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La moda genderless ya no pilla por sorpresa a nadie. El mundo de la moda lleva años fraguando esta revolución no solo del armario, sino cultural y, sobre todo, social. Aunque podríamos hablar de iconos queer, andróginos y descarados de los años 60 y 70, desde el 2010 ha ido cogiendo cada vez más fuerza y, a día de hoy, se consolida con orgullo y seguridad. Desde Carolina Yuste a Bad Bunny, analizamos por qué la moda "sin género" está más fuerte que nunca.
Los orígenes de la moda genderless
La moda genderless no se concibió siempre como una novedad. En la antigua Grecia y Roma, por ejemplo, tanto hombres como mujeres usaban túnicas y togas de cortes similares. En Asia, el kimono en Japón o el hanbok en Corea han sido tradicionalmente prendas sin una clara distinción de género en sus formas básicas. Sin embargo, a medida que la sociedad avanzaba e iba separando cada vez más los roles de hombres y mujeres, también se empezaban a distinguir más los estándares de vestimenta en cuanto al género (y lo que se esperaba de ese género). Así, a lo largo de la historia moderna y contemporánea, el vestuario se ha visto marcado por un gran binarismo, sobre todo a partir del siglo XIX, cuando la Revolución Industrial trajo cambios drásticos en la sociedad y consolidó una separación más marcada entre la ropa masculina y femenina.
Durante la época victoriana, por ejemplo, la vestimenta femenina se convirtió en un símbolo de recato y subordinación. Las mujeres estaban obligadas a usar corsés para marcar la cintura y reforzar una silueta "ideal", aunque las prendas voluminosas dificultasen el movimiento. La ropa masculina, en cambio, reflejaba poder y practicidad, con cortes funcionales y colores neutros. Este contraste extremo consolidó la percepción de que la moda debía diferenciar claramente a los géneros.
Habría figuras notables, como George Sand, la escritora francesa que vestía trajes masculinos como una declaración de independencia en una sociedad dominada por hombres, o Amlia Bloomer (te sonarán las bloomers girls), una activista feminista y editora estadounidense que desafió las normas de vestimenta de su tiempo al promover un estilo de ropa más funcional para las mujeres, como el uso de pantalones.
En el siglo XX el concepto de la moda sin género empezó a tomar fuerza, en gran medida gracias a diseñadores y referentes icónicos. Por un lado, Coco Chanel revolucionó el vestuario femenino en los años 20 al popularizar el uso de pantalones, chalecos y cortes inspirados en la sastrería masculina, otorgando a las mujeres una nueva libertad de movimiento. Años más tarde, en los 30, la actriz Marlene Dietrich hizo historia al lucir esmoquin en eventos públicos, desafiando las normas de feminidad impuestas en Hollywood.
Otro momento esencial se daría en los años 50, con la aparición de los "Teddy Boys" en el Reino Unido. Se trataba de un movimiento juvenil que, aunque predominantemente masculino, incorporaba elementos extravagantes en su vestimenta, como chaquetas largas de terciopelo y zapatos puntiagudos, desdibujando la tradicional imagen del hombre rudo. Paralelamente, artistas reconocidísimos como Elvis Presley o Little Richard añadieron maquillaje y prendas brillantes a sus estilos, desafiando los códigos masculinos de la época y sentando las bases para la explosión de la moda andrógina en las décadas siguientes.
La máxima expresión del siglo XX la encontraríamos años más tarde, con el éxito de cantantes como David Bowie, Prince y Grace Jones. Estos desafiaron los códigos de vestimenta tradicionales con looks andróginos que fusionaban elementos masculinos y femeninos. Bowie, con su alter ego Ziggy Stardust, llevaba maquillaje, monos ajustados y tacones, mientras que Jones hacía de los trajes estructurados y las siluetas ambiguas su firma personal. En el mundo del rock de los 90, artistas de la talla de Kurt Cobain abrieron un gran camino en este sentido, subiéndose al escenario con vestidos femeninos, cuestionando así la rigidez del estilo masculino.
Durante esta época, no sólo el mundo del entretenimiento dio paso a un mundo en el que explorar, cuestionar y divertirse, también la moda comenzó a abrir paso, revolucionarse y educar. Diseñadores como Jean-Paul Gaultier y Vivienne Westwood empezaron a jugar con prendas sin distinción de género, introduciendo faldas para hombres y reinterpretando el traje femenino.
La moda genderless hoy
Actualmente, la moda sin género o moda genderless ha dejado de ser una transgresión para convertirse en un movimiento consolidado tanto en la industria como en la cultura popular. Reconocidas celebrities como Harry Styles, Bad Bunny, Billy Porter o Lil Nas se han dejado ver con prendas tradicionalmente femeninas en eventos muy importantes, desafiando la norma de que la vestimenta debe ajustarse a un género específico. La icónica portada de Vogue de 2020, en la que Styles posó con un vestido de Gucci, marcó un punto de inflexión en la aceptación de la moda sin género en el mainstream. Bad Bunny, por su parte, ha utilizado su influencia en la música urbana para normalizar el uso de faldas, uñas pintadas y piezas andróginas en el reguetón, un género históricamente dominado por la masculinidad tradicional. Recordemos también su portada de Harpers Bazaar en 2022 con su total look de vestido de vuelo y blazer entallada. Momentos clave que impulsaron y viraron por completo el rumbo de la moda tal y como la conocemos.
En el lado femenino, figuras como Zendaya, Janelle Monáe, Kristen Stewart y Tilda Swinton han desdibujado las líneas entre lo masculino y lo femenino con trajes de sastrería, siluetas minimalistas y looks de inspiración andrógina. Han dejado claro que pueden seguir siendo mujeres sexys, explosivas y seguras de sí mismas vistiendo prendas tradicionalmente masculinas. Zendaya, en particular, ha trabajado con diseñadores como Haider Ackermann y Law Roach para construir un estilo fluido que oscila entre la sofisticación masculina y la feminidad clásica. Kristen Stewart, por su lado, es experta en desdibujar las líneas del género, experimentando con prendas más abiertamente masculinas y haciéndolas suyas, deshaciendo las reglas de la moda y rehaciéndolas desde una perspectiva más contemporánea, menos convencional, looks que se adapten a ella y no al revés.
En el panorama nacional, Carolina Yuste nos ha dado un claro ejemplo muy reciente. En la gala de los Goya 2025, se dejó ver con un conjunto de lo más transgresor firmado por Alexander McQueen. Te puede gustar más o menos, pero lo cierto es que supo combinar a la perfección las prendas y cortes más masculinos con la feminidad de la silueta marcada y el vestido de gasa que sobresalía por debajo para, finalmente, mostrase cómoda, feliz y segura de sí misma.
En las pasarelas, marcas como Gucci, Balenciaga, Rick Owens y Loewe han apostado por colecciones unisex, eliminando las barreras entre lo que se considera ropa de hombre o de mujer y promoviendo una expresión libre de identidad.
Más allá de la alfombra roja, la moda genderless ha permeado en la cultura joven y en las redes sociales, donde las nuevas generaciones adoptan cada vez más prendas sin etiquetas de género. En este contexto, la ropa deja de ser un simple reflejo de normas impuestas y se convierte en una herramienta de autoexpresión, libertad e inclusión, redefiniendo el futuro de la moda como un espacio donde la identidad prevalece sobre la tradición.
Y no hay mayor reflejo de esto que el streetstyle, un mero resultado de lo que se cuece social y culturamente hablando. Juanjo Bañón, Design Director de EME Studios (marca española referente en moda sin género) nos confirma el establecimiento de la moda genderless en las calles, más allá de pasarelas y celebrities: "creo que muchas de las grandes celebrities han conseguido que la sociedad vea la moda como algo unisex, dándole seguridad a todas esas personas que siempre la han necesitado para promulgar su estilo sin que nadie les critique".
Sin ir más lejos, un síntoma de lo más inocente que lo demuestra: Courir, líder en "zapatillas de moda", anuncia que el color rosa inunda el calzado masculino en 2025, rompiendo las barreras de género sin sentido que existían alrededor de los colores. "El problema está en las personas que aun conciben los colores de esta manera. Creo que lo que más ha favorecido a este movimiento es la fuerza y representación tan notable que se esta produciendo a traves del movimniento LGTBI+ sobre la luchas y normalización de las supuestas normas sociales impuestas", opina el Design Director de EME Studios.
Si bien la generación Z han impulsado con mucha fuerza este movimiento, normalizándolo y otorgando una mayor fluidez a la vestimenta, la moda sin género no entiende de edad. "Es algo que, por suerte, se viene luchando desde hace tiempo y que ha cogido su efervescencia gracias al momento en el que estamos. Se ha dejado de definir a los estereotipos sociales haciendo que las personas cada vez tengan mayor libertar en elegir su estilo propio", explica Juanjo Bañón.
Cierto es que la generación Z cuenta con mayores valores de diversidad e inclusión, otorgando una visión de la identidad de género más flexible que las generaciones anteriores. Y plataformas como TikTok han ayudado a democratizar y viralizar esta tendencia a una mayor velocidad. Pero no estaríamos donde nos encontramos ahora si no fuese por fuertes referentes anteriores que decidieron saltarse las normas, jugar con los patrones establecidos y divertirse, creando sus propios estilos e identidades: Billy Porter, Tilda Swinton, David Bowie, Jean-Paul Gaultier, Vivienne Westwood, Jonathan Anderson...
Al final, la esencia de la moda genderless radica en la expresión personal, la libertad y la eliminación de etiquetas impuestas. No es una tendencia más, sino un síntoma de que la sociedad está cambiando y la moda (como otros ámbitos) debe adaptarse a estas necesidades. Es un reflejo del estilo propio de cada uno, de la fluidez (en contraste con la tradicional rigidez) con la que deberíamos tratar nuestra identidad y de la importancia del respeto y la diversidad como valores.
Prendas genderless con las que deshacerte de las etiquetas
Graduada en Filología Hispánica y especializada en marketing digital y comunicación de moda, belleza y lifestyle, Carolina vive su sueño como colaboradora para Elle y desarrolla asimismo su labor de PR para firmas de moda y gastro. Se considera una verdadera experta en tendencias, descubrimientos beauty y restaurantes de moda. La lectura, el fitness, Friends y sus gatos son algunas de sus pasiones favoritas, y Bélgica su segunda casa.