Hay artistas que conquistan el espacio. Joana Vasconcelos (París, 1971) lo hace con una desfachatez calculada, un humor afilado y una capacidad desbordante para mezclar lo popular con lo monumental. La artista portuguesa, una de las más relevantes de la escena internacional, de la mano de la Fundación Casa de Alba y Dior, ha convertido el Palacio de Liria de Madrid en el escenario de su última osadía: Flamboyant. Una exposición que no solo ocupa los diferentes salones, sino que los transforma. No es una muestra al uso ni una simple instalación: es un diálogo vibrante entre la historia y la modernidad, entre la majestuosidad aristocrática y la exuberancia de una genio que no cree en los límites. Un palacio que, hasta ahora, se percibía como el epítome de la tradición, la elegancia y la realeza, ahora se ve invadido por encajes gigantes, tacones imposibles y animales fantásticos hechos de cubiertos de plástico y ganchillo. ¿Quién dijo que la historia y la irreverencia no podían convivir?

Desde que en 2005 se dio a conocer internacionalmente en la Bienal de Venecia con La novia –un colosal candelabro hecho de tampones–, Joana no ha dejado de provocar. Su lenguaje es reconocible al instante: la ampliación desmesurada de objetos cotidianos, la incorporación de técnicas artesanales como el encaje o la filigrana y un sentido del humor que desafía la solemnidad del arte contemporáneo. En Flamboyant, todo esto se potencia hasta el exceso. Sus instalaciones hablan con Murillo, Velázquez y Goya, las lámparas de araña y los retratos solemnes, convirtiendo la residencia de la Casa de Alba en una galería de contrastes. Porque Vasconcelos no irrumpe, sino que seduce, enreda y transforma la rigidez del lugar en algo vibrante, inesperado y, sobre todo, vivo.

Realeza de encaje y neón

Recorrer Flamboyant es adentrarse en un universo en el que la tradición se reinterpreta con humor y un sentido del espectáculo sin fisuras. Desde el momento en que cruzas la puerta principal de Liria, te das cuenta de que el lugar ha cambiado. Sus obras monumentales y colosales invaden estancias que hasta ahora parecían intocables. El arte contemporáneo se funde con la historia sin pedir permiso, y el resultado es, sencillamente, deslumbrante.

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Juan Rayos

En la biblioteca legendaria del palacio, donde la casa da Alba conserva una carta manuscrita por Prosper Merimée, te encuentras con Carmen. Una lámpara gigante suspendida del techo aderezada con un sinfín de pendientes folclóricos. No hay que ser una experta en ópera para entender la referencia: el espíritu indomable de la cigarrera de Bizet sobrevuela con majestuosidad entre incunables y libros nobles. Una obra desafía, seduce y reclama su espacio en un mundo que aún lucha por entenderla.

En la capilla del palacio, el impacto es inmediato. Flaming Heart ilumina la sala con un derroche de luz roja y destellos dorados. Inspirado en los exvotos tradicionales, este corazón gigante y llameante, confeccionado a mano en ganchillo de lana, telas, LED y cables de acero, palpita entre lo divino y lo profano, desafiando el silencio solemne del lugar. No hay herejía en su presencia, sino una invitación a repensar la sacralidad desde una óptica contemporánea bajo la luz de la cúpula.

Tacones de otro tiempo en el Salón de Baile

Uno de los puntos álgidos de la muestra se encuentra en la escalera principal, donde cuelga la espectacular escultura textil Valkyrie Thyra. La artista ha creado una valquiria de tejidos exuberantes confeccionados por Dior, con colores vibrantes y volúmenes imposibles, que parece flotar entre los escalones y desafiar la gravedad. Su presencia en Liria no es casual: es una guerrera contemporánea en un espacio donde la historia se ha contado siempre desde un prisma masculino. Y ahora, ella es la protagonista.

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Juan Rayos

Ya en la primera planta, pocas piezas de Vasconcelos son tan icónicas como Marilyn, una escultura monumental que representa unos zapatos de tacón de aguja construidos con ollas y tapas de acero inoxidable. En el Salón de Baile, este homenaje a la feminidad –y a su carga de opresión y deseo– adquiere una dimensión nueva. Es un guiño a la diva que encarnó Marilyn Monroe, pero también una reflexión sobre el peso del rol femenino a lo largo de la historia. ¿Hasta dónde nos elevan estos tacones? ¿O es que en realidad nos atrapan?

O la obra J’Adore Miss Dior que recrea el característico lazo Miss Dior de la Maison en dimensiones gigantes con cientos de frascos del perfume J’Adore de Dior, hechos de resina, poliéster y vibra de vidrio e iluminados con luces LED que van del rojo al rosa.

Con Flamboyant, Joana Vasconcelos ha logrado lo que pocos artistas contemporáneos consiguen: deslumbrar sin perder la profundidad, desafiar sin caer en la provocación vacía. Su obra es barroca y pop, es feminista y festiva, es una explosión de color que invade el Palacio de Liria como si siempre hubiera estado allí, esperando el momento justo para hablar. Y ahora lo hace, alto y claro. ¿Estás preparada para escucharla?

Información práctica

Exposición: 'Flamboyant', de Joana Vasconcelos

Dónde: Palacio de Liria, Madrid

Hasta cuándo: Hasta el 31 de julio

Precio: entradas al palacio y exposición, 23 euros

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Claudia Saiz Puig es Jefa de Actualidad de ELLE y Coordinadora ELLE Kids.