- En la mirada tímida de Delphine Arnault en esta foto de 1991 reconozco la quietud de buena chica que también tiene Sofia Coppola. Hijas protegidas, muy mimadas, con vocación de suceder al padre pero con una voz propia. Más melómanas incluso que amantes de la moda; calladas pero contundentes, con un rictus entre la impasibilidad y el desinterés. No tienen miedo a ser un poco nerds. Tan parisinas como neoyorquinas, y con buen ojo para saber qué interesa a las mujeres.
- Lo que más disfruto del paseo diario a media tarde son los momentos de conversación con desconocidos, ni que sea por el alivio de dejar de escucharme un rato a mí misma (los que escribimos tenemos una voz pesadísima dentro).
- La prosa lorquiana del vendedor en el mercado: «Una, dos, tres, cuatro / braguitas de cuello alto / el algodón no engaña / braguitas sin estrená».
- La melancolía y el deseo tienen en común embellecer lo que nunca fue gran cosa.
- No quisiera yo deprimiros la Semana Santa, pero llevo días pensando en que las personas con una casa posiblemente deban venderla para poder pagarse en la vejez las curas o la residencia, ya que con los ahorros y la pensión no llegarán. ¿Qué ocurrirá con las personas sin esa propiedad?
- Echando la vista atrás pueden verse las divisiones y momentos clave de nuestra propia vida. Las hormonas —algo tan prosaico y primario— marcan unas fronteras psicológicas claras. Libres de su tiranía seríamos mucho más lúcidas y prácticas.
- Me repugnan esos platos de muestra que se dejan en los mostradores altos de panaderías, queserías o charcuterías para que los clientes prueben. Tengo la impresión de que todo el mundo tose y estornuda encima.
- Sin mala leche no hay arte.
- No voy ya a ciertos tipos de restaurantes o menús degustación porque no quiero que me expliquen parrafadas del plato que tengo delante. Solo quiero comer en paz y hablar de tonterías con mi acompañante. Conforme me describen esos platos complejos los olvido, igual que cuando me presentan a alguien y su nombre se me borra al instante. Tampoco quiero opinar luego —en instagram, en una reseña online, en un artículo— de lo que he comido.
- La cultura —sobre todo la popular— está rodeada de una mirada irónica insufrible. Defendamos una nueva ingenuidad (sin frivolidad, sin ñoñería) en la que uno pueda acercarse a la emoción de una obra sin la coraza y la pose de la distancia.
- Sigo sin probar la terapia; creo que solo sirve para cambiar una infelicidad patológica por una infelicidad razonada.
- Aquello que respondió Jean Touitou (el fundador de A.P.C.) cuando le preguntaron porqué su marca no celebraba la fashion week con ningún encuentro social: «Las fiestas de la moda son un abismo de tristeza».
- La duda prudencial es buena, pero cuando una marca tiene miedo, está lista. Hay que estar siempre plenamente convencido del propio camino.
Marta D. Riezu es periodista especializada en comunicación de moda y ha publicado dos libros: Agua y jabón (Terranova, 2021) y La moda justa (Anagrama, 2021).