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Sin que sirva de precedente (mentirijilla velada, porque amo airear mis trapos sucios), voy a comenzar el texto contando una mini anécdota personal. Hace algunos años, cuando me ofrecieron un trabajo en una multinacional y anuncié mi despedida al medio en el que trabajaba, mi jefe me hizo una apetecible contraoferta económica. ¿Mi respuesta? “No quiero dinero: quiero tener tiempo para vivir”. Años después, cada vez que echo un vistazo a mi cuenta corriente, recuerdo que soltar frases dignas de telefilm puede resultar empoderador, pero no ayuda a pagar el alquiler. Sin embargo, no me arrepiento en absoluto, por lo que cuando los estudios indican que la Generación Z es la “generación anti-ambición”, pienso que aunque mi DNI demuestra que esa no es mi generación (pausa dramática para una lagrimita), comprendo a la perfección la firme defensa que hacen de mimar su tiempo libre.
Randstad ha lanzado 'Workmonitor', un uniforme que demuestra que el 93 % de los trabajadores de las nuevas generaciones prioriza la conciliación vida-trabajo sobre el salario. Esta tendencia, denominada AmbiZion, aboga por un cambio de paradigma respecto a lo que entendemos como éxito empresarial, donde el foco no está ya en el dinero.
“La priorización de la vida familiar sobre el sueldo y el trabajo es una manifestación de los valores cambiantes y las expectativas de la Generación Z en el entorno laboral. En lugar de verlo como algo egoísta, podría interpretarse como una búsqueda de equilibrio entre la vida personal y profesional, lo cual es esencial para el bienestar general de los empleados. Este enfoque puede ser muy saludable, ya que puede llevar a una mayor satisfacción laboral, mejor la calidad de vida y, en última instancia, a un rendimiento laboral más sostenible”, asegura a ‘Elle’ Raquel Larena, Regional HR director South Europe & Latam de Randstad.
“Los miembros de la Generación Z están transformando el mercado laboral. Para ellos, el trabajo es el camino hacia la vida que quieren vivir. Por eso, al elegir un empleo, equiparan el salario a la calidad de vida personal. De hecho, desde Randstad hablamos del término “ambizion”, para definir a la Generación z y que encapsula esta mentalidad: priorizar el placer y el equilibro entre la vida profesional y personal sobre el éxito exclusivamente profesional”, indica.
Un trabajador feliz es un trabajador más productivo
Para quienes piensen en números y tengan el símbolo del euro en sus pupilas, un apunte: un trabajador feliz es un trabajador más productivo, por lo que al parecer, este movimiento anti-ambición es en realidad bueno para todos. Quienes lo apoyan han encontrado en TikTok su particular muro de las lamentaciones, y hay tantos vídeos y mensajes de temática anti trabajo que ya hay quien habla de la red social como ‘QuitTok’.
Como comentábamos, la calidad del tiempo dedicado al trabajo es fundamental. Trabajar largas horas puede resultar en agotamiento, estrés y disminución de la eficiencia, lo que a la larga, puede impactar negativamente en la productividad. “Por otro lado, un empleado feliz y comprometido tiende a ser más creativo, colaborativo y motivado, lo que puede llevar a una mayor eficacia en su trabajo en menos tiempo. Es importante reconocer que el equilibrio entre la vida laboral y personal también desempeña un papel crucial en la felicidad y la productividad de los empleados. Aquellos que tienen tiempo para descansar, relajarse y dedicarse a actividades fuera del trabajo suelen ser más felices y, en última instancia, más productivos cuando están en el trabajo”, señala Larena.
Comenta la importancia de promover un entorno laboral que valore tanto la productividad como el bienestar de los empleados. “Esto puede incluir políticas que fomenten el descanso, el tiempo libre y la desconexión digital fuera del horario laboral, así como programas de apoyo que promuevan la salud mental y el equilibrio entre trabajo y vida personal. En última instancia, un enfoque equilibrado es fundamental para maximizar tanto la felicidad como la productividad en el lugar de trabajo”, dice.
Teniendo en cuenta que el informe Workmonitor 2024 de Randstad se titula “Repensando la Ambición”, pues las nuevas generaciones están redefiniendo sus metas profesionales más allá de aspirar a ascender y convertirse en jefes de empresa, parece que por fin la ambición final no es otra que “trabajar para vivir”. Preguntamos a Raquel Larena si cree que la ambición sobrevalorada.
“La ambición es una cualidad que puede ser vista de diferentes maneras según el contexto y las perspectivas individuales. En algunos entornos laborales y culturas, la ambición es altamente valorada y se considera un motor para el éxito profesional y personal. Sin embargo, en otros contextos, la ambición puede ser percibida como algo negativo, asociada con egoísmo, competencia desmedida o falta de equilibrio en la vida. Lo que es importante es cómo se canaliza y se equilibra. Una ambición saludable puede impulsar a las personas a alcanzar sus metas, superar desafíos y contribuir al crecimiento y desarrollo tanto personal como profesional”, asegura. “Es importante fomentar una cultura que valore no sólo el logro y el éxito profesional, sino también el bienestar integral de los empleados. Esto implica promover una ambición saludable que esté alineada con los valores de la empresa y que se equilibre con el cuidado personal y las relaciones interpersonales. En última instancia, encontrar ese equilibrio puede conducir a un mayor sentido de satisfacción y realización tanto en el trabajo, como en la vida personal”, dice.
Paul Douard, redactor jefe de VICE Francia y autor del libro 'Je cultive l’anti-ambition', explica en una entrevista concedida a 'Welcome to the jungle' que no cree que la cantidad de trabajo invertido garantice automáticamente el resultado deseado. “Simplemente te sacrificas más y asumes un mayor riesgo. ¿Por qué llegar a tales extremos cuando es tan fácil como hacer bien tu trabajo y ser amable? ¿Acaso no es suficiente? Evidentemente, no le diría al trabajador de una fábrica que trabaje “menos pero mejor”, ya que soy consciente de que esta lógica no se aplica a todos los oficios”, asegura.
“Más allá de la cuestión del tiempo, la capacidad de decir “no” también me parece fundamental. Cuando dices que no, demuestras que tienes el control de lo que tienes que hacer, que no estás dispuesto a hacer cualquier cosa. Eso te ayuda a recordar que si tienes demasiado trabajo o si un proyecto parece poco razonable o incluso inviable, nada te obliga a llevarlo a cabo. Muy pocos empleados se atreven a decir que no a su jefe o a sus compañeros, a pesar de que hacerlo, pocas veces afecta a su trabajo”, dice el francés.
Lo llamativo (¡y preocupante!) es que muchos artículos hablan de la magia de "ser mediocre, en lugar de ambicioso”, como si no querer sacrificar la vida personal en aras de ocupar una posición superior fuera sinónimo de mediocridad. ¿Y si la brillantez radica precisamente en trabajar de 9 a 17? ¿Acaso no es lo más inteligente trabajar para vivir y vivir para disfrutar? Yo, personalmente, desconfío de quien exclama “¡Menos mal que mañana es lunes!” tanto como de aquel a quien no le gustan ni la tortilla de patatas ni las croquetas…
Marita Alonso es experta en cultura pop y estilo de vida. Escribe acerca de fenómenos culturales desde una mirada feminista en la que la reflexión está siempre presente. No tiene miedo de darle una pincelada de humor a las tendencias que nos rodean e intenta que el lector ría y reflexione a partes iguales. Cuando escribe sobre relaciones, su objetivo es que la toxicidad desaparezca y que las parejas sean tan saludables como las recetas que intenta cocinar... Con dramáticos resultados, claro. Los fogones no son lo suyo.
Ha publicado dos libros ("Antimanual de autodestrucción amorosa" y "Si echas de menos el principio, vuelve a empezar") y colabora en diversos medios y programas de radio y televisión luchando por ver las cosas siempre de una manera diferente. Cree que la normalidad está sobrevalorada y por eso no teme buscar reacciones de sorpresa/shock mediante sus textos y/o declaraciones.
Licenciada en Comunicación Audiovisual por la Universidad Complutense, imparte master classes de cultura pop, estilo de vida y moda en diversas universidades. En Cosmopolitan, analiza tendencias, noticias y fenómenos desde un prisma empoderador.