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El 'burnout' se ha convertido lamentablemente en un término habitual en nuestro día a día, y aunque este concepto nació en 1977 para aludir al desgaste laboral, el término se ha escapado de la oficina para abarcar no sólo a conceptos relacionados con el trabajo, sino incluso al mundo amoroso. Pero este desgaste también se vincula con la diabetes tipo 1.
El burnout por diabetes hace al diabético tener una sensación constante de agotamiento y frustración ante las demandas diarias de autocuidado que la enfermedad exige. Lo habitual es que la gente piense que la diabetes implica, sencillamente, no comer azúcar, pero en realidad, los diabéticos han de estar constantemente pensando sobre los hidratos de carbono que cada alimento contiene, por lo que no es extraño que para muchos, comer haya dejado de ser un placer al haberse convertido en una tarea que exige un constante control.
No se trata simplemente de no tomar una Oreo, sino de convertir cada comida en un análisis en el que medir mentalmente los hidratos de cada bocado, la cantidad de insulina necesaria para poder comer manteniendo los niveles de glucosa dentro del rango saludable e incluso el ejercicio que hay que hacer. Ahora que cada vez más personas emplean los sensores de glucosa, que se llevan en el brazo y realizan lecturas glucémicas automáticamente cada un minuto, el control es aún más sostenido, haciendo que aunque la enfermedad pueda regularse mejor, la sensación de agotamiento ante el constante análisis se torne en ocasiones abrumadora.
“¿Con qué frecuencia piensas en tu nivel de azúcar en sangre? ¿En el momento en que te despiertas? ¿Después del desayuno? ¿Mientras caminas desde el metro hasta tu oficina? ¿Mientras compras ropa con tus hijos? ¿Cuando besas a tu pareja o intentas celebrar el Año Nuevo en la fiesta de tu mejor amigo? Es interminable. Te sientas notablemente frustrada con tu diabetes o no, el pensamiento, la energía y la preocupación constantes son inevitables, y eso puede provocar agotamiento. Ese esfuerzo y esa preocupación imparables son agotadores, aunque te motiven a cuidarte”, escribe Ginger Vieira en 'Dealing with Diabetes Burnout’.
“A pesar de las exigencias de la diabetes y de la inmensa lista de responsabilidades que incluso muchos médicos probablemente no podrían siquiera asumir por sí mismos, todavía nos regañamos por sentirnos abrumadas, por cansarnos y por no ser la máquina perfecta para la diabetes. Al pensar en todo lo que implica vivir con diabetes y en las expectativas y responsabilidades constantes, lo que me sorprendería es que alguien no se agote, se frustre y se canse de controlar la diabetes. De hecho, deberíamos asumir que de vez en cuando, ya sea cada pocos años o cada pocos meses, vamos a experimentar al menos un cierto grado de agotamiento”, asegura.
La autora, diabética tipo 1, señala que el motivo por el que es difícil definir el burnout diabético es que puede ser completamente diferente para cada persona. Mientras que para algunos implica dejar de medir sus niveles de azúcar, para otros puede significar dejar de inyectarse insulina un tiempo, aunque para muchas personas ni siquiera implica hacer cosas concretas, sino pensar que sencillamente, ya no pueden más al comprobar que intentar ser “la diabética perfecta” es imposible y que conseguir resultados óptimos, incluso pensando en la enfermedad 24/7, no es siempre factible.
Pero el agotamiento ante el control de la diabetes no significa necesariamente descuidar la enfermedad. “Puede ocurrir que mientras controlas tu nivel de azúcar en sangre, cuentas los carbohidratos y te inyectas insulina, te sientes increíblemente estresada y cansada. Para otros, eso sí, el agotamiento por diabetes puede significar estar descuidando sus niveles de azúcar en la sangre, dañando su cuerpo y luchando tanto a nivel emocional, que están poniendo en peligro su salud física. Y luego hay un punto intermedio en el que el cuerpo no está exactamente en peligro a causa del agotamiento, pero definitivamente no se está priorizando la diabetes y por ello, los niveles de azúcar en la sangre son los que están pagando las consecuencias”, asegura.
Los síntomas del burnout diabético
La autora indica algunas señales que pueden indicar que una persona diabética está siendo presa del burnout:
- Se siente enferma y se ha cansado del control de la diabetes, porque es interminable.
- Miente a sus padres sobre sus niveles de azúcar en la sangre porque no querrán saber cuáles son los dígitos reales.
- Come muchísimos dulces (o alimentos ricos en carbohidratos).
- Bebe muchos refrescos, cerveza y cócteles porque todo el mundo siempre le dice que no beba esas cosas.
- Siente que quiere rendirse por completo.
- Pasa algunos días sin inyectarse insulina o se la inyecta horas más tarde de lo necesario.
- Aumenta deliberadamente el nivel de azúcar en la sangre porque la idea de experimentar otro nivel bajo de azúcar en la sangre es demasiado estresante y aterradora.
- Se descuida al contar los carbohidratos porque no tiene la energía suficiente para medirlos y hacer los cálculos necesarios para la dosificación de insulina todos los días.
- Evita las verduras y las frutas frescas porque sabe que son buenas para su salud, porque está cansada de que todo el mundo le diga que es una "buena diabética".
- Se siente estresada y frustrada porque no puede entender por qué su nivel de azúcar en la sangre siempre está alto después de comer.
- Se siente molesta porque es la única persona en su clase/oficina/casa que tiene que medirse el azúcar, ponerse inyecciones y vigilar cada gramo de lo que come durante todo el día.
- Pasa una semana triste después de que el oftalmólogo le haya dicho que su retinopatía ha progresado o después de que le hayan diagnosticado cualquier otra complicación.
- Se siente frustrada al intentar gestionar algo que no tiene una solución perfecta y que siempre presenta nuevas variables, perturbando constantemente su día.
- Casi nunca controla su nivel de azúcar en la sangre, si es que lo hace siquiera.
- Se inyecta la insulina necesaria para apenas mantenerse con vida.
- Se siente constantemente enojada y agotada por el trabajo diario que realiza para vivir una vida saludable con diabetes.
Las consecuencias del agotamiento diabético
El burnout diabético puede afectar además a diferentes aspectos de la vida de quien lo padece. Desde generar estrés en casa, pues los familiares se sienten en ocasiones angustiados al ver que no pueden ayudar a los diabéticos, hasta las relaciones amistosas, pues los niveles de azúcar en la sangre afectan al estado de ánimo, sin olvidar la forma en la que puede también repercutir a la pareja (desde tener que enfrentarse a una primera cita en la que en realidad, el 99 % del tiempo se está pensando en el azúcar, en lugar de en conocer a la otra persona, hasta la preocupación que la pareja puede tener de forma diaria por la diabetes de su+1), la diabetes está presente en cada ámbito de la vida... Incluso en el trabajo y en los estudios.
“No se puede negar que los niveles de azúcar en la sangre fuera de control afectan nuestra capacidad para concentrarnos, memorizar y aprender. Como ocurre al estudiar, los objetivos laborales y profesionales requieren también una gran cantidad de energía, que puede verse fácilmente limitada por el burnout de la diabetes, que además suele acarrear niveles más altos de azúcar en la sangre”, explica Ginger Vieira, que es diabética desde hace 25 años.
Los problemas psicológicos son habituales entre las personas con diabetes y se asocian con un manejo subóptimo de la enfermedad, y por eso, la Sociedad Española de Diabetes ha creado ‘Diabetes y salud emocional: una guía práctica para profesionales sanitarios que apoyan a adultos con diabetes tipo 1 o tipo 2’, pues como indican sus autores, la diabetes “es más que un problema de salud física: tiene repercusiones conductuales, psicológicas y sociales, y exige un alto nivel de autoeficacia, resiliencia, control percibido y empoderamiento”.
El manual señala que en España, más de la mitad de las personas con diabetes tratadas con insulina, y un tercio de las personas con diabetes tipo 2, presentan niveles altos de distrés por la diabetes, que es la respuesta emocional a la enfermedad, a la constante carga del autocuidado diario y a las (posibles) complicaciones a largo plazo. Siendo uno de los motivos de la guía concienciar a los sanitarios de la realidad a la que se enfrentan los diabéticos, subrayan que el burnout por la diabetes suele ser tratada de forma errónea por los médicos.
“Las personas que padecen burnout por la diabetes ya "ni se preocupan" por intentar controlar continuamente la enfermedad, un estado de ánimo que puede ser pasajero o permanente. A veces, los sanitarios tildan a estas personas de "difíciles", "irresponsables" o "desmotivadas" cuando en realidad, están luchando por manejar sin descanso una enfermedad que dura toda la vida”, advierten.
No es extraño que ante el hastío, haya diabéticos que intentan ocultar su enfermedad para que así las conversaciones no giren alrededor de la misma y evitar cualquier quedada entre amigos para comer se convierta en un interrogatorio, pero el hecho de que cada vez más personas lleven sensores de glucosa ha hecho que la diabetes “salga del armario”, y por ello es importante concienciar a la sociedad de esta enfermedad, a menudo silenciada, que no sólo tiene consecuencias físicas, sino como hemos visto, mentales.
¿La mejor prueba de que hay quienes intentan evitar hablar de su diabetes? He estado todo el texto sin decir que yo soy diabética tipo 1 desde los siete años y tengo 656. ¿Padezco burnout diabético? INDUDABLEMENTE. ¿La solución? Visibilizar la enfermedad y hablar sobre todo lo que implica siempre que tengo la oportunidad... Como ahora.
Marita Alonso es experta en cultura pop y estilo de vida. Escribe acerca de fenómenos culturales desde una mirada feminista en la que la reflexión está siempre presente. No tiene miedo de darle una pincelada de humor a las tendencias que nos rodean e intenta que el lector ría y reflexione a partes iguales. Cuando escribe sobre relaciones, su objetivo es que la toxicidad desaparezca y que las parejas sean tan saludables como las recetas que intenta cocinar... Con dramáticos resultados, claro. Los fogones no son lo suyo.
Ha publicado dos libros ("Antimanual de autodestrucción amorosa" y "Si echas de menos el principio, vuelve a empezar") y colabora en diversos medios y programas de radio y televisión luchando por ver las cosas siempre de una manera diferente. Cree que la normalidad está sobrevalorada y por eso no teme buscar reacciones de sorpresa/shock mediante sus textos y/o declaraciones.
Licenciada en Comunicación Audiovisual por la Universidad Complutense, imparte master classes de cultura pop, estilo de vida y moda en diversas universidades. En Cosmopolitan, analiza tendencias, noticias y fenómenos desde un prisma empoderador.