He de confesar que cuando la revista ‘AD’ publicó las fotos de la impresionante nueva casa de Los Javis, lo que me llamó la atención no fue ni la maravillosa biblioteca, ni las obras artísticas que decoran su hogar, sino el momento de la entrevista en el que Ambrossi explica que en los años previos, Calvo y él alquilaban una casa en Ibiza para refugiarse en la tranquilidad que brinda alejarse de todo y poder así dar forma a proyectos como 'La Mesías' o 'Veneno'. “Escribir no sólo es el acto mecánico, sino que implica leer, pensar o pasarte días enteros sin que te surja ninguna idea. Por eso necesitábamos un espacio donde pudiéramos sentirnos inspirados y cómodos, y que nos ofreciera la posibilidad de dar una vuelta por el jardín para desatascarse. Nuestra nueva casa cumple ese propósito”, señala el productor y director.

cómo inspirarte
HBO
Imagen de ’The White Lotus 1’

Pensé en lo inmensamente complicado que es escribir cuando tu trabajo consiste precisamente en e-s-c-r-i-b-i-r. Alejarte de la cotidianidad y de las obligaciones, así como buscar inspiración (¡y ganas!), se convierten en elementos básicos a los que no todo el mundo puede recurrir. El año pasado tuve el placer de entrevistar a la legendaria y prolífica (el adjetivo no es fruto del azar: ha publicado más de medio centenar de novelas, más de cuatrocientos relatos breves, nueve obras de teatro…) escritora Joyce Carol Oates en un congreso en el que lo primero que quise saber es cómo pone en marcha su envidiable rutina de escritura diaria, pues se asegura de hacer de un acto en teoría tan mágico y creativo todo un trabajo de oficina, ya que escribe ocho horas diarias.

"Necesitas tiempo de libertad, de reflexión"

Normalmente sugiero a las personas que les cuesta escribir, que paseen muchas horas y piensen en lo que quieren escribir, lo imaginen como si fuera una película. Así es mucho más fácil que sentarte directamente delante del ordenador, que resulta demasiado brusco, inmediato. Necesitas tiempo de libertad, de reflexión”, confesó. Como el tiempo (¿o es la vida?) se me está echando encima para escribir mi siguiente libro, y temo terminar como la protagonista de ‘Girls’ y aquí podría terminar la frase, que es incapaz de cumplir una entrega a causa de problemas de salud mental y ansiedad, he decidido que lo mejor es reflexionar acerca de si las romantizadas escapadas y retiros para crear son posibles o si al final, cuando escribir es tu trabajo (creo que poner “pasión” y “trabajo” en la misma frase, a no ser que seas Don Draper y la pasión que te mueva se relacione más con faldas que con temas laborales, es ciertamente tóxico), lo mejor es poner en marcha una mentalidad Excel y comprender que si no eres rica, para escribir no puedes recorrer el mundo para inspirarte ni tomarte unos eternos días para teclear.

"Lo de irte fuera o tomarte una temporada sólo es factible si tienes un buen colchón económico"


“No creo haberme sentido inspirado nunca en mi vida. Nunca he sentido un destello que me ha golpeado y lanzado al suelo y me ha obligado a escribir. Lo que he hecho es sentarme delante de un teclado y he forzado la aparición de la musa, que siempre acude”, explica Rodrigo Cortés, que acaba de publicar ‘Cuentos Telúricos’. “Lo de irte fuera o tomarte una temporada sólo es factible si tienes un buen colchón económico, pero depende lo que sea para ti la escritura. Si es tu trabajo, al final deja de ser tiempo libre, por mucho que lo disfrutemos. Si es más hobby, depende de que tengas seguridad para poder permitírselo”, señala Juan Arcones, autor de de la trilogía 'Sin Miedo', 'Mi Probable Favorito' y 'Un rey de verano'.

castell de vallgorner
Castell de Vallgornera
En este espacio de Castell de Vallgornera estuve escribiendo



Mientras me dirijo al recién inaugurado Hotel Boutique Castell de Vallgornera, ubicado en un antiguo castillo familiar que data del siglo XII en Peralada, para descubrir si la creatividad puede o no forzarse ser invocada, me pongo el contacto con diferentes escritores y escritoras para descubrir si sus obras fueron fruto de retiros inspiradores o de sesiones de escritura encajadas entre pausas laborales. “Prefiero escribir de cinco a nueve de la mañana para evitar tener que hacerlo los fines de semana, porque al ser periodista y ganarme la vida escribiendo, cuando llega el fin de semana, intento desconectar. Pero no es fácil hacerlo, especialmente para quienes son freelance, al igual que tampoco es sencillo poder coger unas vacaciones “medio largas”. Es más: si me voy de vacaciones, la desconexión hace que desconecte de verdad, por lo que no escribo”, asegura Leticia García, autora de ‘Batallón de modistillas: Las mujeres olvidadas que construyeron la moda’.

"Hay que escribir hasta horas intempestivas, pedir días libres o incluso días de baja en el trabajo"

Javier Parra, autor de ‘Scream Queer 2. La venganza’, comparte su opinión con 'Elle'. “La mayoría somos precarios, por lo que escribimos en nuestro tiempo libre. Ojalá poder hacer como esos autores y autoras a los que les proponen una beca para estar retirados unas semanas en lugares de ensueño... Aunque ahora que lo pienso, ¡en realidad nunca he aplicado a esas becas! Mientras tanto, hay que escribir hasta horas intempestivas, pedir días libres para poder escribir o como muchos han hecho -yo incluido-, pedir días de baja en el trabajo para sacar tiempo y poder escribir”, asegura. La inmensa mayoría no escribe en un imponente jardín como el de Los Javis, sino en un pisito diminuto en el que con suerte, hay un minúsculo balcón desde el que teclear imaginando que esos rayos de sol te han encontrado en una playa paradisiaca, no escudada tras las sábanas que acabas de tender para que se sequen...

Llego a mi destino con tan solo el ordenador portátil, mi perra y un libro que desafortunadamente, lejos de ser una obra con la que inspirarme, es una que tengo que devorar a lo largo de mi estancia para preparar una entrevista con su autora, pues cuando tu trabajo consiste en escribir y en hacer entrevistas, leer y ver películas y series deja en muchas ocasiones de ser parte del ocio para convertirse en un aspecto de tu trabajo más. Por eso, mi experimento consiste en ver si realmente, alejarse de la realidad durante un día puede ayudar. ¿Dónde están el Mago Pop y su magia cuando se les necesita?

El olor del petricor (juro que esta frase no sale de una taza) me invade en el instante en el que abro el ordenador en una inmensa mesa en la que me siento sin absolutamente nadie alrededor. Lo cierto es que la página en blanco jamás me ha dado pánico, sino que me incita a escribir, quizás por el horror vacui que me caracteriza y que hace imposible que me enfrente a espacios vacíos sin necesidad rellenarlos y ornamentarlos de forma inmediata. Sin embargo, me paralizo al recordar las palabras que una conocidísima creadora de libros (como se define a sí misma) me dijo hace algunas semanas: “Creo que hay muchos libros que no tendrían que existir”. Auch. Y entonces, pienso en un articulo publicado en ‘The Guardian’ hace ya 10 años, en el que Colin Robinson planteaba a los escritores y escritoras que pararan de escribir un año entero.

“Por supuesto que perderíamos algunos trabajos maravillosos durante “El año sin escritura”, y eso no debe tomarse a la ligera. Pero miremos las compensaciones: todos podríamos relajarnos, hacer un balance y salir del carrusel de mantenernos al día con las últimas ofertas. Basta pensar en lo que se podría hacer con el tiempo libre: podríamos releer los libros que amamos; dedicar el tiempo que demandan ciertas obras de poesía y filosofía, e incluso abordar esos tomos de una extensión que antes resultaban prohibitivas con lánguido ocio”, escribe. “Quienes escriben podrían llenar las horas vacías uniéndose a nosotros, los lectores, inmersos en el trabajo de otros, para gran beneficio de su a menudo exagerado sentido de sí mismos. Casi se puede oír el silbido de la autoestima comprimida al liberarse. Incluso podrían empezar a gustarme de nuevo quienes escriben”, asegura el editor literario, que pese a la manía que manifiesta tener por sus clientes, no es el mío.

"Escribir puede ser una tarea agotadora e implacable"

Sarah Stodola, en ‘Process: The Writing Lives of Great Authors’, analiza los métodos de escritura de los grandes de la literatura al tiempo que reflexiona acerca de los suyos. “Las vacaciones son invariablemente "vacaciones de trabajo" cuando estás en medio de ellas, y dejas de sentirte cómoda con el concepto de relajación. Pero la mayor parte del tiempo que estuve escribiendo el libro, estuve feliz de hacerlo. Parafraseando a Salman Rushdie, escribir puede ser una tarea agotadora e implacable, pero incluso en el peor de los casos, es mejor que tener un trabajo regular”, escribe antes de señalar que incluso Margaret Atwood lucha contra los atracones de Internet.

margaret atwood
Leonardo Cendamo//Getty Images

“A Atwood le encanta Internet, y aún así, tiene dos computadoras en su estudio, una de las cuales no tiene conexión, para poder trabajar en ella”, escribe. Resulta llamativo cómo genios como Kafka encontraron precisamente el motor de la escritura en esos trabajos que se encargaban de pagar el alquiler, esos que al terminar y abrir las puertas de su tiempo libre, le condujeron a escribir. “La burocracia abrumadora, que induce a la confusión, y la estructura incomprensible impuesta desde alguna nebulosa superior", escribe Stodola, fueron las que inspiraron algunos de sus mejores escritos, incluidos ‘El proceso’ y ‘La metamorfosis’.

Lamentablemente, no soy ni Kafka, ni Atwood, pero una carambola de la vida ha hecho que esté en un castillo que cierra sus puertas a las 21 horas cuando el equipo termina su jornada, por lo que mi perra, una pareja y yo pasamos a ser los únicos que ocupan este relajante espacio. Me voy a una tumbona de la piscina para ver si puedo escribir más y me doy cuenta de que necesito oficialmente tomarme unos días libres o plantearme hacer de los fines de semana los días oficiales de escritura “no laboral”, porque la enemiga de la creatividad es la prisa, y saber que al día siguiente, a las 12, tengo que coger el tren de vuelta hace que en mi mente aparezca una especie de cronómetro que me indica cuántas horas de tranquilidad tengo. De fondo sólo escucho pájaros, unas lejanas ovejas y el sonido del silencio, porque definitivamente, ese sonido que encierra un inmenso oxímoron, existe.

"Me gusta pensar que la literatura consigue reventar el asfalto"

Gabriela Consuegra, autora de ‘Ha pasado un minuto y queda una vida’, sí cree que hay que dedicar cierto espacio a la escritura. “Personalmente no conozco a un solo escritor que no haya necesitado ese espacio y esa dedicación casi absoluta en algún momento del proceso que supone escribir, sobre todo para cerrar el libro. Cada uno lo busca como puede: unos en Mallorca, otros en algún pueblito de la costa de Italia, otros en su piso en la madrugada y otros en un avión”, explica. “La creatividad es una cosa muy salvaje y nada en el mundo te garantiza esa convivencia. Para mí la escritura tiene mucho de hábito y, en ese sentido, yo preferiría un hábito en medio de la Costa Blanca que en mitad de un vuelo Madrid - Barcelona, pero la vida tiene otros planes. Sea como sea, me gusta pensar que la literatura consigue reventar el asfalto, las capas y capas de urgencias y dificultades y contratiempos y responsabilidades y pequeñas o grandes precariedades que hay que sortear para escribir. Los escritores que más me sacuden, y esto lo digo como lectora, son esos, Irene Vallejo, Juan Tallón, Alejandro Zambra, Almudena Sánchez... A esa gente la reventó la literatura, y eso se nota”, dice.

A mí lo único que parece poder reventarme en la cara es la ansiedad, así que regreso al patio del castillo, desde donde veo una de sus torres, y me pongo a escribir. Hay quien dice que escribir es reescribir y quien cree que es robar. Yo creo que se trata de tomar prestado. Así que teniendo en mente las palabras de las autoras y autores consultados, escribo sin saber si el texto va a ser reescrito una o cien veces, pero con la certeza de que a falta de una casa en las afueras con un jardín en el que crear, definitivamente necesito unos días, y un lugar, para escribir, porque si leer es viajar y descubrir, creo que a veces es necesario hacer lo propio.

Si me leen Los Javis, les pido que me presten un huequito en su jardín, porque si algo diferencia a las casas ‘made in Spain’ de las que salen en los realities inmobiliarios de Netflix (sorry si esperabas que mi fuente de inspiración se encontrara en alguna joya oculta de Filmin), es que no tienen casa de invitados. Supongo que el hecho de que yo me plantee no pasar una noche, sino una temporada, explica bien porqué.

P.D.: En mi idílico retiro no conseguí avanzar en el libro mucho, pero sí escribí este texto.