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Teniendo en cuenta al simplicidad de su diseño, cuesta traer a la mente una prenda más sencilla y anodina, en principio, que la típica camiseta blanca con tirantes. Ni siquiera su nomenclatura más fashion –tank top, ya sabemos– puede esconder la austeridad y absoluta ausencia de cualquier elemento creativo o superfluo de su silueta. Por eso resulta realmente fascinante describir todo el camino recorrido por esta especie de lienzo en blanco hasta convertirse hoy en una pieza digna se estatus cool gracias a firmas como Gucci o Fendi.
Este tipo de camiseta, que en nuestro país nos recuerda a esas camisetas de ropa interior típicas masculinas propias de firmas míticas como Abanderado o Ferry's tienen un origen no muy definido. Pero lo que sí parece seguro es que algunos soldados de ejércitos que participaron en la I Guerra Mundial ya la usaban con el fin de lograr algo de calor y comodidad bajo sus robustos uniformes militares.
Del ejército a las piscinas de competición
Un tiempo después, ya en la década de los. años 20, el tank top se convirtió en una prenda bastante habitual en la vestimenta de los hombres de latitudes cálidas y tropicales. Y es que su escasez de tejido ofrecía un inusual frescor solo comparable a la desnudez del torso, algo no siempre visto ni apropiado según los códigos de vestimenta.
Allá por los años 30 y 40, esta camiseta adoptó ese aire deportivo que, en cierto modo, aún mantiene, acompañando a atletas y nadadores agradecidos por la liberación en sus movimientos que le proporcionaba este tipo de silueta. Su parte trasera inspiró, por cierto, lo que luego se conocería como 'espalda nadadora' en los bañadores y tops deportivos femeninos.
De la rebeldía y sensualidad masculinas al lujo femenino
Pero fue en los años 50 y 60 cuando el tank top adquirió una nueva relevancia como prenda de moda, distanciándose de sus orígenes prosaicos y utilitarios e iniciando ese camino para convertirse de secundario a absoluto protagonista. Hablamos de unas décadas en las que iconos masculinos del cine de entonces (y de siempre) como Marlon Brandon y James Dean, lucían este tipo de camiseta como herramientas para potenciar esa sensualidad y espíritu rebelde que los convirtió en mitos sexuales.
Con la llegada del movimiento hippy de los años 60, esta camiseta comenzó a ser también lucida por las mujeres, y dio un giro inesperado como pieza unisex y símbolo de la ansiada libertad que se mantuvo, aunque transformada, durante la siguiente década. En los 70 el tank top ya se combinaba con brillos en la mítica discoteca Studio 54, y hacia los 80 también fue adoptada por las estéticas punk y grunge. De hecho, el enorme revival en clave de lujo que ha experimentado en los últimos años se lo debemos en parte a Bottega Veneta y esa versión grunge en clave chic encarnada sobre la pasarela por Kate Moss sobre la pasarela del desfile F/W 23 de la firma italiana.
El minimalismo noventero y de los primeros 2000 potenció la elegancia sencilla y carácter versátil del tank top –Helmut Lang fue su mayor exponente–, convirtiéndose en el básico preferido de estrellas de la época como Britney Spears o Paris Hilton, quienes los combinaban sin pudor con 'bolsazos' de Chanel o Louis Vuitton.
Hoy, estas camisetas blancas con tirantes han alcanzado el rango fashion por derecho propio gracias al impulso que, desde hace varias temporadas, le están dando las firmas de lujo. Primero fueron Dsquared2 y la ya mencionada Bottega Veneta, y desde entonces ya no existe una temporada de desfiles en la que esta pieza, quintaesencia de la simplicidad y, al mismo tiempo, de la elegancia más sencilla y relajada, no aparezca sobre la pasarela versionada por firmas top como Loewe, Stella McCartney Prada y que, con sus discretos logos o potentes mensajes, han hecho de ellas un must de lujo (y a precios de idem).
