Cuando hablamos de compasión, algo que por cierto, considero absolutamente esencial y un regalo valiosísimo con el que hemos sido premiados los seres humanos, nos referimos a esa capacidad que nos permite empatizar con el dolor o el sufrimiento ajeno, pero no solo eso porque además, la compasión nos empuja a tratar de aliviar ese malestar, a hacer sentir mejor a quien lo está pasando mal ante nosotros.

Por ello, podemos afirmar que la compasión nos une, nos acerca, nos conecta y nos sana. La compasión favorece que creemos vínculos más fuertes, más profundos, más duraderos y más resistentes.

Pero toda cara tiene su cruz. También la compasión. A pesar de ser algo tan maravilloso y que deberíamos cultivar a conciencia, en ocasiones puede convertirse en un arma de doble filo.

¿Dónde están los límites de la compasión?

Sí. La compasión tiene límites. En mi trabajo con los pacientes que realizan sesiones en la consulta, he podido observar que hay casos en los que utilizamos la compasión como excusa para seguir tratando de ayudar a alguien que, o bien no quiere ser ayudado pero se está aprovechando de nuestra bondad para su propio beneficio, o los casos más peligrosos en los que quedarnos allí implica que nos estemos destruyendo por completo. Me explico.

1) Cuando uno no quiere ser ayudado

Estos son casos en los que la otra persona se aprovecha de nuestra bondad, nos pide ayuda una y otra vez, tenemos que solucionar todos los líos en los que se mete, todos los problemas que va creando. Sabe que siempre estamos allí y sabe que no tenemos límites. Que puede hacer lo que sea, por grande que parezca, que seguiremos allí, que lo dejaremos todo cuando nos llame, que le priorizaremos ante todo lo demás. Incluso aunque esto implique perder nuestra preciada dignidad o quedarnos sin una pizca de autoestima.

pilar lopez de ayala
Distribuidora

Esto es peligroso, porque nos lleva a ir normalizando y permitiendo situaciones imposibles de creer de lo surrealistas y aberrantes que son, de manera que llega un punto en el que ya nada nos parece suficientemente grave.

Son personas que no nos aman y nos lo demuestran en cada movimiento, pero nosotros en nuestra cabeza estamos convencidos que sí, atrapados en nuestra obsesión por hacer que eso funcione. Conectamos con la pena por lo que le ha pasado, lo que ha vivido o lo que le han hecho y queremos ser ese “alguien” que marque la diferencia en su vida, que le ayude de verdad (a pesar de que la realidad nos demuestre una y otra vez que eso es imposible).

2) Cuando hay maltrato psicológico

Si estás en una relación en la que la otra persona te hace daño con conductas como las siguientes: te insulta, te menosprecia, te ridiculiza, te falta al respeto, te castiga, te amenaza, te controla, te obliga, te prohíbe, te manipula, te ningunea, te pega… no debes dejarte llevar bajo ningún concepto por la compasión. Si lo haces, entras en un terreno extremadamente peligroso para ti.

Si conectas con la compasión con una persona que te trata así, lo que haces es pensar en lo que ha sufrido en el pasado, centrarte en lo mal que lo pasó durante su niñez. Al ser tú alguien muy empático y compasivo, te duele imaginar todo lo que ha vivido o soportado y piensas: “Yo no puedo fallarle”, “Yo no puedo abandonarle, no puedo hacerle esto”, Solo me tiene a mí”... No tienes conciencia de todo lo que te está haciendo a ti, lo que estás soportando tú y todo lo que estás permitiendo. Es decir, tienes el foco y la mirada puesta al cien por cien en esa persona y sin darte cuenta, te has olvidado de ti. Y esto es muy peligroso.

Two individuals standing outdoors with blurred faces
La Charito Films

Por lo tanto...

Lo más importante, si te identificas con estas situaciones, es que te des cuenta de algo básico: te has focalizado en la otra persona, conectas con la compasión hacia ella, te da pena, sufres por sus circunstancias, por su dolor, por su sufrimiento…pero la única realidad es que en ese camino, en medio de esa irracional e invalidante obsesión, te has olvidado por completo de ti.

¿Qué pasa contigo? ¿Qué te parece si empiezas a conectar con la autocompasión? ¿A conectar con la pena hacia ti? ¿Cómo te ves a ti mismo/a si te observas desde cierta distancia, aguantando todo eso, arrastrándote por alguien que ni siquiera te quiere, que no te prioriza ni te respeta? ¿No te duele ver eso?

Si quieres estar bien, recuperar tu vida y volver a ser feliz de verdad, debes aprender a diferenciar cuando se trata de verdadera compasión y cuando estás atrapado en una situación en la que has perdido por completo tu dignidad y te has perdido por completo a ti.


La jefa: Silvia Congost

silvia congost
Elisabet Serra

Silvia Congost es psicóloga experta y un referente nacional en autoestima, dependencia emocional y relaciones tóxicas, conferenciante, autora de 9 libros, y una líder inspiracional en redes sociales y medios de comunicación. Tiene 20 años de experiencia profesional en el sector de la psicología y cuenta con centros en Barcelona, Girona y Madrid, además de realizar terapia online con pacientes de todo el mundo, donde junto a su equipo ha ayudado a miles de personas a reforzar su autoestima, liberarse de relaciones tóxicas y apostar por la vida que realmente sueñan gracias a su propio y exclusivo método.

Puedes encontrarla en Instagram (@silviacongost) y en su canal de YouTube.