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Pocas cosas son más estivales, con permiso de las piscinas y de las tapas al sol, que los ‘dating shows’, que cada temporada veraniega invaden la parrilla televisiva logrando en cada ocasión contar con participantes más histriónicos e incluso con fórmulas más sorprendentes. El 6 de julio Netflix estrena 'Falso Amor', un formato en el que cinco parejas se enfrentan a una técnica de inteligencia artificial que modifica imágenes, obligándoles a diferenciar qué es real y qué no lo es.
“Seguimos apostando por los realities y por llevar la innovación en formatos españoles a todo el mundo. En 'Falso Amor', ponemos el deepfake al servicio del entretenimiento para cambiar las reglas del juego y convertir un concurso de parejas en un dilema al que también se enfrentará el espectador”, explica Álvaro Díaz, Director de No Ficción, Series Documentales y Programas de Entretenimiento de Netflix en España. No es, ni mucho menos, el primer dating show de la televisión patria. Desde ‘Superstar’ (1984) hasta ‘La Isla de las tentaciones’, pasando por 'Vivan los novios’ (1991), ver cómo nacen y/o mueren relaciones ante nuestra atenta mirada es tan irresistible como una onza de chocolate. Pero, ¿por qué esta obsesión con el amor 3.0?
Escapismo, terapia relacional y la duda del amor romántico
La plataforma de streaming de reality shows bajo demanda Hayu ha llevado a cabo un estudio a mujeres de entre 18 y 40 años en España que revela que el 73% de ellas experimenta un sentimiento de desconexión y felicidad cuando ve reality show, asegurando el 31 % que sus preferidos son los que van sobre amor y citas. Resulta magnético poder disfrutar de un contenido televisivo que es un salpicón de formatos: cuentan con una base de telerrealidad espolvoreada con elementos del culebrón, por lo que mezclan ficción y no ficción, melodrama, relaciones y competición. Por si fuera poco, la posibilidad de seguir a quienes en ellos participan en redes sociales nos hacen sentir que los conocemos a fondo a causa de las relaciones parasociales.
También nos ayudan a analizar lo que está pasando en nuestra vida sentimental, pues cuando vemos comportamientos o situaciones con los que nos sentimos identificados, nos replanteamos lo que nos ocurre. Al mismo tiempo, las redes sociales se llenan de comentarios que condenan ciertas conductas, como ha ocurrido en alguna ocasión en ‘La isla de las tentaciones’. “En el programa, al separar a una serie de parejas que normalmente viven completamente hipnotizadas en sus relaciones y poder observar cómo se comportan cuando no están "vendiendo" la idea del amor romántico que nos han impuesto, lo que sucede es que se produce un "golpe de realidad". Por eso no es extraño que muchas de las participantes de La isla de las tentaciones decidan irse sin nadie, sin sus novios o con un nuevo amor, porque es en esa escapada, esa huida, ese viaje de Erasmus, en el que sin la mirada del otro por fin puedes pensar quién eres y muchas veces ese pensamiento te lleva a la conclusión de que no lo sabes, de que te has perdido en el otro, de que porque te han enseñado que amar era sacrificar, era apostar, era luchar, era complacer, al final tú no tienes una identidad propia más allá de tu pareja”, explicó Roy Galán a ‘Elle’.
Por si fuera poco, los programas de citas nos ayudan a entender qué tipo de pareja somos e incluso cómo funcionamos en pareja, por lo que podríamos decir que es una especie de Tinder televisado no carente de pinceladas terapéuticas. También sirven de reflejo de los cambios relaciones y en muchas ocasiones, ponen en duda incluso el amor romántico.
“Los medios de comunicación populares de las culturas occidentales difunden repetidamente información que nos dice que cada persona tiene un “alma gemela”. Debido a esta socialización, la mayoría de las personas dicen esperar la monogamia en sus relaciones románticas y que este amor dure toda la vida. La expectativa de monogamia ha aumentado en las últimas décadas. Más que nunca, la gente espera que su pareja romántica satisfaga todas sus necesidades (por ejemplo, de crianza, financieras, de seguridad, intelectuales, sociales, creativas) y las de nadie más. Estas elevadas expectativas hacen que las violaciones de la monogamia sean increíblemente devastadoras, sobre todo porque muchas personas optan por disolver las relaciones tras actos de infidelidad. Por ejemplo, si la pareja tiene un comportamiento sexual con un compañero secundario, puede optar por terminar la relación, lo que en última instancia significa que no sólo deja de satisfacer sus necesidades sexuales, sino también todas las demás necesidades. En consecuencia, las violaciones de la monogamia pueden considerarse la forma definitiva de traición, ya que a menudo se traduce en la pérdida de la pareja y en la imposibilidad de satisfacer las propias necesidades (incluso las más básicas”, explica la Dra. Ashley Thompso, profesora asociada en el departamento de psicología de la Universidad de Minnesota Duluth. En cambio, con estos programas estamos planteándonos si realmente una infidelidad puede ser perdonada e incluso si tiene sentido pensar que el amor puede durar toda la vida. No está mal para programas que tantos tildan de banales, ¿no?
Por su parte, en la edición queer de ‘El últimatum’, de Netflix, una de sus participantes, ya en el primer episodio, habla constantemente de tríos e incluso fantasea con la posibilidad de abrir la relación. En la primera edición del show, en su versión heterosexual, una de las participantes, en la reunión posterior al programa, aclaraba que ahora está con una mujer, dejando por fin a la bisexualidad adentrarse en este tipo de shows sin que el morbo sea el motivo. Eso fue lo que pasó con Francesca Farago, que tras hacerse conocida en ‘Too hot to handle’, es una apuesta segura de la plataforma de streaming para incluirla en diferentes formatos cuyo cometido es encontrar la fama pareja, pues ella siempre habla de su bisexualidad que por cierto, en pantalla queda plasmada con algún beso furtivo filtrado por la mirada masculina. Esos besos entre mujeres suceden en muchas ocasiones como una pataleta ante el fracaso de una relación con un hombre, volviendo a emerger ese tópico de que la mujer bisexual sólo está a las mujeres cuando ha sido traicionada por un hombre.
Diversidad y jaque mate a la masculinidad tóxica
Mientras que los programas de citas en destinos idílicos nos fascinan, también lo hacen precisamente los que son más "campechanos". Ahí radica de hecho el éxito de ‘First Dates’, que pese a su título, es nuestro formato más castizo: al tener lugar en un restaurante carente de pretensiones, disfrutamos de sus conversaciones y vemos a dos personas que en la mayoría de los casos abrazan la diversidad en todos los sentidos. Mientras que en tantos otros shows triunfa la belleza normativa y la moda de baño se asegura de enseñar más piel que los participantes emociones, este programa prefiere que sean personas con las que empatizar las que protagonizan cada momento.
Por último, otro de los motivos por los que nos encantan estos programas es porque los hombres articulan sus emociones y son inmortalizados luchando por dejar de lado la masculinidad tóxica que les oprime. En ocasiones, se enfrentan a los rechazos, a los desengaños y a los baches con lágrimas, mostrando las cámaras una imagen que rara vez nos deja ver la televisión e incluso en la vida real: un grupo de hombres consolándose y apoyándose. Rihanna cantaba acerca de la posibilidad de encontrar el amor en un lugar insospechado, y nosotros, al ver estos programas (¿acaso no es el lugar más insólito?), quizás estemos encontrando la respuesta a lo que buscamos en las relaciones y a cómo nos comportamos en ellas.
Marita Alonso es experta en cultura pop y estilo de vida. Escribe acerca de fenómenos culturales desde una mirada feminista en la que la reflexión está siempre presente. No tiene miedo de darle una pincelada de humor a las tendencias que nos rodean e intenta que el lector ría y reflexione a partes iguales. Cuando escribe sobre relaciones, su objetivo es que la toxicidad desaparezca y que las parejas sean tan saludables como las recetas que intenta cocinar... Con dramáticos resultados, claro. Los fogones no son lo suyo.
Ha publicado dos libros ("Antimanual de autodestrucción amorosa" y "Si echas de menos el principio, vuelve a empezar") y colabora en diversos medios y programas de radio y televisión luchando por ver las cosas siempre de una manera diferente. Cree que la normalidad está sobrevalorada y por eso no teme buscar reacciones de sorpresa/shock mediante sus textos y/o declaraciones.
Licenciada en Comunicación Audiovisual por la Universidad Complutense, imparte master classes de cultura pop, estilo de vida y moda en diversas universidades. En Cosmopolitan, analiza tendencias, noticias y fenómenos desde un prisma empoderador.