Son dos las épocas del año en las que la comida se convierte en un asunto especialmente conflictivo para quienes no tienen una buena relación con ella: la Navidad y el verano. Aunque en España la vida social gira alrededor de la mesa, en las fiestas y durante las vacaciones estivales la comida cobra una importancia aún más subrayada, por lo que desde comer un helado hasta tomar un trozo de turrón pueden ser gestos sin importancia para muchas personas mientras que para otras, esos bocados quedan anclados en la mente y son aderezados por la culpa.

Confieso que yo siempre he tenido una relación poco saludable con la comida por ser diabética tipo 1, por lo que comer no es nunca “comer”, sino poner en marcha una serie de cálculos: ¿Cuántos hidratos tiene este plato? ¿Voy a hacer ejercicio después? ¿Cuántas unidades de insulina necesito? Por si fuera poco, a lo largo de la vida nos dicen constantemente lo que comer y lo que no, por lo que lo que muchos ven como un placer, yo lo veo como una cárcel. Habrá quienes te tilden de histérica por medir lo que comes (de no hacerlo, los picos de glucosa pueden darte una desagradable sorpresa, pero eso no lo saben) y quienes si le pides a tu amiga probar su helado, harán de esa "osadía" una noticia bomba. Por eso, comer termina por ser una actividad sobre controlada no sólo por ti, sino por los demás. El dramita sigue: la enfermedad hace que las hormonas que controlan el hambre no funcionen de forma correcta, por lo que la sensación de hambre es constante.

Por supuesto, no hace falta ser diabética para tener una relación complicada con la comida. “Cada mañana, me pregunto si tomar copos de avena o un bagel para desayunar. Sobre las 11.30 me pregunto qué voy a comer. Luego pienso si tomar un donut a las 4 de la tarde me va a conducir a un ciclo de alimentación “mala” durante el resto de la semana, o si al resistirme podré comer “bien” hasta que el domingo vengan mis amigas a casa. Entonces, comeremos algo que me haga sentir mal, con la esperanza de que "seré buena" nuevamente el lunes”, escribe en ‘Stylist’ Alix Walker.

Las redes sociales promueven imágenes de cuerpos esbeltos y estándares de belleza poco realistas, pero también encontramos en ellas a figuras que promueven mensajes con los que ayudar a las usuarias a descubrir las trampas de la cultura de la dieta y a identificar cuándo tienen una relación poco saludable con la comida. Laura Villanueva, nutricionista TCA, es una de las que con sus vídeos y consejos quiere que sus seguidores mejoren su relación con la comida.

Ella ha subrayado lo nocivos que pueden ser esos vídeos tan habituales que hacen versiones “saludables” de algunos platos que no son precisamente los que aparecen en esas cuentas en las que entrenadoras con más abdominales que Sabrina Carpenter plataformas suben vídeos para hacer recetas que harían a Chicote llorar.

"La mayoría de veces, la opción más saludable es comerte ese dulce y disfrutarlo sin culpa"

“Un dulce no es más saludable por sustituir el azúcar por edulcorante y las harinas por proteínas o frutas (o lo que se haya inventado). La mayoría de veces, la opción más saludable es comerte ese dulce y disfrutarlo sin culpa. Lo mismo pasa con la hamburguesa, con la pizza... Cómetelas cómo quieras y cómo más te guste. A tu cerebro no le puedes engañar: si te gusta la pizza con base de brócoli, pues está perfecto. Pero si la prefieres con pan de toda la vida, cómela así, porque es cómo realmente te va a satisfacer”, explica.

"También está muy presente la cultura de la dieta al relacionar un alimento con engordar, como si el pan engordara y por cambiarlo por lechuga, automáticamente no lo hace. Quiero recordaros que la comida no engorda. No es el enemigo. No hay comida buena ni mala. La comida es comida y ya está", asegura.

"La comida ha de generar disfrute y placer, no miedo y ansiedad"

RBA Libros Nutrición sin dramas

Nutrición sin dramas
Crédito: Amazon.es

Señala que no hay alimentos "malos" ni que haya que compensarlo haciendo más ejercicio o restringiéndose. Sencillamente, asegura, hay alimentos con un perfil nutricional más satisfactorio, pero la comida ha de generar disfrute y placer, no miedo y ansiedad.

Patrones conflictivos al enfrentarnos a la comida

En su libro ‘Nutrición sin dramas’ (​​RBA Libros, 2024) indica algunos patrones que pueden ser conflictivos a la hora de enfrentarnos a la comida para poder detectarlos:

  • Comes de manera «limpia» entre semana y los fines de semana son una especie de barra libre en la que te permites comer todo aquello que no has comido entre semana.
  • Das un valor moral a los alimentos etiquetándolos como buenos o malos, lo que te lleva a una relación disfuncional con la comida.
  • Basas tu alimentación en productos tipo «bajo en calorías», «light», «sin azúcares»... creyendo que así te estás cuidando más y evitar sentir remordimientos.
  • Ir al supermercado te supone una experiencia estresante. Te encuentras constantemente calculando las calorías de los alimentos, revisando el etiquetado y evitando comprar productos considerados insanos para evitar la tentación de comerlos en casa.
  • Haces ayunos, te saltas comidas, haces cenas ligeras... y otro tipo de comportamientos para no pasarte con la ingesta de alimentos, para perder peso o para compensar.
  • Pasas gran parte de tu tiempo planificando qué, cuándo y cuánto comer. Si hay algo que se sale de tu plan, como un plan improvisado, te genera estrés y/o ansiedad. Incluso eres capaz de rechazar la invitación a salir por no saltarte el plan.
  • Miras en bucle recetas, tipo fit o healthy, que se ajusten a ciertos estándares de alimentación considerados saludables o bajos en calorías.
  • Tienes sentimientos de culpabilidad por haber comido algo que «no debías» y tratas de compensarlo ingiriendo menos comida a lo largo del día, haciendo más ejercicio...
  • Tienes normas alimentarias que condicionan tu manera de alimentarte como, por ejemplo, no comer hidratos de carbono por la noche, comer ocho piezas de frutos secos. no mezclar ciertos alimentos...

Isabelle Junot, binge eating coach, también cuenta con un perfil en Instagram en el que quiere que sus seguidores transformen su relación con la comida. Habla de lo habitual que es sentirse culpable por comer y hace a sus followers plantearte si realmente están disfrutando del verano o si están atormentándose por lo que comen o dejan de comer mientras se comparan con los demás.

"La imagen corporal realmente tiene que ver más con tus pensamientos que con tu cuerpo"

“Aceptar tu cuerpo no quiere decir que tienes que amarlo, puedes empezar por cambiar el chip y pensar en apreciarlo. Deja de compararte con los demás. Pregúntate en qué momento suelen surgir esos pensamientos. Filtra lo que consumes tanto mental como lo que eliges para alimentar tu cuerpo. Empieza a silenciar esas cuentas de redes sociales que te causan inseguridad. Es un ejercicio interno, deja de hablar mal de ti misma. Recuerda que la imagen corporal realmente tiene que ver más con tus pensamientos que con tu cuerpo”, recuerda.

El miedo a engordar hace que la cultura de la dieta señale lo que hacer para adelgazar

Al encontrarnos asentados en la cultura de la dieta, una serie de ideas y actitudes determinan lo que se entiende por saludable y atractivo en términos de apariencia física, que suele asociarse a la delgadez. Todo lo que se aleja de este molde suele traer consigo el estigma y la discriminación. El miedo a engordar hace que la cultura de la dieta determine lo que es oportuno hacer para adelgazar y encajar dentro de estos estándares, señalando además a determinados alimentos como “prohibidos”, por lo que emerge la culpa cada vez que se ingieren.

"Tener una relación sana con la comida significa abordar la alimentación de una manera equilibrada"

Lamentablemente, en realidad desde la infancia la comida suele emplearse para premiar, para calmar o para castigar, por lo que esas asociaciones se extienden hasta la vida adulta, cuando internalizamos esas reglas a ideas acerca de la comida. "Tener una relación sana con la comida significa abordar la alimentación de una manera equilibrada y flexible. Una relación que esté basada en la libertad para poder elegir, desde el disfrute y el cuidado hacia nuestro cuerpo y hacia nosotros mismos”, explica Miriam Blanco, Doctora en Psicología Clínica y de la Salud de Arbore TCA, un centro especializado en el tratamiento de Trastornos de Conducta Alimentaria.

“El verano supone una mayor exposición corporal, hay cambios en la rutina, los horarios cambian, son más flexibles… Tenemos más tiempo libre y aumentan los planes sociales alrededor de la comida, pudiendo favorecer a un aumento de la insatisfacción corporal y de las alteraciones en la conducta alimentaria”, explica.

Asegura que en personas que presentan un Trastorno de la Conducta Alimentaria, el verano se convierte en una época especialmente estresante y difícil, y da algunas sugerencias que disfrutar de lo que queda de estos calurosos días sin hacer que la báscula esté siempre presente.

  • Escuchar a tu cuerpo y las señales que te manda, respetando tus necesidades individuales y tus preferencias.
  • Aliméntate de manera equilibrada, incluyendo todos los grupos de alimentos.
  • Disfrutar del placer de comer, apreciar el sabor, la textura y la experiencia de los alimentos.
  • Dedica tiempo a actividades que te gusten y disfrutes.
  • Reduce el tiempo que pasas en redes sociales, y elige el tipo de contenido consumes. Apártate de aquel contenido que fomenta el cuerpo perfecto, el plan perfecto…
  • Rodéate de aquellas personas que te quieren y con las que te sientes bien.
  • Enfócate en todas las experiencias y sensaciones que el verano te presenta, disfruta de rodearte de aquellas personas con las que te sientes bien y… Recuerda que tu cuerpo es válido independiente de su forma y merece de tu cuidado y respeto.

Ojalá logremos pronto dejar de relacionarnos con la comida con tanta ansiedad como el protagonista de 'The Bear' y sólo gritemos "¡Sí, chef!" cuando nos pregunten si queremos repetir o si queremos postre.