Llegó a los escenarios casi de puntillas, sin hacer mucho ruido, pero dejando una huella imborrable allá por donde pasaba y, sobre todo, en quien la escuchaba. Hoy cuesta imaginar que una de las mujeres más importantes de la música española no se plantease, ni soñase, dedicarse a hacer canciones, pero es que Vanesa Martín (Málaga, 1980) es experta en fluir. «Desde siempre me he dejado llevar por mi corazón, que lo tengo muy equilibrado con mis entrañas, y eso me ha conducido a hacer música, contar historias, a ser honesta y una disfrutona. Soy muy consciente de que tengo mucha suerte, y sé que desde algún sitio me están ayudando, porque lo noto, cuando tengo un momento de nudo, algo viene y me lo deshace», afirma mirando al techo de la suite en la que tiene lugar nuestro encuentro.

vanesa martin x ellepinterest
Rafa Gallar
‘Blazer’ de punto y camisa de lino, ambas de Michael Kors.

Lo dice convencida, presumiendo de la armonía que reina ahora mismo en todas las facetas de su vida y con la emoción a flor de piel por el reciente lanzamiento de su nuevo disco, Casa Mía –el noveno de su carrera, que estará en la calle desde el 23 de mayo–, y por la gira, que arranca en Fuengirola (Málaga), su tierra natal y su refugio de alma, el 31 de mayo. «Soy un animal de directo. Los conciertos me ponen como una moto», asegura. Y este será, si cabe, más especial. Hace dos o tres años Vanesa experimentó uno de esos nudos. «He necesitado reestructurar mis pilares profesionales y algunos personales. A veces vamos demasiado deprisa y no nos paramos a pensar en lo que queremos, ni en cómo ni cuándo deseamos hacerlo. A veces nos perdemos a nosotros mismos sin ser conscientes, aunque creamos que tenemos libertad, opinión y decisión, no es tanta, porque estás dentro de una inercia y aprendes a mecanizar muchos asuntos. Y hubo un momento en el que una persona como yo, que siente que es un poco intensa, que siempre se está autoanalizando y necesita mucha verdad para poder caminar y tener combustible vital, se encontró un poco vacía. No estaba pisando con la misma fuerza que años atrás y empecé a cambiar una serie de cosas, que me provocaron mucho vértigo, pero a día de hoy agradezco haberme atrevido, porque tengo mucha serenidad y la certeza de que es lo mejor que he hecho», explica.

vanesa martin x ellepinterest
Rafa Gallar
Americana, chaleco y pantalón ‘oversize’ en color topo, todo de IRO.

Esas transformaciones tuvieron lugar en el ámbito laboral: «Empecé cambiando mi oficina de management, luego la mitad de mi banda, con alguno de ellos llevaba 11 o 12 años, y me costó, pero pienso que era lo más acertado para todos, porque las personas evolucionamos de manera diferente, y cambié de discográfica», cuenta. Y también hubo vuelcos importantes en lo personal. «En el amor, me quedé sola y me tomé un tiempo para depurar. Soy una persona más tímida y reservada de lo que parece, aunque también soy muy social y extrovertida, y bajé los límites creyéndolo necesario para introducirme mejor en el mundo, en esta profesión, pero me percaté de que no tenía que hacerlo, que me reservo para mi casa, a donde vienen mis amigos y la gente que quiero, que la calle está para encontrarse con otros con los que te lo pasas fenomenal, que admiras, respetas y quieres, pero que tu espacio es mucho más íntimo. Y me di cuenta de que el amor no puede ser perder un poco de ti, sino todo lo contrario, sumarte más», añade. Ahora, tras este twist existencial, presume de haber encontrado «el equilibrio, la calma y la sorpresa».

Casa Mía suena muy diferente a tus anteriores trabajos. ¿Es el resultado de todos esos cambios en tu vida?

Es un disco en el que buceo, si cabe aún más, en mi esencia, mi identidad, y tiene mucho que ver con mi primer álbum, Agua, en el que ya se escuchaban ritmos latinos, bossa nova y tango. Pero este es más contundente, claro y directo, es el 4.0 de aquel. El resultado de meterme dentro de mí y mezclar mi raíz con otras que me han nutrido durante estos años.

¿Qué has encontrado al mirar dentro de ti?

Esa diversidad, amplitud y capacidad de ser esponja, de dejar que todo cale en mí. Me fascina no sólo profundizar en otras culturas, sino mezclarlas con la mía de una manera orgánica, y creo que honesta.

vanesa martin x ellepinterest
Rafa Gallar
Cazadora en ante marrón, blusa de gasa con estampado floral, pantalones vaqueros y cinturón fino, todo de Versace.

Hay mucha calidez de hogar en este álbum. ¿Es la música un refugio en el que sentirse a salvo?

Es un trabajo tan de dentro hacia fuera y con un mensaje tan integrador... Una especie de filosofía de vida en la que se unifica, no se juzga, nadie es mejor que nadie, no hay etiquetas, ni tonterías, ni artificio, existe verdad, honestidad, profundidad, pasión, se suelta el peso de algunos problemas y la carga del mundo loco en el que estamos. Yo busco que la gente que venga a mi música, cuando escuche este Casa Mía donde sea o en directo en los conciertos, se sienta como en casa. Que se replique esa sensación de cuando vas a casa de alguien a cenar y vives una velada que, al día siguiente, al despertarte, te hace amar aún más la vida. De esos momentos que te nutren, y dices: «¡Qué a gusto he estado! Quiero pasar con esta gente más ratos» (risas).

¿Tienes esa impresión de sentirte a gusto en tus zapatos?

Estoy agradecida con la vida y con quien me haya provocado esta apertura en mi corazón, mis ojos, mi inspiración, mi fuerza, mi capacidad de mezclarme con el mundo y la naturaleza, y eso es terapéutico para mí. Por eso hablo de ello en estas canciones. Ahora estoy en un punto en el que me encuentro muy tranquila, serena, feliz, con muchas ganas y fuerzas renovadas, con energía... Tengo buen carácter y siempre me levanto de muy buen humor, no soporto a aquellos dicen: «No me hables hasta que me tome un café». Les llamo de coraje y digo: «¡Buenos días!» (risas). No somos realmente conscientes de la enorme fortuna que es estar bien, sanos. No podemos darlo por hecho.

Este es tu noveno disco. ¿Sigue siendo diferente la vara de medir a las mujeres en la música?

A las artistas, simplemente con la ropa, ya se nos evalúa de forma distinta. Tenemos que ir monas, y ellos si van en chándal, son enrollados. Pero aparece tú así. Los comentarios son: «No ha tenido tiempo de vestirse», «qué le pasa», «¿está bien?». Muchas veces son cuestiones -educacionales que tenemos que cambiar. Por suerte, somos muchas las que estamos en esa rebeldía. Hace años un chico me dijo: «Si te abrieses un botón, te iría mucho mejor la vida». Y le contesté: «¿El botón para quién, para ti? No necesito abrirme nada. Tú qué sabes de cómo me va la vida». Yo soy la que decido cuándo me desabrocho un botón, si quiero enseñar hasta el ombligo o mostrar la pierna hasta la cadera, no me lo tiene que decir nadie. La industria está muy enfocada en favorecer a los chicos y, aunque queda todavía camino por recorrer, estamos avanzando. Cada vez hay más hombres, dentro y fuera de la música, que nos apoyan y que lo entienden. El talento no debería depender del género.

Siempre has hablado claro. ¿Eso pasa factura?

Quizás un poco últimamente, porque estamos en una ola política que intenta acallar o apagar la libertad, la naturalidad. Me he sentido presionada por algunos periodistas, como si tuviera una obligación de contar ciertas cuestiones. Yo me he sentido siempre libre, de hecho, en esa libertad me he mostrado desde que nací con mis amigos, mi entorno y mi equipo de trabajo. No he tenido ningún problema, otra cosa es que yo sea una persona superdiscreta. Si tú pides naturalidad, ¿por qué tienes que exigirle a nadie que levante la bandera en tu nombre? ¿Tú no quieres franqueza? ¿No quieres integrarte y que todo el mundo te reconozca tus valores? Pues hazlo. Muéstrate de manera natural donde quiera que sea con quien quiera que estés.

vanesa martin x ellepinterest
Rafa Gallar
Abrigo ‘oversize’ en lana rizada con cinturón y lentejuelas de Dolce & Gabbana.

Llegaste a la música por casualidad, ¿te quedas?

(Risas). Sí, porque hago lo que amo y, aunque no sea para llevarlas a un escenario, siempre compondré canciones. Ha sido así desde niña. Yo no sabía a lo que quería dedicarme. Quise ser médico, abogada y bióloga marina (risas). Cuando terminé bachillerato –que ya empezaba a cantar en algunos sitios, pero como hobby–, me metí en Magisterio de música. Ahí conocí a mi grupo de amigos y dos estudiaban Pedagogía. Hablaban tanto de eso que me fascinó. Acabé Magisterio y salté a Pedagogía. Luego, en un viaje a Madrid, me subió al escenario una amiga que estaba cantando de casualidad, y ahí empezó todo. Había un chico de Sony, me dio su tarjeta y me dijo: «Qué bonito lo que acabas de cantar, dame una maqueta». ¡No tenía nada! Estaba terminando la última asignatura y no sabía hacia dónde quería ir. Pero siempre me he dejado llevar por mi corazón. Y pasó.

Si se acabasen las grabaciones y las giras, ¿qué harías?

Cultivar un huerto y tener animales, viajar, seguiría escribiendo y le daría paso a la pedagogía, intentaría ayudar a abrir mentalidades para construir una sociedad un poco más igualitaria, justa, libre y divertida. Lo mismo que pretendo con mis canciones.

*Maquillaje y peluquería: Soledad Rebollar.