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“Explícame de nuevo cómo esto no agrada a la mirada masculina?”, pregunta un usuario al ver la portada del nuevo disco de Sabrina Carpenter, Man’s best friend. “Para quienes carezcan de capacidad crítica, la portada es claramente satírica, con un significado más profundo que retrata cómo la ve el público, creyendo que solo está destinada a la mirada de los hombres”, dice otro comentario.
El debate está abierto: ¿es la imagen empoderada y un guiño a la liberación sexual o un retroceso? ¿Son las críticas la muestra del aparentemente imparable avance del puritanismo? Ulises Figueroa, experto en la exploración de las nuevas masculinidades, lo tiene claro. “Las críticas puritanistas a la imagen de Sabrina Carpenter y la siguiente publicación institucional se parecen mucho: suponen que hay una visión en la sexualidad humana que es unidireccional y que no tiene espacios para expresiones consensuadas y éticas”, explica en sus redes sociales.
“El neopuritanismo jamás es la respuesta y tampoco atiende a una visión de salud pública ni de reducción de daños. Critican la pornografía pero jamás los verán pidiendo quemar La maja desnuda de Goya”, dice.
La carrera de Sabrina Carpenter muestra cómo la cantante se mofa de la masculinidad tóxica y la manera en la que ha sabido ser la maestra del dominio de una complicada fórmula consistente en abrazar la sensualidad y la sexualidad más evidentes sin que la mirada masculina sea el objetivo. Domina también la sátira, pero nos hemos acostumbrado tanto a los mensajes evidentes que cualquier imagen o texto que despierte dudas y exija cierta reflexión genera más críticas que debates. Quizás lo que haga daño a tantos de la imagen es que refleje a una mujer que se adueña de su sexualidad con ironía y con una actitud más desafiante que complaciente.
La cultura pop exige a las cantantes que sean sexys, pero santas. Que sean deseables, pero no deseantes. Es decir: la industria y la sociedad quieren que las mujeres naveguen entre opuestos y consigan lo imposible. Y como lógicamente lo imposible es inalcanzable, terminan por ser las víctimas perfectas del odio. Pero lo que invita a debatir es muy necesario. Erika Lust, que acaba de publicar junto a Sara Torres La abundancia del deseo, así o cree. “Si lo que ves te excita pero también te cuestiona, entonces hay algo interesante ocurriendo. Esa tensión, ese cruce entre placer y duda, puede llevarte a atravesar una frontera interna”, explica a Elle. “El deseo, cuando no se impone sino que se propone, tiene un enorme potencial transformador”, añade.
Sabrina Carpenter explicó hace tiempo a The Sun su mensaje. “Si no puedes con una chica que confía en su sexualidad, no vengas a mis conciertos. Las artistas femeninas han sido avergonzadas desde siempre. En los 2000 fue Rihanna, en los 90 Britney Spears, en los 80 Madonna, y ahora soy yo. Básicamente, se trata de decir que las artistas femeninas no deberían poder expresar su sexualidad en sus letras, en su forma de vestir, en su forma de actuar”, comentaba la cantante. En la revista Rolling Stone también habló al respecto. “No quiero ser pesimista, pero siento que nunca he vivido en una época en la que las mujeres hayan sido tan desprestigiadas y escrutadas en todos los sentidos. No me refiero solo a mí. Me refiero a todas las artistas femeninas que crean arte ahora mismo”, sentenció.
En un artículo publicado en The Atlantic en el que Spencer Kornhaber habla de cómo las nuevas reinas del pop se ríen de ellas mismas en un contexto de creciente alienación entre los géneros, comenta que habitualmente en la historia del pop, las representaciones femeninas de poder sexual han parecido, en cierto modo, moldeadas por y para los hombres. “Carpenter es una mujer femenina que canta más allá de la mirada masculina, dirigida a las mujeres, y se compadece con exasperación. Es como si Betty Boop fuera consciente y escribiera canciones mordaces sobre los chicos que la miran con lujuria. O, para usar las referencias de la generación de Carpenter, es como una muñeca Bratz —esas hijas de Barbie, dueñas de sí mismas y bastante intimidantes— hecha realidad”, escribe.
A estas alturas tendríamos que estar acostumbrados a cómo Sabrina actúa. Sin ir más lejos, en el vídeo del tema Manchild, las acciones de la cantante contradicen cada letra. "Creo que está haciendo a la gente creer que está actuando para agradar a los hombres pero en realidad, está retratando cómo la sociedad empuja a las mujeres a comportarse así, dice la escritora Britton Rae en TikTok. "Dicen que está haciendo que las mujeres retrocedan 50 años pero nadie habla de que los hombres no han cambiado. La caza de brujas ya ha comenzado y ni siquiera sabemos de qué va el disco", asegura.
Y así es cómo se ha vuelto a poner en duda la agencia de la propia Sabrina. Porque lo interesante es que sea cual sea su objetivo, ella es plenamente consciente de lo que hace. Y eso, precisamente, es lo que a tantos les molesta: que ella tenga el control de su discurso… Aunque este no siempre quede claro. Pero en un mundo de opuestos radicalizados, ¿por qué no disfrutar de las aristas de los mensajes que pese a ser tan poderosos, navegan en los grises? Carpenter demuestra que puede ser sexy y sexual sin estar sexualizada. También que es posible mofarse de cómo la sociedad quiere ver a las mujeres aunque para hacerlo, se adopte precisamente la forma en la que tantos quieren que las mujeres se presenten. Quizás Sabrina Carpenter sea un auténtico caballo de Troya pop. Mientras tanto, tenemos sus canciones.
Marita Alonso es experta en cultura pop y estilo de vida. Escribe acerca de fenómenos culturales desde una mirada feminista en la que la reflexión está siempre presente. No tiene miedo de darle una pincelada de humor a las tendencias que nos rodean e intenta que el lector ría y reflexione a partes iguales. Cuando escribe sobre relaciones, su objetivo es que la toxicidad desaparezca y que las parejas sean tan saludables como las recetas que intenta cocinar... Con dramáticos resultados, claro. Los fogones no son lo suyo.
Ha publicado dos libros ("Antimanual de autodestrucción amorosa" y "Si echas de menos el principio, vuelve a empezar") y colabora en diversos medios y programas de radio y televisión luchando por ver las cosas siempre de una manera diferente. Cree que la normalidad está sobrevalorada y por eso no teme buscar reacciones de sorpresa/shock mediante sus textos y/o declaraciones.
Licenciada en Comunicación Audiovisual por la Universidad Complutense, imparte master classes de cultura pop, estilo de vida y moda en diversas universidades. En Cosmopolitan, analiza tendencias, noticias y fenómenos desde un prisma empoderador.