«Siempre digo que Rick es mi animal espiritual (el científico brillante, sin filtros y motor de las historias más disparatadas en la ficción de dibujos animados para adultos ‘Rick y Morty’). Me gustaría ser como él, porque le da igual todo, aunque esto al final le causa un montón de problemas», dice DORA (Madrid, 2004) –así, en mayúsculas y con fuerza–, la compositora y cantante hija de Bimba Bosé y Diego Postigo. Alguien a quien sus 20 años no le suponen una barrera para conquistar este mundo ni el de Oz. De niña, quería ser astronauta, su primer referente musical fue Aretha Franklin y es la viva imagen de una generación llena de contradicciones y emociones. Este último año ha sembrado lo que se ha convertido en su viaje más personal hasta la fecha: su álbum debut A flor de piel (su próximo concierto es en la Sala Villanos de Madrid, el 30 de noviembre), con temas honestos y reflexivos que hablan de los sentimientos experimentados en su etapa de adolescente. Siempre ha sabido cuál era su vocación: cantar y transmitir, y los versos que componen cada uno de los 14 tracks, así lo constatan.
¿De qué modo A flor de piel te ha hecho crecer?
Es un reflejo de lo que han sido mis últimos años. Soy una persona sensible y que se enamora cada día. Todos estamos un poco a flor de piel, otra cosa es que te permitas mostrarlo. Por eso buscamos distracciones para que eso no suceda.
¿Cómo consigues dejas atrás lo que te molesta?
No lo hago, porque forma parte de mí. Tus cicatrices siempre van a estar ahí, aunque intentes deshacerte de ellas. Yo tengo un montón, son mis historias, y escribir, mi manera de abrazar mi oscuridad, me gusta buscar la luz que hay en ella. Soy curiosa e intento ser lo más yo posible, sin machacar al otro. Eso me parece lo más importante del mundo.
En Nada que perder hablas de tu generación. ¿Cómo es nacer escuchando constantemente la palabra crisis?
Veo un mundo muy triste. Que me digan que la vida es preciosa, pues, mira, no estoy de acuerdo. A veces lo es, sin embargo, el 90% del tiempo siento que lucho contra cosas. Está bien celebrar la existencia, pero también tenemos la realidad y debes vivir en ella, no de espaldas. Hay tanta mierda y todo va tan rápido. Somos una generación que ha nacido ya con toda esa carga, con referencias negativas constantes, catástrofe tras catástrofe... Sólo hace falta ver las noticias para darte cuenta. Por eso la juventud es así de inquieta, piensa que se le acaba el tiempo.
¿Por qué los jóvenes soléis ser sospechosos habituales?
Porque resultamos impredecibles, incluso para nosotros mismos. Creo que eso es lo que da tanto miedo. Y también porque somos algo nuevo: la nueva generación, y eso no sienta bien. El resto ve cómo el tiempo le pasa por encima, y en lugar de juzgarnos, tendría que hablar más con nosotros, pues el día de mañana nos tocará sostener todo esto.
¿Cómo se vive en la era del éxito veloz y monitorizado?
Antes escuchar un disco, ver una peli o leer un libro era un ocio más, ahora es un esfuerzo o una competición. Lo que me perturba de la música actual es el consumo rápido. Me entristece y me cabrea, porque estamos perdiendo esa paciencia para valorar lo artístico, para pararte una hora o dos y disfrutar con calma. Todo suena igual y a penas hay riesgo. Mis padres me enseñaron a no ponerme ese peso encima, porque la música si la haces con ansia y la quieres ya, sólo creas un producto. Y es algo que tienes que alimentar de sentimientos, de cosas que has visto y vivido...
«Sé que no querías la gloria, sólo estoy contra mí, qué estoy haciendo, sabes que pierdo otro momento, cuando lo pienso más, sabes bien que nadie volverá a pararme los pies», cantas en Autoboicot. ¿Has dudado de ti por la edad?
Estoy en constante incertidumbre. No hay una fórmula certera para avanzar. A veces pienso que todo viene impuesto, que hay que hacerlo así porque sí. Y no es verdad. Cuando rompes con esa creencia, a la gente no le gusta. Todos nos autoboicoteamos de alguna forma, incluso sin darte cuenta, porque te lo tapa el ego. ¿Cuándo el arte, la música, la literatura, lo que sostiene a una sociedad, han tenido que ir en una misma dirección? El problema es que no sólo está la cancelación social, sino también la nuestra propia por temor.
A raíz de esto último, sé que tu misión es transmitir al mundo... Hay una frase de la gran Nina Simone que me repito con frecuencia y dice: «¿Cómo puedes ser artista y no reflejar tu tiempo?». ¿Qué te parece?
¡Esa entrevista es increíble! De eso saco que la fuerza más poderosa del artista es mostrar lo que ve o siente a través de su mensaje. Y para comunicarlo bien, debes tener naturalidad. Si expresas algo íntimo con muchos filtros de por medio, lo más seguro es que no le llegue a la gente. Ahora en el mundo están pasando un montón de acontecimientos y siento que muy pocos hablan de ello. Lo interpreto como una decadencia, como que nos acercamos al fin, pero ahí siguen los cuatro de siempre hablando sobre que les han dejado sus novias.
¿A quién tenías en mente con Camino a Roma?
Es una carta a mi hermana Roma, y mi madre nació en esa ciudad. Yo soy la mayor de tres chicas y nos llevamos muchos años de diferencia. Con June, siempre he sentido la necesidad de protegerla y, cuando nació Roma, me volvió esa impresión, pero duplicada, porque ya no vivía en casa.
¿Quién te pone los pies en la tierra?
Mi padre. Me ha enseñado a cómo estar en mi propia cabeza. Escuchar el ruido de fuera condiciona la creatividad.
¿Qué compite con tu pasión por componer?
El amor es lo único que puede distraerme. Incluso abrazarse y el silencio que se crea en ese momento.