes en mi vida han sido Sophia Loren, Ava Gardner, mi madre, Monica Bellucci, las mujeres de una vez, con curvas, reales, rotundas, sensuales... La hembra, eso es lo que yo defiendo. En moda, hay que ensalzar lo que te gusta y disimular lo que no te gusta. Los patrones y la costura deben ser perfectos, un menos es más. Me gusta dejar que tú y tu actitud seáis el mejor complemento, porque es el mejor posible.

¿Cuál crees tú que es el camino para lograr liberarnos de la dictadura de la perfección?

Ponernos delante del espejo y no juzgarnos, sino todo lo contrario. Ver lo jabatas que somos, porque nos enfrentamos al trabajo, a una casa, al amor, al desamor, a la educación de un hijo... Y ni muchísimo menos soportar que te juzguen o te señalen ni por más alta, gorda o flaca. Cuando hablamos mal de alguien, estamos hablando mal de nosotros. Lo único importante es lo que tú opines de ti, no lo que piense la gente. Si empiezas a mirarte, a gustarte, a aceptarte y a no juzgarte, no va a haber nadie que tenga el valor de hacerlo.

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Foto: Mario Sierra. Realización: Bárbara Garralda.
Top de Victoria Cimadevilla, pantalón y chaqueta de esmoquin en la mano, ambos de Mango, y salones de Steve Madden.

¿Y la mejor enseñanza que le has dado a tu hija?

Muchas cosas pero, sobre todo, que aprenda a decir no. Cuando no quieres algo o no te gusta, no hay que darle una segunda oportunidad, no vale. Si no estás feliz en el amor, hay que irse. A todas las señoras que me leen y que dicen que no las tratan bien, que ya no las miran, las animo a dar ese paso. Donde no puedas amar y donde no te amen, no te quedes. La vida te va a dar siempre una nueva oportunidad.

Parece que has sufrido lo indecible por amor...

Mucho, muchísimo. Y antes lloraba mucho por ello. Siempre le contaba mis penas y dramas a Jesús Quintero, que me recogía en la puerta de la tienda. Me decía que cuando estoy en una relación, doy tanto que me olvido de mi propia vida. Y es que, en el amor, parece que has aprendido, pero siempre estás en el punto de partida. Cuando te enamoras hasta las trancas, es como la primera vez. Hay que jugarlo bien, porque no todo vale. El amor no puede con todo.

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Capa con estampado de leopardo de Dolce&Gabbana.



    Headshot of Amelia Larrañaga

    Periodista especializada en belleza, bienestar y estilo de vida desde hace más de 25 años. Desde que se licenció en Periodismo en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense, ha escrito para medios como Elle, Vogue, Woman, Yo Dona, Mujer Hoy, Elle Gourmet o Harper’s Bazaar.  Dentro del mundo de la belleza, es experta en peinados, cortes de pelo y cabello en general (en una alfombra roja, no se le escapa el más discreto de los postizos ni el más escondido de los trucos) y lo sabe todo acerca de color y las últimas tendencias capilares, gracias a que se tituló en Peluquería en la Academia Guallar de San Sebastián mucho antes de estudiar periodismo.  Si no hubiera sido reportera, le hubiera gustado ser antropóloga o socióloga, por eso disfruta como una niña con ensayos que le ayuden a entender mejor al ser humano y su conducta, individual y en masa, o entrevistando a los expertos para sus artículos sobre psicología y tendencias sociales. Probadora profesional de experiencias, es capaz de sumarse a cualquiera de sus valientes retos “30 días sin…” para luego contar cómo es transitar durante un mes fuera de su zona de confort.