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No sé si podemos aplicar el término ‘Gran Dimisión’ o 'Gran Renuncia' del que se habla en Estados Unidos desde mayo de 2021, pero la relación con el trabajo está cambiando también en el mercado español. 54.511 personas renunciaron de forma voluntaria a un contrato indefinido entre enero y septiembre de 2022, más del doble de las que lo hicieron en los mismos meses del año anterior (22.839) y de 2019, antes de la pandemia (26.112), según datos de la Seguridad Social.
Las consultoras Randstad y PWC o el portal Infojobs han estudiado la situación y coinciden en la causa principal de cambio: el sueldo. Le siguen de cerca –al alza respecto a años anteriores– la conciliación, lo motivador que sea el proyecto, la flexibilidad y la adquisición de conocimientos.
Lo muestran los datos y otros indicadores infalibles a la vuelta de la esquina, como la cantidad de veces que este tema sale en las charlas con los amigos o incluso en el feed de Tik Tok donde miles de cuentas ayudan en esta búsqueda de trabajo o en la decisión de trabajar de otra manera. Buscamos la mejora y nos preocupan factores que hace un par de décadas no estaban sobre la mesa. El Dr. Michael B. Arthur, profesor emérito de la Sawyer Business School en la Universidad de Suffolk y autor del libro Una carrera inteligente: Cómo ser dueño de su trabajo y de su vida opina que se debe a la ruptura de una promesa: «El control que ha ejercido siempre la empresa sobre la carrera de sus trabajadores ya no tiene sentido, pues ya no pueden prometerles un trabajo para toda la vida», explica. «Por eso es importante que la persona contribuya a la conversación, que se haga cargo de su carrera».
En este nuevo paradigma, crece la rotación en las empresas y es habitual que se presenten y valoren nuevas oportunidades. A la vez, el cambio de actitud se produce en una época de crisis y en una generación que ya ha vivido unas cuantas. Una combinación que impulsa a lanzarse al ‘sí a todo’. Una situación paradójica ante la que expertos del sector aconsejan calma, consciencia y pensamiento a largo plazo. A propósito de esto les preguntamos: ¿Cómo valorar si una oportunidad laboral me conviene?
Partir de una evaluación del presente y fijar objetivos
El Dr. Arthur aconseja evaluar el punto de partida través de tres factores: el por qué, el cómo y el con quién se trabaja. Analizar cómo eres –intereses, inclinaciones, fortalezas–, qué experiencia profesional has adquirido y quiénes te han ayudado a llegar hasta aquí. Este ejercicio, afirma, es la base para valorar una oportunidad. También lo es para fijar nuevos objetivos, algo que hila con el consejo de Elisa Sánchez, profesora de Psicología Laboral en la UDIMA y directora de la consultora laboral Idein: pensar más allá de rangos corporativos y salariales: «Ante una nueva oportunidad, pensar: ‘¿qué nuevas habilidades o conocimientos me aporta?’, ‘¿me ayudarán en mi objetivo a largo plazo?’».
Recabar la máxima información posible sobre el puesto
«Una entrevista de trabajo rara vez te da los datos que necesitas para tomar una decisión”, afirma Lucy Standing, psicóloga y fundadora de Brave Starts, una sociedad de interés comunitario (CIC) para personas en busca de su próximo paso personal. «Tenemos citas antes de casarnos. Antes de comprar una casa, la visitamos. El mundo laboral es igual. Solo sabrás si te gusta un trabajo cuando empieces a desempeñarlo, por eso debes tratar de conocerlo lo mejor posible antes de comprometerte. Pide conocer al equipo, ver un ejemplo del trabajo que vas a hacer. Cerca del 75% de trabajadores que piensan que un puesto podría ser adecuado para ellos, obtienen más información y deciden que no lo es», argumenta.
Realismo a la hora de valorar un ascenso
Valorar una oportunidad es, según Elisa Sánchez, un ejercicio de realismo. «Más no es mejor siempre. A veces un puesto no es compatible con tus prioridades en ese momento vital. Puede, también, que no estamos preparados para ello», argumenta, y advierte: «Por decir que sí a algo para lo que no estamos preparados podemos perder otras cosas. La calidad del trabajo puede bajar y eso, a medio plazo, acabará yendo en tu contra».
Becca Platsky, co-fundadora de Nitetoast y un perfil de referencia sobre cultura laboral en la red social TikTok, defiende un crecimiento gradual y ha establecido un modelo que vale la pena considerar. Divide la carrera laboral en etapas de cinco años, período en el que un trabajador aprenderá hasta sentirse cómodo en sus funciones. En el curso de esos cinco años –según ritmos tradicionales–, el trabajador conseguirá, pongamos, dos ascensos con su subida de expectativas asociada: más responsabilidad y carga de trabajo. Con cada ascenso, habrá un período de adaptación en el que las habilidades todavía no están a la altura –pues eran las mismas que tenías ayer– y hay que trabajar por que lo estén. Platsky las llama ‘zonas de burnout’ y propone no quemar etapas tan rápido, quedarte un tiempo en las ‘zonas cómodas’: «Allí donde te sientes seguro de tu trabajo, rindes mejor, duermes mejor, consigues un balance». Épocas que podemos aprovechar para desarrollar otros intereses, aprender algo nuevo… Cosas que pueden decirte mucho sobre tu próximo paso.
Construir una carrera laboral que vaya con nosotros es difícil como todo lo que requiere mirar dentro y ser realista con lo que ves. También lo es porque requiere constancia, saber parar y analizar antes de decidir, hacerlo con cada nueva oportunidad porque hoy no somos quienes éramos ayer. Decir muchos ‘noes’, aprender también a construirnos desde éstos, sanear el instinto para que nos guíe.
Escribe sobre psicología, vida laboral y relaciones emocionales. Escribe, como decía Joan Didion, para entender el mundo. Estudió Periodismo y Comunicación Digital en el CEU San Pablo y Comunicación Estratégica en la Universidad de Columbia. Empezó su carrera en el diario digital The Objective. Ahora escribe en ELLE y S Moda, y también ayuda a marcas a contar su historia. Vive como escribe: en un intento constante por descubrir qué significa ser mujer adulta y feminista en el presente. Para ello, se sirve de las voces de mujeres que se plantearon esa cuestión mucho antes que ella. Le gustaría que todas las comedias románticas fuesen como La peor persona del mundo.