• Algunas como el islote de Aeroso (Pontevedra) o Espalmador (Formentera) no tienen nada que envidiarle a las aguas del Caribe.
  • Aunque son las menos conocidas, la Graciosa e isla de Lobos demuestran que las opciones en Canarias son infinitas.

Un fin de semana cultural en Palma, las calas cristalinas de Menorca, el espíritu ‘slow’ de Formentera, las interminables playas salvajes de Fuerteventura, una ruta por la incombustible Gran Canaria Cada año, nuestras islas se convierten en el idilio vacacional de millones de turistas extranjeros, patrios avispados y los que poco a poco vamos tomando nota. En nuestras aguas hay belleza y planes para aburrir… y esto no siempre implica un cúmulo de costes y kilómetros.

Tampoco tendrás que coger ningún avión. Hemos seleccionado muchas de las islas esparcidas frente a las costas españolas que son perfectas para conquistar durante el día y regresar a nuestro campamento base al atardecer. Y aunque en muchas podrás hacer noche, una visita exprés vale para constatar que las playas salvajes, las propuestas gastronómicas, los fondos para el buceo y las vistas imprescindibles no tienen fin, aunque a veces haya que poner agua de por medio.

playas islas españolas


Tabarca (Alicante)

Para probar el auténtico caldero tabarquino hay que embarcarse y recorrer las tres millas náuticas que separan Tabarca del cabo de Santa Pola. Es la única isla habitada de la Comunidad Valenciana –no llegan a 60 vecinos en invierno– pero durante los meses de más calor atrae a turistas deseosos por recorrer los entresijos de esta ciudad amurallada. Será prácticamente imposible no toparse con su iglesia y su plaza mayor, y obligatorio peregrinar hasta su faro. Que no falten los baños en sus calas para adentrarnos en un espectáculo que empieza con posidonia y peces y acaba en su Cova del llop marí.

Cómo llegar: lo más rápido es hacerlo desde Santa Pola aunque también zarpan embarcaciones de otros puntos como Alicante o Benidorm.

Islas Columbretes (Castellón)

Cuando decidimos compartir nuestros 10 imprescindibles en Peñíscola, la excursión a las Columbretes ocupaba los primeros puestos en nuestra lista y aunque la conforman varios grupos de islotes, l’Illa Grossa es la gran protagonista verano tras verano. Las encontrarás a 30 millas de la costa, lo que se traduce en unas dos horas de travesía. Ante nuestros ojos, los restos de un antiguo cráter que hoy mantiene su curiosa forma de elipse. Disfrutar de una visita guiada hasta su faro puede completarse con una sesión de esnórquel o submarinismo para descubrir de primera mano este santuario de flora y fauna subacuática.

Cómo llegar: lo más común es hacerlo en catamarán desde Castellón, Oropesa o Peñíscola, aunque también se ofrecen travesías en velero. Todas las opciones, aquí.

Islas Cíes (Pontevedra)

Las Cíes es uno de esos destinos que provocan siempre la misma reacción: ¿por qué he tardado tantos años en llegar aquí? The Guardian dijo en 2007 que su playa de la Roda era la mejor del mundo. No lo vamos a rebatir. Lo que sí podemos asegurar es que este entorno protegido del Parque Nacional Illas Atlánticas forma uno de los espacios más privilegiados del territorio español. Ubicadas en la Ría de Vigo, aquí tendremos aguas cristalinas (y gélidas), arena blanca, senderos tan bonitos como el que nos lleva al faro A Porta y la posibilidad de comer un pulpo ‘a feira’ enfilando el mar. Posee la certificación Destino Starlight así que pasar unos días de descanso en su camping de temporada es la ecuación perfecta.

Cómo llegar: se necesita autorización de la Xunta para acceder. Aquí tienes la lista de navieras autorizadas para realizar la excursión con salidas desde Cangas, Vigo y Portonovo.

Isla de Ons (Pontevedra)

Una alternativa inexplicablemente menos conocida es la de pasar el día en la cercana isla de Ons, en la ría de Pontevedra. Las playas de Canexol y Area dos Cans demuestran que nada tiene que envidiarle a las Cíes ya que además cuenta con cuatro rutas de distinta dificultad que cubren todos los atractivos de la isla, como el faro de Ons y el mirador de Fedorentos. Junto al muelle encontrarás varios restaurantes donde probar lo mejor de la cocina gallega y, si quieres hacer noche, el glamping del Camping Isla de Ons nos parece lo más acertado para mimetizarse con el espíritu que impera en la isla.

Cómo llegar: se necesita autorización de la Xunta para acceder. Aquí tienes la lista de navieras autorizadas para realizar la excursión con salidas desde Portonovo, O Grove, Bueu o Cangas.

La Graciosa (Lanzarote)

Si un viaje a Lanzarote se plantea ya como una receta antiestrés, la cosa adquiere todavía más significado cuando nos subimos al ferry que conecta con La Graciosa en apenas 20 minutos. La octava de las Canarias se jacta de no tener carreteras asfaltadas. En su lugar propone alquilar una bici para ir conquistando cada playa, cada palmo de la isla. Desde las interminables y paradisíacas como playa de las Conchas a las joyas inesperadas, como La Cocina, situada al refugio de la Montaña Amarilla. Pedalear hasta los Caletones, subir la Montaña Bermeja y pasear entre las casas de un blanco impoluto –a excepción de las puertas y ventanas teñidas de azul y verde– que forman Caleta del Sebo será la mejor manera de pasar el día.

Cómo llegar: en ferry desde Órzola. El trayecto dura 30 minutos aproximadamente.

Isla de Lobos (Fuerteventura)

Una travesía de poco más de una milla para enamorarnos de apenas 5 kilómetros cuadrados de territorio. Esas son las previsiones cuando se visita Isla de Lobos, que le debe el nombre a los tiempos pasados en los que estuvo habitada por focas monje o lobos marinos. Su lugar más fotogénico es El Puertito, donde se forman unas piscinas naturales que invitan a darse un baño junto al muelle de madera más instagrameable. La playa de la Concha de Lobos es otra opción de aguas inimaginables donde entregarse a la paz absoluta. Un único restaurante –el de Antoñito el Farero–, senderos para atravesar la isla hasta Faro de Martiño y fondos marinos a los que ningún amante del esnórquel se podrá resistir.

Cómo llegar: Desde el puerto de Corralejo (Fuerteventura) salen líneas regulares de barco que hacen el trayecto en menos de media hora, aunque también se organizan excursiones de kayak.

Isla de Benidorm (Alicante)

Cuenta la leyenda que la isla que flota frente a la costa de Benidorm es el pedazo de roca que le falta a la montaña Puig Campana. La sabiduría popular sobre cómo llegó hasta ahí nunca se ha puesto de acuerdo –gigantes, caballeros, espadas, patadas… – pero en lo que sí hay unanimidad es que, desde hace décadas, esta isla es un icono del veraneo. ¿Quién no se ha bañado bajo la mirada de su silueta triangular? Donde hasta hace unos años se levantaba un restaurante que servía de reclamo para turistas y locales, ahora se planea instalar un centro de interpretación. De este modo, la isla se plantea como un refugio en el que preservar las especies locales, disfrutar del buceo sobre praderas de posidonia y asimilar todo el ‘skyline’ de Benidorm.

Cómo llegar: Hay excursiones en barcos con visión submarina que parten del puerto de Benidorm y Calpe. También empresas de buceo que organizan excursiones hasta la isla.

Isla de Cabrera (Mallorca)

A pesar de ser una gran desconocida para muchos de los visitantes a Mallorca, estamos ante un plan de día sin fisuras. Las limitaciones para fondear, pescar o bucear sin permiso son muchas, y es que este Parque Nacional Marítimo Terrestre ha sabido mantenerse prácticamente virgen para preservar sus más de 400 especies botánicas y su diversidad de peces, la mayor del Mediterráneo. Playas como s’Espalmador, rodeada de vegetación, nos recuerdan que no hay que salir de España para llegar al paraíso. Además, tanto desde el Faro de n’Ensiola, a 121 metros sobre el mar, como desde los restos del castillo del siglo XIV, obtendremos unas vistas increíbles. Y, antes de marchar, un último baño en las aguas intensas de su Cueva azul.

Cómo llegar: las excursiones zarpan desde Colonia de Sant Jordi (incluye la visita a la Cueva Azul, solo accesible por barco). Si planeas visitar o fondear desde tu propia embarcación, necesitas autorización.

Isla de Santa Clara (San Sebastián)

Otro clásico de los meses de verano para quienes tienen la suerte de pasarlos en San Sebastián es navegar hasta la coqueta isla de Santa Clara. La encontrarás en la bahía de la Concha, enmarcada por el Monte Igueldo y el Monte Urgull. Cuenta con una pequeña playa y una piscina natural donde nunca faltan bañistas. No todo es sol, los paseos hasta su faro de postal son igual de recomendables. Y, llegada la hora de comer, podemos hacerlo en su chiringuito o en la zona de picnic si hemos sido previsores.

Cómo llegar: en barco recorriendo la línea roja (directo) o la línea azul (incluye un paseo por la bahía y visión submarina).

Islote de Aeroso (Pontevedra)

Volvemos a las Rías Baixas para confirmar que, a pesar de todo lo visto, el caribe gallego se encuentra en el Islote de Aeroso. Esta zona protegida ubicada al norte de la Illa de Arousa está formada por una imponente lengua de arena blanca que envuelve el islote y se sumerge en aguas cristalinas. Su popularidad ha crecido en los últimos años y por eso se insiste en que los barcos tienen prohibido atracar y que debemos que preservar la zona para que permanezca intacta muchos años más. Aquí no encontrarás chiringuitos, faros ni rutas de senderismo, solo la definición más bella de isla desierta.

Cómo llegar: proponemos hacerlo de forma sostenible, en kayak, ya sea de manera individual o en una ruta grupal.

Isla de Garraitz o San Nicolás (Vizcaya)

Aquí el concepto pasar el día igual se nos queda algo corto, pero quien se acerque por Lekeitio debería incluir un paseo hasta la isla de Garraitz entre sus prioridades. Al igual que sucede con San Juan de Gaztelugatxe, la costa vasca de pronto sorprende con islotes que irrumpen en la bahía. Sin embargo, aquí el puente de piedra (y las reminiscencias de Juego de Tronos) se sustituyen por una pasarela cubierta de musgo que conecta la costa con esta isla. Habrá que tener en mente las horas de bajamar si planeamos regresar a pie antes de que un manto de agua esconda nuestra vía de escape. Los restos de la ermita de San Nicolás del siglo XV y de varias fortalezas han logrado que se convierta en el único parque arqueológico de Euskadi. Además, encontraremos un sendero que nos llevará hasta la cima para tener unas vistas mágicas de Lekeitio.

Cortegada (Pontevedra)

Nuestra última incursión en aguas gallegas será para alcanzar el bosque de laureles más grande de Europa. Aquí, en la Ría de Arousa, a 200 metros de la costa de Carril, un manto verde aromatizado se alza junto a la desembocadura del río Ulla. Cortegada cuenta con dos senderos para recorrer la isla y encontrar las huellas de antiguos poblados, encabezados por las ruinas de la ermita de la Virgen de los Milagros del siglo XVII. Pasear entre los laureles es un placer para los sentidos tanto de día como de noche, ya que también se organizan rutas pensadas para contemplar las estrellas desde este territorio con certificación destino Starlight. Es así como descubriremos los paisajes, historias y leyendas que todavía rondan a este bosque flotante.

Cómo llegar: se puede salir en barco desde Carril o alquilar un kayak, ya sea de forma individual o en grupo.

S'espalmador (Formentera)

Un islote privado frente a Ses Illetes es la extensión (menos masificada) de la idílica Formentera. Espalmador es un territorio virgen al que accederemos en barco desde el puerto de La Savina –insistimos, cruzar el estrecho a nado está prohibido por las corrientes–. Ni bares, ni aparcamientos, ni colas. En su lugar, arena blanca y una gran piscina cristalina que nada tiene que envidiarle al Caribe en la que hacer esnórquel o simplemente flotar mientras nos olvidamos de todo. Relájate en la playa de S’Alga, será el recuerdo más espectacular que te lleves de la isla.

Cómo llegar: salidas diarias desde La Savina con parada en Ses Illetes. También se ofrecen excursiones en catamarán.