• Dice la Rae que la euforia es: Entusiasmo o alegría intensos con tendencia al optimismo.

Llegó la euforia, la primera emoción positiva de la que hablamos. O puede que no tanto.

La euforia no deja de ser una emoción que demuestra un estado de exaltación máxima, y en general, para tener un estado de ánimo equilibrado, los extremos no son buenos.

Lo sé, suena aburrido, pero es así.

Hablemos primero de la euforia desde un punto de vista positivo.

Cuando por fin aprendes a entender que la ropa es una herramienta para gestionar tus emociones diarias, experimentas una sensación de control que nunca habías tenido con las prendas de tu armario. El día que entiendes esto, asumes que cuanto más pienses y planifiques, mejor te sentirás cuando te vistas.

En estos años, he hablado con muchas mujeres, y todas me han transmitido de una o de otra forma, la sensación de desazón que les producía, ese sentimiento de no controlar cómo vestían, de no entender los resortes que las hacían meter y sacar ropa de su armario sin freno, y que por mucho que esto lo hiciesen de forma automatizada, no conseguían sentirse bien y a gusto con su forma de vestir. Todo esto se debe a que cuando nos vestimos nos centramos en estímulos ajenos y no propios.

El cuerpo de otras, la vecina, la influencer, la madre, la amiga…

El estilo de otras…

La vida de otras…

El presupuesto de otras…

El día que nos abrimos a entender nuestras emociones y estudiamos su relación con nuestra forma de vestir nuestro cuerpo, es el día en el que aprendemos que, para vestirnos, hay que mirar para dentro, hacia nosotras mismas y no al universo de cuerpos, prendas y estilos ajenos.

La euforia puede ser una consecuencia de esa toma de consciencia.

Pero también está esa otra euforia. La euforia instantánea y momentánea que sientes al adquirir una prenda. Ese momento de subidón cuando termina una boda con Flying Free y saltas chillando a todo volumen. Una euforia que desaparece rápido y que te empuja a terrenos pantanosos. Como cuando termina la canción y empieza con un horrible bajón de la cantidad de alcohol que has bebido y un monstruoso dolor de pies, la vuelta a casa.

Detrás de un momento de máxima exaltación, siempre viene un momento de bajón.

Sigo pensando en una forma de sentir una euforia saludable cuando se trata de moda y creo que los momentos más felices relacionados con mi armario en los últimos años, se pueden dividir en dos caminos sostenibles.

El primero, cuando consigo reutilizar una prenda y he estado a punto de comprar. Yo en el día a día, tengo dominada la compra por impulso, pero los eventos extraños, aquellos que no son BBC y que ocurren con menos asiduidad como una fiesta de esmoquin, todavía me perturban. Tengo prendas en el armario más que de sobra para hacer frente a este tipo de fiesta, si no calculo mal unos 3 looks, pero como es un terreno inexplorado, la inseguridad de lo desconocido, siempre da pie al pensamiento de que comprando algo nuevo resolverás un problema viejo, que es que la compra no pone remedio a la inseguridad. Así que hago lo que tengo que hacer, me sereno, me pruebo los looks, pienso en el lugar de la fiesta y en los anfitriones, y elijo uno de los tres looks que ya tenía en el armario. Son prendas no habituales, por lo que sumar un uso más a cada una de ellas, es un éxito que me produce la suficiente excitación como para estar cercana a la euforia.

Otra forma de sentir euforia de forma saludable es cuando consigues un capricho que previamente has analizado que vas a utilizar lo suficiente, en una web de segunda mano, con más de un 50% de descuento de su precio habitual y nuevo ya sea de esta temporada o de una anterior. Ahí la primera emoción que experimento es de éxito triple; ahorro, nuevo y segundo uso, para más tarde seguir sintiendo ese gusanillo que me lleva a experimentar algo muy cercano a la euforia emocionalmente sostenible.

Headshot of Patricia Eguidazu

Patricia Eguidazu es experta en comunicación de moda. Para ella, cada mujer debería tener unas prendas muy concretas en función de su cuerpo, mensaje y estilo de vida y por supuesto cree que no todas las prendas son para todas las mujeres. Con el fin de ayudar a las mujeres a conseguirlo, ha desarrollado el Método TriziaZu en el que a base de trabajar quién eres, consigue que entiendas lo que necesitas. ¿Su objetivo? Que compres lo justo y necesario para ti, sin frustración y que te veas bien.

Para Patricia, todo este proceso de autoconocimiento te llevará sin pretenderlo en un primer momento, a ser más sostenible.

Patricia Eguidazu se graduó en ADE en Cunef para después cursar un Máster sobre gestión y comunicación de empresas de moda en el Istituto Marangoni de Londres. Desde entonces ha trabajado en departamentos de comunicación internacional, producción audiovisual, marketing y ventas.

Con una trayectoria de veinte años en la industria de la moda, hace quince años empezó a impartir clases en grados y másters de diseño de moda, tarea que compaginó durante diez años con sus otros trabajos. Ha emprendido varias veces, hace tres años lanzó el Método TriziaZu, y fue entonces gracias al éxito cosechado (6000 mujeres han hecho sus cursos), cuando lo dejó todo para centrarse en este proyecto con el que enseña a las mujeres a vestir y a comprar de forma racional gracias a la gestión de sus emociones.