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Rodrigo Cortés es muchas cosas. Entre ellas, un tipo con suerte: trabaja en los dos mundo que le apasionan y exprime la belleza de ambos. El escritor y director (el orden de los factores, en este caso, no altera el producto) presenta ‘Cuentos telúricos’, y por más que la obra se define como “una colección de cuentos casi fantásticos”, está lejos de ser un “casi”. La fantasía que cada página recoge excede los caracteres al tiempo que el autor acaricia las letras sin resultar nunca esnob. Como ya comprobamos en su podcast 'Todopoderosos', que comparte con Arturo González-Campos, Javier Cansado y Juan Gómez-Jurado, su discurso fuera de las páginas es igualmente envolvente.
Responde de forma inmediata a cada pregunta, pero se asegura de saborear cada palabra, como si tuviera un autocorrector mental capaz de hacer que cada frase parezca fruto de una revisión constante; revisiones que de hecho, son las que hacen que su escritura no sólo satisfaga a sus lectores, sino a sí mismo, pues se cerciora de que estar siempre satisfecho con su trabajo cuando lo entrega. "Creo que lo que hago en general está bien, porque si no lo está, sigo trabajando hasta que lo esté", asegura.
Su cine también domina la excelencia. Tras títulos como ‘Buried’ o ‘El amor en su lugar’, la película que tal y como confesó Cortés a ‘El Mundo’, hizo a Martin Scorsese salir de su casa durante la pandemia, pronto estrena ‘Escape’, que contará con la producción de Scorsese y cuyo cartel es también lo opuesto a los "casis". Mario Casas, Anna Castillo, Juanjo Puigcorbé, Guillermo Toledo, Blanca Portillo y Jose Sacristán son los protagonistas de este esperado trabajo. Pero hoy quedamos con él para hablar de ‘Cuentos Telúricos’, y como un pajarito nos comenta poco antes del encuentro que Cortés prefiere hablar desde su vertiente de escritor, decidimos dejar las preguntas sobre su siguiente proyecto cinematográfico para la siguiente charla.
Tus relatos tienen mucho de magia y de fantasía, pero también de surrealismo… ¿Son cualidades diferentes?
Lo mágico es lo que o bien excede las leyes de la naturaleza, o lo que simplemente responde a causas cuyo origen desconocemos. Lo surrealista proviene de aceptar lo irracional y de trabajar con ideas o imágenes no intelectualizadas para desproveerlas de toda voluntad alegórica y modelar su energía sin cuestionar nada más.
Al hablar de surrealismo, y puesto que en alguna ocasión has explicado que cuando escribes, no lo haces sabiendo el destino final del escrito, ¿podríamos hablar en cierto modo de una suerte de escritura automática, casi dadaísta?
No creo en la escritura automática, porque a nadie nos posee un autor muerto, pero por mucho que tratemos de solemnizar el acto de creación, en el fondo va de inventarse cosas, contar mentiras e improvisar sobre la marcha. Se puede improvisar a priori y organizar una escaleta para pisar sobre firme después, pero al comienzo no hay nada, y lo que uno hace es inventar.
Hay obras con frases hechas casi para subrayar. ¿Te regodeas en la forma de escribir?
Retrabajo mucho. Como escribo muy rápido, mi primer borrador puede serlo. 'Gente Serpiente', que es el relato más largo del libro, lo escribí probablemente en dos tandas. Tras el primer borrador, empecé a reestructurarlo, a cambiar personajes y diálogos completos, a eliminar determinadas escenas o personajes… Una vez tengo ese primer borrador cerrado, trabajo y retrabajo la música. Intento que lo difícil parezca más y más fácil cada vez, e intento no renunciar a la complejidad. Por muy inextricable que pueda parecer una subordinada interminable, intento que resulte muy clara para el lector y que pueda cabalgarla con mucha claridad, aunque llegue extenuado al punto final, pero que sepa exactamente dónde está.
Mucha gente asegura que relee tus relatos y que al hacerlo, extrae diferentes significados. ¿Cómo te hace sentir?
Eso es lo que más perplejo me tiene. No sólo me pasma que muchos lean pasajes o cuentos enteros, sino que quieran hacerlo, porque no se deriva de la incomprensión, sino del deseo de exprimir un pasaje para sacarle todo su jugo. Es algo que deriva del disfrute. Me tiene contento de un modo inesperado.
Releer un relato supone que en tiempos de inmediatez, la gente se está atreviendo a parar para hacer algo que ya ha hecho antes. Al mismo tiempo, los relatos parecen hechos para estos momentos de atención líquida, ¿no?
No creo que cuando uno escribe un cuento esté haciendo una declaración en contra de la novela, ni que al hacer una novela, se esté trascendiendo al aforismo. Puedes correr en diferentes distancias y cada uno tiene su propio vocabulario y lenguaje. Tiene mucho sentido que en un mundo en el que los capítulos duran cada vez menos y la atención de la gente es cada vez menor, triunfen los cuentos, pero no es así. Triunfan las novelas e idealmente, las trilogías. De hecho, la gente prefiere que responden a un universo de diez libros, y valora aún más si permiten spin offs. La respuesta honesta que puedo darte a esto y a todo lo que me preguntes a partir de ahora es clara: no lo sé.
Los relatos suponen enamorarte una y otra vez … ¿Eres experto en micro duelos ?
No siento duelos de ningún tipo. Olvido rápido y me apego poco a las cosas. Soy poco nostálgico en general, y eso incluye lo propio. Cuando acabas algo, sientes más bien el alivio de que puedes pasar a otra cosa. Trabajo una y otra vez el libro, pero cuando se edita y está en la tienda, no vuelvo a leerlo jamás, obviamente. Imagina que yo ahora me fuera rápido a casa porque a las 20h ponen ‘Buried’ en la tele. Sería muy triste. Pero es cierto que arrancar un universo es un deporte de riesgo, y cada vez que comienzo un nuevo relato, tengo que generar un universo con nuevos personajes y conseguir que la bruma invisible de los primeros pasajes de texto se haga concreta y adquiera contornos y formas lo antes posible.
Los niños de tus relatos no son seres de luz. Hay algunos realmente molestos, incómodos e incluso odiosos. Qué placer que por fin los niños puedan dejar atrás esa supuesta inocencia, ¿no?
A menudo me preguntan si me gustan los niños, y la respuesta es... “Como los mayores”. Este sí, este no, esté un poco, este casi nada... No veo ninguna diferencia entre un niño y un adulto en este sentido. Los niños de estos cuentos son diferentes entre sí. Unos son protagonistas de relatos, otros mensajeros más o menos desprogramados con mensajes más o menos improbables… Sin embargo, nunca están tratados con condescendencia ni paternalismo. Cumplen la misma función que cualquier otro personaje, y pueden incluso dar mucho miedo, como el personaje de Loli, de 'Gente Serpiente', que es uno de los personajes que más pavor me dan a mí mismo de los que he escrito y que por tanto, disfruté mucho, con un placer culpable.
¡No te hacía de placeres culpables!
A veces disfrutas de cosas de las que sabes que no deberías disfrutar. Cuando escribí por ejemplo el largo monólogo del sargento alemán en 'El amor en su lugar', disfruté mucho, porque tienes que disfrutarlo como escritor. No te tiene que gustar el personaje, pero para poder habitarlo y lograr que sea divertido y terrorífico a la vez, tienes que pasártelo bien, aunque mires alrededor por si alguien lo está notando.
¿Tiendes a justificar a tus personajes por encima de todas las cosas?
Los actores dicen a menudo que son abogados defensores de sus personajes. En lo personal, no soy abogado de los míos, y siento poco interés por defenderlos. Puedo explicarlos, pero me apasiona explorarlos en sus contradicciones y ambivalencias, y una de las cosas que haces como escritor es habitarlos. Te metes en su cerebro. Nunca he tenido interés en convertir a un personaje en un títere que expresa mi visión de las cosas.
Entonces, ¿la auto ficción te parece una broma de mal gusto?
Como autor no me interesa. No la juzgo, porque hay grandes textos confesionales hechos con enorme honestidad y calidad literaria, pero en lo personal, siempre he pensado que esto iba de inventar cosas y de contar mentiras, que por otro lado, es lo que hace cualquier texto auto ficticio.
¿Ha influido tu descubrimiento tan temprano de 'La Metamorfosis' en tu obra?
Probablemente el hecho de que leyera 'La Metamorfosis' con nueve años sea anecdótico y tenga que ver con que respondí a una portada poderosa y a una premisa en la contra cubierta que no estaba tan lejana de 'En los límites de la realidad', donde alguien que se levanta una mañana convertido en un insecto. Empecé a leer a Kafka muy pronto, con 11 o 12 años años, y en mi cabeza no había tanta diferencia entre leer a Kafka y leer a Poe. Respondía a un placer muy similar. Ambos me apasionaban y con tiempo, me he dado cuenta de que la huella de Kafka ha sido profunda en mi visión de las cosas; con esos personajes sometidos a fuerzas que los exceden y amenazan con aplastarlos sin que uno sienta particular consideración por ellos.
¿Has vuelto a leer 'La Metamorfosis'? Porque del recuerdo de la infancia a la impresión de quien lee una obra como adulto hay un amplio camino.
No sólo la volví a leer, sino que con 20 años o así hice un pequeño corto en Súper 8 llamado ‘Siete esferas de la vida de un insecto’ basado en 'La Metamorfosis'. Creo que 'Concursante' es muy kafkiano; creo que 'Buried' es casi una comedia escrita por Kafka sobre las dificultades de cambiar de compañía telefónica y creo que mi próxima película, 'Escape', es muy kafkiana también. De forma muy natural, me sumerjo en esos universos.
Hablas mucho de reescribir, de pulir y de eliminar. Sin embargo, como creador siempre te queda la cosita a veces de… “¿Y si cambio esto?”
Abandono “la cosita”. Nada de lo que haces es perfecto, ni te lo va aparecer un año después. Creo mucho en trabajar, trabajar y trabajar para estar seguro de que sólo entrego algo si está bien, porque sería incapaz de publicar o estrenar algo que no sintiera que tiene verdadera calidad. Lo digo sin presunción, como el resultado de una enorme cantidad de esfuerzo destinado a algo y a no permitir que llegue al público si aún no está listo. Una vez que sientes que lo tienes, aunque sepas que podrías pasar por ahí otras mil veces, creo que es el momento olvidarlo. Si tienes la oportunidad de revisarlo, creo que es importante no hacerlo, porque todo es hijo de unas circunstancias y de un momento, y tiene que dar testimonio de ello.
De pequeño veías películas a escondidas cuando tenías que estar dormido, y ahora eres capaz de hacer tantas cosas por dormir poco… ¿Eres consciente de que funcionas a costa de eliminar horas de sueño?
No lo había pensado nunca así, pero es verdad. Cuando escuchaba después del instituto a Pumares por la noche, cuando acababa José María García, me dormía a las 3 o 4 de la mañana e iba después a clase, probablemente con más sueño de la cuenta, pero es cierto que se ha convertido en algo recurrente. Hago muchas cosas, pero de una en una. Si combino labores, les destino tiempos tasados y específicos en los que voy avanzando por… Voy a decir una palabra poco poética… 'Arreones' de energía y dedicación.
'Arreón' no sale en tu diccionario satírico ‘Verbolario’.
No, pero podría salir. Ya hay casi 700 palabras nuevas desde que se editó.
¿Celebras que las nuevas generaciones traigan consigo un léxico tan nuevo, que a veces es casi imposible de comprender por las generaciones previas?
Ni celebro, ni descreo de nada. Es inevitable. Tiendo a no opinar sobre las cosas y a no necesitar etiquetarlas constantemente. Forma parte del circo en el que vivimos. No se puede evitar. Hay a quien le gusta ver la vida como un teatro: yo creo que es más bien un circo. Lo digo de forma muy complacida: me gusta oír la banda sonora, y eso me da una distancia sobre lo que veo y lo que soy.
Escribir es un acto solitario, pero tras el trajín de un rodaje, ¿agradeces esos momentos de soledad?
En un rodaje puedes estar muy solo también. Se habla poco de la soledad del director. No es la soledad de no tener apoyo, ni ayuda, ni colaboración, porque cada uno pone su máximo empeño en que lo que tienes en la cabeza, suceda. Pero hay algo que tiene que ver con la responsabilidad y con hacerte cargo de las consecuencias últimas, que recaen sobre tus hombros. Nada de lo que he dicho lo manifiesto como queja, sino como parte de la naturaleza de esa situación. Si no te gusta esa posición, haberte pedido funcionario, pero te has pedido director.
Y ese proceso de escritura, ¿funciona con fines terapéuticos o escapistas?
Trato de no usar más adjetivos de la cuenta cuando hago algo. No pienso en para qué es, si es salvífico, si mejora algo, si me permite compensar ciertas cosas… Todo tiene ventajas e inconvenientes, y lo mejor y lo peor de algo suele ser lo mismo. Escribir es un proceso solitario y enormemente gozoso, pero no una cosa que suceda contra el cine, ni como forma de terapia de nada. Simplemente, es la naturaleza intrínseca de ese acto creador concreto, que es muy diferente al del cine, en el que la estructura también es solitaria, pero en un rodaje te nutres de cosas que suceden al margen de ti. Es una belleza inmensa que no sucede en el acto creativo y solitario de la escritura. Dado que me dedico a ambas cosas, y puesto que esto todavía es legal en muchos países, supongo que me beneficio de ambas, pero no hago una para descansar de la otra.
Lo bello de escribir es que puedes escribir algo sencillo que en la gran pantalla, puede quedar sosa o banal…
La gran ventaja es presupuestaria. En literatura, cuesta, lo mismo escribir un ejército de orcos que un tiesto de geranios. En el cine no.