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Si hay un festejo que se vive en España de manera intensa y especial; que desata las emociones de propios y extraños y en la que convergen jóvenes y mayores, creyentes y no creyentes, personas de todas razas, credos e ideologías, esa es la Semana Santa. En diferentes puntos de España, la gente se vuelca en el rugir de los tambores, en el paso de las esculturas religiosas, en la decoración con flores, en el arrobo del momento.
Cada ciudad de nuestra geografía lo celebra de una manera distinta, pero sin lugar a dudas la Semana Santa más popular es la sevillana, que ha sido declarada de Interés Turístico Internacional. Las velas, los cofrades, el ambiente religioso... volverán a vestir las calles hispalenses entre el 13 y el 20 de abril, una ocasión perfecta para regresar a Sevilla, conocer sus muchos encantos y dejarse deslumbrar por el encanto de estas fiestas.
National Geographic, uno de los medios especialistas en viajes más importantes, ha seleccionado Sevilla como uno de los destinos recomendados para viajar el mes que viene. Señala su Semana Santa como un acontecimiento de nivel mundial, cultural y antropológico, que fascina "incluso a los no creyentes". Por estos motivos propone viajar a Sevilla:
"Acérquese a esta soleada ciudad del sur de España para vivir sus famosas celebraciones de Semana Santa, en las que se suceden innumerables y coloridas procesiones a lo largo de cada día. Esta Semana Santa, que une los dos domingos previos a la Pascua, es uno de los acontecimientos anuales más solicitados de toda España y atrae tanto a devotos lugareños como a viajeros de todo el mundo.
Con sus raíces en el siglo XVI, la Semana Santa era, como lo es hoy, una forma de que las cofradías ordenadas celebraran la pasión y muerte de Cristo organizando procesiones como muestra de su dedicación religiosa. Hasta hoy, sus grandes muestras de fe, junto al redoble de tambores y la quema de incienso, confieren a Sevilla un ambiente electrizante del que disfrutan incluso los no creyentes".
Semana Santa en Sevilla: arte y devoción
En Sevilla, la Semana Santa mezcla arte, devoción, colorido, música y, cómo no, gastronomía. Es una fiesta muy vistosa y conmovedora cuyo origen se remonta al siglo XVI y cuyo eje son, cómo no, las procesiones. Más de 70 hermandades y cofradías salen a la calle -tras una preparación que puede llevarles el año completo- agrupando a alrededor de 50.000 nazarenos, mientras los costaleros cargan los pasos sobre sus espaldas.
La emoción corre a raudales. Cada cofradía sale de su iglesia con su propio recorrido y uno de los momentos más intensos son las interpretaciones de las saetas a las vírgenes y santos desde las balconadas repletas de gente. La madrugada del Jueves al Viernes Santo (la Madrugá) es el momento más importante de la Semana Santa de Sevilla. Esa noche salen algunas de las imágenes más veneradas como el Jesús del Gran Poder, la Macarena, la Esperanza de Triana o el Cristo de los Gitanos.
Por lo general las procesiones suelen celebrarse por la tarde, a partir de las 17 h y se prorrogan hasta la medianoche o la 1 de la mañana, aunque el ambientazo dura toda la noche. Todas ellas van envueltas en un silencio sobrecogedor, solo roto por las saetas, los llantos de los fieles, algún que otro aplauso y el aroma envolvente de las flores que adornan las calles.
Sevilla, una joya en cualquier tiempo
La Semana Santa es uno de los momentos claves del año sevillano, y es posible que visitar la ciudad resulte algo más incómodo de la cuenta por la cantidad de gente que baña sus calles, pero si has viajado hasta allí no debes limitarte solo a los pasos y las saetas sino que tienes que visitar su impresionante monumentalidad.
Basta recorrer los pocos metros que separan la Giralda, la Catedral y el Real Alcázar para sumergirse en su historia. La Giralda, emblema de la ciudad, ofrece desde su mirador unas impresionantes vistas de Sevilla, con el característico patio de naranjos andaluz y la imponente Catedral, el mayor templo gótico de Europa. El Real Alcázar, por su parte, deslumbra con su conjunto palaciego repleto de detalles arquitectónicos. En verano, es imprescindible aprovechar las visitas nocturnas y el festival celebrado en sus jardines, que añaden un toque mágico a la experiencia.
Pero Sevilla es mucho más que su patrimonio monumental. Es una ciudad vibrante que se disfruta al aire libre en lugares emblemáticos como la majestuosa Plaza de España, el verde Parque de María Luisa o las modernas Setas. Para vivir el auténtico ambiente sevillano, nada como un recorrido de tapas por barrios con personalidad propia como Alameda, Macarena, Nervión, Los Remedios o Triana.
Entre las delicias imprescindibles están el pescaíto en adobo, los montaditos y los caracoles, acompañados de un fino, una manzanilla o una cerveza bien fría. Cada rincón de Sevilla invita a descubrir su esencia, mezcla de tradición, historia y alegría y parece que luce aún más hermosa en Semana Santa. No te la pierdas.