A tan solo veinte minutos de Santiago de Compostela se esconde Noia, una joya medieval donde cada calle parece susurrar historias de navegantes, carpinteros de ribera y viejas maldiciones. Aquí, el tiempo se detiene entre sus plazas mientras la brisa de la ría acaricia un casco histórico que invita a perderse y a disfrutar de su gastronomía.

La mejor manera de sacarle todo el partido a esta pequeña villa es comenzar tu visita en el paseo marítimo, donde no solo podrás dejar tu coche, sino que también podrás disfrutar de una caminata con vistas a la Ría de Muros y Noia. Este es el mejor punto de partida para conocer mejor la historia de esta villa marinera que vivió su época de mayor esplendor durante el siglo XIV gracias en parte a esta salida al mar y su puerto, hoy en día desaparecido.

El puerto de Noia, conocido también como Portus Apostoli, fue el punto de conexión perfecto entre el mar y Santiago de Compostela. Por ello, Noia se constituyó como puerta de entrada de muchos peregrinos que llegaban de allende los mares hasta la tumba del apóstol.

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Museo Laudas Gremiais, en Noia (Galicia)

Las fascinantes laudas gremiales de Noia

Se sabe de la llegada de peregrinos hasta Noia gracias a las sepulturas medievales adornadas con símbolos que representaban las profesiones de los fallecidos o su estatus social, conocidas como las laudas gremiales. Estos restos medievales son únicos en el mundo, y solo pueden verse en la iglesia de Santa María a Nova de Noia. De las 200 que llegaron hasta nuestros días, en dos pueden verse la representación de un peregrino.

De aquel momento de gloria sobrevive la imponente iglesia de San Martín, construida en el 1434 y que guarda una historia negra que todavía hoy se cuenta en el pueblo. Desde la plaza del Tepal se otea la entrada a este templo de estilo gótico marinero, cuyo pórtico de entrada evoca al mismísimo Pórtico de la Gloria del Maestro Mateo. Pero si hay algo que hace destacar esta iglesia, es que parece estar inacabada, ya que consta solo de una torre.

Y aquí es donde la historia y la leyenda se mezclan, como solo los gallegos saben hacer. La historia narra que la creciente fama que ganó Noia durante la Edad Media desató la envidia de la curia compostelana por lo que el Arzobispado de Santiago prohibió terminar la construcción de la segunda torre del campanario para evitar que esta humilde iglesia de pueblo pudiera robar protagonismo a la Catedral de Santiago.

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Pórtico de la iglesia de San Martiño, en Noia

Sin embargo, la fábula va un poco más allá. Cuenta la leyenda que desde Santiago se lanzó una maldición sobre la iglesia de San Martín, que condenaba a un trágico final a todo aquel que osara terminar la segunda torre del campanario. El primero en sufrir las consecuencias de este meigallo fue un maestro cantero que intentó levantar la segunda torre para dar por rematada la construcción, y también encontró su final ante la osadía de desafiar a la maldición.

Pero la más reciente víctima de esta leyenda fue el director de cine Claudio Guerrín. En 1973, Guerrín se encontraba en Noia grabando su película “Las campanas del infierno”. Como parte de la ambientación para el filme Guerrín mandó construir la segunda torre del campanario en cartón piedra, para que así San Martín luciera terminada. Durante el rodaje de la última escena de la película Guerrín subió hasta el tejado de la iglesia para colocar la cámara en el plano exacto que necesitaba. Allí, en lo alto de San Martín, dio un traspié y se precipitó al vacío. Desde ese momento nadie ha osado levantar de nuevo la torre del campanario.

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Empanada de millo, para terminar con buen sabor de boca

Tras perderte por las calles y los soportales de Noia, es imposible que no se levante el hambre. Si ya has estado en Galicia, pensarás que la empanada solo tiene un tipo de masa, y que ya no pueden sorprenderte. Pero Noia tiene, todavía, un as bajo la manga para que te quedes con ganas de volver: la empanada de millo.

Típica de la comarca del Barbanza, la peculiaridad de esta empanada se encuentra en la masa, hecha principalmente de harina de maíz, y centeno que le aporta una textura y sabores únicos.

¿El relleno? Pues el que haya en el momento; pueden ser xoubiñas (sardinitas), berberechos —el marisco típico de la zona—, lo que es seguro es que repetirás y probablemente te lleves un trozo para la merienda. Si me preguntan a mí, el mejor sitio para disfrutar de este manjar en el pueblo es A Taberna de Lelo, o A Tasca Típica. Paradas (casi) obligadas para quien recala en Noia.