No leo tanto. No tanto como leía. Y, sobre todo, tanto como quisiera. Según el Ministerio de Cultura, el 64,1% de los españoles lee. Inflemos pecho. Buena cifra. Este porcentaje creció por la pandemia.

Puede que no hayamos salido mejores, pero leemos más. Algo es algo. Según un estudio de Amazon de 2023, los españoles leen de media entre diez y doce libros. Uno al mes. Pero la editorial Planeta habla de tres velocidades lectoras: los que leen entre tres y cuatro libros al año; los voraces que leen cincuenta; y los superlectores, que andan por unos ochenta.

Hay mucha afición, pero también hay mucho postureo. El otro día descubrí el término riqueza de la estantería. Gwyneth Paltrow tiene un curador que le ayuda a saber qué libros tiene que tener en su estantería que queden bien. Me recuerda un poco a todas las familias en los 90 comprando enciclopedias como una especie de estatus del conocimiento. También hubo un boom de influencers comprando libros vacíos, solo tapas, para poner en su salón como objeto de decoración. La estantería pública son las redes. Existe ansiedad por publicar qué y cuánto leemos. Todos compartiendo listados imposibles (sí, yo también).

Suelo andar entre los tres y cuatro libros al mes. Esta cifra se dispara en vacaciones. Puedo llegar a ocho si tengo tiempo libre, y mar y playa, y calma. Si vuelo, consigo subir la media. En Navidad la cosa baja. Me preguntan: cómo haces para leer tanto. No es tanto, porque me comparo conmigo misma hace unos años que, en realidad, es la única comparación que merece la pena. Tengo un truco: libros por todas partes. En mi cuarto, al lado del sofá, en el móvil, en mi mochila, en la taquilla del trabajo, y suelo llevar uno por la calle. Muchas veces sólo lo paseo, pero otras leo en los tiempos de espera en lugar de mirar el móvil. Cuanto más veo TikTok menos leo. A veces, me descubro con un libro apoyado en el regazo y haciendo scroll por vídeos de porno inmobiliario: casas con piscina y vistas al mar. Casas que nunca voy a poder pagar. El otro día vi un ático de 47 millones en Nueva York. En realidad, yo pensé: «Cuántas casas preciosas en la playa se pueden comprar con ese dinero». En esas casas yo podría leer tantos libros...


Estos son algunos de los libros que más veces he recomendado. Si te gusta leer, son un acierto seguro: