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Es innegable que decir “el humor lo cura todo” o incluso “el humor es la mejor medicina” bien merece una colleja, pero sin duda, reír y ser capaz de bromear ante las adversidades, y en un momento en el que las malas noticias parecen acumularse, una buena carcajada no es sólo capaz de ayudarnos a sobrellevar etapas delicadas, sino a asimilar mensajes que de otro modo, no calarían tanto. Por eso es precisamente el humor en ocasiones delicado, pues cuando en las redes sociales por ejemplo se emplea la comedia para aludir a la forma en la que algunos hombres huyen de las tareas domésticas, tras el sonido de la carcajada, se encuentra el del suspiro de quien sabe que una vez más, se ha salido con la suya. La comedia puede en ocasiones servir para normalizar comportamientos tóxicos o para hacer que calen mensajes que en realidad, no son en absoluto divertidos.
En tiempos en los que el bienestar es un auténtico símbolo de estatus, conviene saber que reír es ciertamente saludable, por no hablar de que es infinitamente más asequible que unas clases de Pilates en máquina. Muchos estudios han demostrado que el humor nos hace parecer más competentes y seguros, fortalece nuestras relaciones, desbloquea la creatividad y aumenta la resiliencia en tiempos difíciles.
“El humor es realmente una forma poderosa de fomentar muchas de las herramientas que necesitamos para superar las secuelas de una tragedia. Necesitamos resiliencia: el humor reduce la liberación de cortisol en nuestro organismo, lo que nos hace más resistentes al estrés”, explican a ‘Elle’ Jennifer Aaker y Naomi Bagdonas, autoras de 'Hazlo con humor', una propuesta para descubrir el poder del humor en el trabajo y en la vida.
“Necesitamos fomentar la comunidad y las conexiones para combatir la soledad que puede acompañar a la tragedia: reír con los demás acelera el camino hacia la conexión y se ha demostrado en estudios que desencadena conversaciones más auténticas y personales, profundizando y fortaleciendo nuestras relaciones. Y el humor nos ayuda a replantear nuestra mentalidad, que es clave para poder avanzar de forma creativa y empoderadora. La tragedia siempre es tragedia. Seguirá siendo un largo viaje para salir de la oscuridad. Pero el humor puede mantener la antorcha encendida para ayudarnos a avanzar hacia un lugar mejor”, dicen.
En su libro citan estudios como el puesto en marcha por la Universidad Noruega de Ciencias y Tecnología, que indicó que tanto las mujeres como los hombres con un fuerte sentido del humor vivían más tiempo, incluso a pesar de las enfermedades y las infecciones. Las mujeres, concretamente, con una puntuación alta en el sentido del humor tenían un riesgo un 48 % menor de morir por cualquier causa, un 73 % menor de morir por enfermedad cardiaca y un 83 % menos de morir por una infección.
Risas sí, pero terapia, también
Sin embargo, cuidado: el humor puede ayudar, pero todas las personas consultadas para poner en marcha este artículo coinciden en señalar con ahínco que ante un problema, la terapia es clave. Carmen Romero narra en ‘Esto no está pasando' cómo vivió el suicidio y duelo de su hermano Miguel.
“El humor es una primera aproximación útil a temas delicados, pero no debe ser la única. Creo que hablar solo en broma sobre algo es una señal de que falta trabajarlo. Es importante buscar ayuda cuando te sientas preparado a la vez que usas el humor. Si no lo haces, el trauma va a estar ahí y te va a perturbar siempre en la misma medida, hagas chistes o no. He creado desde el dolor cuando me ha salido de esa forma y no voy a dejar de hacerlo cuando lo sienta. No me paro a pensar en qué se me exige en ningún aspecto de mi vida. Voy a hacer siempre lo que me guste a mí y me haga feliz, no lo que esperen los demás”, indica la cómica.
No es extraño que haya, de hecho, quien se siente violentado al escuchar chistes sobre la muerte, 1ue sigue siendo un tema tabú acerca del cual parece estar casi prohibido bromear. “El motivo es que nos es desconocido, y lo desconocido da miedo. No nos informamos, no nos acercamos a ese tema. Es el monstruo que crees que está debajo de la cama, pero que nunca has comprobado que sea real, porque no te has asomado a mirar. Nos han contado un discurso de la muerte que nos hemos creído sin cuestionarlo. Igual estamos sufriendo innecesariamente con ese tema y no somos conscientes", asegura Romero.
"Ignatius dice que la risa es lo contrario al miedo, precisamente por eso hacer chistes de la muerte le quita peso y es una forma de hablar de ella. El humor sirve para comunicar temas complicados que nos cuesta decir de forma seria. Es una primera aproximación muy útil”, añade.
Nora Ephron hablaba de ese momento en el que ocurre algo dramático e inmediatamente piensas que en ese momento, es sumamente doloroso, pero con el tiempo, se convertirá en una anécdota graciosa. Jennifer Aaker y Naomi Bagdonas aplauden sus palabras al creer que muestra el poder del humor para replantear la experiencia.
“Ya se está proyectando fuera del estrés del momento, replanteando la experiencia y pensando en el momento en que es un recuerdo divertido. Pero en cuanto a cuándo puedes bromear sobre algo, depende de quién seas. Si eres Nora Ephron y te ha ocurrido algo dramático, puedes reírte de ello inmediatamente. Puede ayudar a todos a aliviarse un poco”, señalan antes de aclarar que en el caso de estar observando la trágica experiencia de otra persona, es importante leer en qué punto de su proceso se encuentra y saber cuál es su sentido del humor.
Por su parte Romero asegura que cuando a sus amigas les ocurre “una mini desgracia”, siempre les recuerda que en un tiempo, se van reír, pero confiesa que nunca le ha pasado con una tragedia grande. “Aunque me he puesto a hacer chistes de forma automática, no me ha dado la cabeza para pararme a pensar si en algún momento en el futuro lo iba a contar como anécdota divertida. También hay tragedias y tragedias. Por mucho que se pueda hacer humor de muchas, no van a ser una anécdota divertida jamás”, dice.
“Siempre se ha dicho que la comedia es tragedia más tiempo, y entiendo que funciona para tragedias colectivas que afectan a mucha gente. En mi caso no ha sido así, siempre que me pasa algo malo se me ocurren chistes al momento, pero cada uno es un mundo y su respuesta puede ser distinta o le puede venir bien algo diferente. Nada es la verdad absoluta ni está escrito en piedra. No creo que haya que esperar un tiempo prudencial para hacer bromas cuando sufres una tragedia, pero tampoco forzarte a hacer chistes. No hay algo correcto o incorrecto en utilizar el humor y cómo hacerlo para sobrellevar las tragedias personales”, explica.
¿Se puede aprender a ser feliz y a ser graciosa?
En 'El pequeño libro del humor', el feliciólogo Ángel Rielo asegura que podemos ser constantemente felices, y por descontado, le preguntamos al respecto. “Primero hay que comprender verdaderamente el significado del concepto felicidad. Si crees que la felicidad es que todo salga como tú quieres que salga, efectivamente, no podrás serlo todo el rato, pues la vida es como es y no como tú la anhelas. La vida es una cuestión de narrativa, de cómo la quieras guionizar”, explica.
“Las tramas vienen otorgadas por la vida misma, y lo que sucede, es inevitable; una muerte, una separación, una enfermedad o incluso un nuevo trabajo, una relación maravillosa o que te toque la lotería. Eso es lo que sucede, pero la vida no es lo que sucede, sino lo que haces con lo que sucede. Así pues, puedes escribir el guión y contártelo como quieras, aunque para eso vas a necesitar entrenar, formarte y tener herramientas. Todo trabajo las necesita, y este puede que sea el más importante de nuestras vidas: sacar de cada experiencia el mayor aprendizaje y alejarnos del sufrimiento innecesario”, comenta a ‘Elle’.
Al leer ‘Hazlo con humor’, subrayo un pasaje. “El humor no es una característica binaria de nuestro código genético, sino una competencia que podemos fortalecer mediante el entrenamiento y el uso”. Un momento. Entonces, ¿se puede aprender a ser gracioso?
Las autoras así lo aseguran. “La mayoría de los profesionales simplemente hemos perdido el contacto con nuestro sentido del humor. Un estudio de Gallup realizado a más de 1,4 millones de personas en 166 países planteaba una sencilla pregunta: "¿ayer sonreíste?". A los 16, 18 y 20 años, la respuesta era sistemáticamente afirmativa. Después, alrededor de los 23 años -cuando la mayoría de nosotros entramos en el mercado laboral-, las respuestas afirmativas disminuyen vertiginosamente, tocan fondo en la mediana edad y no vuelven a subir hasta la jubilación. Así que no se trata de aprender a ser gracioso, sino de reconectar con el sentido de la alegría y la ligereza que nos resultaban fáciles cuando éramos más jóvenes”, comentan.
Señalan que todo comienza con un cambio de mentalidad: vivir al borde de la sonrisa. “Hay un principio psicológico llamado efecto de cebado que dice que nuestro cerebro está programado para encontrar lo que nos proponemos buscar. Cuando navegamos por la vida en el precipicio de una sonrisa -buscando razones para estar encantados, en lugar de decepcionados- cambiamos nuestra forma de interactuar con el mundo y, a su vez, la forma en que este interactúa con nosotros”.