Dicen por ahí que, en momentos de crisis, el efectivo es el rey. Y no les falta razón porque, cuando la cosa financiera se pone fea, lo primero de lo que vamos a tirar para sacarnos del apuro son los ahorros que tengamos.

En este sentido, se dice que una persona es vulnerable cuando tiene menos de tres meses de sueldo neto ahorrado, porque a nada que le vengan mal dadas no podrá pagar las facturas. Aunque el mínimo son tres meses, lo ideal es tener seis meses de ingresos netos a buen recaudo por lo que pueda pasar. Si nuestros ingresos son muy irregulares, trabajamos en un sector muy cíclico o de temporada, tenemos unos gastos fijos muy altos o nuestras deudas se comen más de un 40% de nuestros ingresos netos, quizá deberíamos tener más.

¿Se puede invertir el colchón de emergencia?

Estos ahorros “por si las moscas” son lo que se llaman el colchón de emergencia y hay que cuidarlo como oro en paño.

Como los problemas suelen venir sin avisar, el colchón de emergencia hay que tenerlo en dinero líquido, ya sea en la cuenta corriente, en algún depósito a la vista o en efectivo en un calcetín debajo del colchón para poder disponer de él en cualquier momento.

Por eso, a la lectora que preguntaba si se puede tener el colchón para imprevistos invertido en acciones, me temo que la respuesta es que no, porque, si nos pilla la crisis con los mercados de capa caída, podriámos vernos obligados que vender esas acciones perdiendo dinero. Cuanto más volátil sea la inversión, peor.

Por la misma regla tres, respondiendo a la pregunta de otra lectora, antes de pensar en invertir deberíamos tener por lo menos seis meses de ingresos netos ahorrados para no ponernos en la tesitura de tener que deshacer nuestras inversiones en un mal momento incurriendo en pérdidas evitables.

El colchón de emergencias es para eso: emergencias

Si por lo que sea ya hemos echado mano de nuestro colchón o todavía no hemos llegado a tenerlo, es muy importante que ahorremos un poco más cada mes para reponerlo cuanto antes y posponer, si fuera necesario, cualquier gasto importante como un coche nuevo, muebles o ese smartphone de última generación, hasta que hayamos ahorrado lo suficiente para poder pagarlos sin tocar el colchón de emergencia. Y, no, ese abrigo de piel falsa de astracán que le queda tan mono a María Pombo no es una emergencia.

Trucos para estirar el colchón de emergencia

Para que el día que nos vengan mal dadas podamos estirar nuestro colchón de emergencia al máximo tenemos que reducir nuestros gastos fijos, esos que no se pueden cambiar de un día para otro y que tendremos que seguir pagando, aunque nos quedemos sin trabajo.

Entre otras cosas podemos:

  • Dar de baja las suscripciones que no utilizamos
  • Renegociar las primas de nuestros seguros
  • Revisar y renegociar los contratos de suministros, telefonía móvil, etc.
  • Hablar con el banco y comparar con otros para pagar menos comisiones e intereses.
  • Amortizar hipoteca u otros préstamos, reduciendo cuota en lugar de plazo.

Pero, claro, estas cosas hay que hacerlas cuando las cosas van bien para que las crisis nos pillen con los deberes hechos.


LA JEFA: NATALIA DE SANTIAGO

natalia de santiago
D.R.

Ingeniera de formación, financiera por vocación y especializada en el impacto económico del cambio climático. Ha trabajado en finanzas, en París, Madrid y Múnich, y en 2009 fundó MyValue Solutions la primera start-up española especializada en el desarrollo de teconologías Open Banking, que en 2021 fue adquirida por un grupo alemán. En 2021 publicó con la editorial Planeta, Invierte en ti, una guía práctica para gestionar mejor nuestro dinero y vivir más tranquilos.