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Es algo que empieza a ser tendencia en muchas partes del mundo: localidades rurales que, para hacer frente a la despoblación, recurren a estrategias de lo más variopintas para atraer a vecinos jóvenes; en ocasiones, incluso, ofreciéndoles directamente cobrar por mudarse. En Estados Unidos, en Canadá, en la Toscana y hasta en un pequeño núcleo de los Alpes, cada vez menos gente se sorprende al saber que ciertos pueblos ofrecen entradas para comprar una casa, ayudas escolares y hasta ingresos directos de dinero a quienes estén dispuestos a instalarse en sus calles y dinamizar sus economías. En España también está sucediendo: así es, existen pueblos en nuestro país donde te pagan por vivir allí. Todavía son muy pocos los que acogen a los forasteros con dinero contante y sonante; en otros casos, los incentivos que se encuentran son viviendas a subasta o alquileres con precios muy bajos. En cualquier caso, todos esos pueblos pueden presumir de incluir también en el pack, de regalo para los recién llegados, unas vistas dignas de Doctor en Alaska. Firmes candidatos a la lista de los pueblos más bonitos de España, vaya. ¿Esperabas menos del país donde está la región más acogedora del mundo según Booking?
Pueblos españoles con incentivos para la repoblación: alquileres bajos, ayudas escolares y algunos hasta te pagan
Vamos a lo que vamos. Poder acceder a un alquiler asequible o a facilidades a la hora de adquirir una casa es magnífico, pero si has hecho clic en este titular es porque la variable que te interesa y que más podría convencerte a la hora de recoger los bártulos, abandonar la vida cosmopolita y empezar una nueva vida al sol del campo es el dinerillo, así que entremos directamente en harina con los pueblos españoles donde se cobra por mudarse.
Para nosotros, lo más de lo más es Ponga, en Asturias, un pueblo donde las parejas que se instalan de forma indefinida se llevan 3.000 euros por la cara, y otros 3.000 por cada hijo que tengan en la localidad.
Después vendría una localidad orensana, Rubiá, que ofrece entre 100 y 150 euros a las personas que quieran mudarse allí. Ahí termina la (muy breve) relación de pueblos donde puedes esperar que te reciban con una inyección de dinero directa a tu cuenta, pero hay muchas otras opciones: Griegos, en Teruel, oferta el acceso a puestos de trabajo y un alquiler gratuito durante tres meses que, después, pasará a la nada desorbitada cifra de 225 euros. Además, tienen ayudas para las familias por cada hijo en edad de ir al cole.
Aquileres todavía más baratos esgrimen como incentivo en Portell, en Castellón, donde hay rentas de solo 50 euros mensuales, y en la localidad de Xesta, en Pontevedra, donde se pueden encontrar alquileres por unos 100 euros. En Olmeda de la Cuesta, en Cuenca, subastan terrenos a precios tirados, aunque con un reto añadido: tienes que construirte una casa en ellos en un plazo dado.
Antonio es experto en medios de comunicación y cultura popular. Lleva más de 5 años escribiendo sobre productos audiovisuales de todo tipo, aunque la mayoría de sus reportajes, entrevistas, recomendaciones, análisis y críticas se han centrado, sobre todo, en los mundos del cine y las series. Sin embargo, tampoco hace ascos a los cómics, la música o los videojuegos. Además, se deja caer bastante a menudo por la sección de Ciencia de Esquire para hablar sobre exoplanetas, protoestrellas, asteroides o misiones espaciales.
Desde muy joven, ha compaginado el trabajo periodístico, investigador y docente para observar y entender más de cerca todo aquello que tenga que ver con ese black mirror del que hablaba Charlie Brooker. Si una expresión cultural toma forma alrededor de una pantalla —desde las series y películas de Marvel, Netflix y otros epítomes de lo comercial hasta plataformas marginales, disidencias creativas o subculturas underground—, allí estará él para documentarla y, por qué no, ganar alguna que otra dioptría por el camino.
Nunca se le ocurrió que una adolescencia tan otaku como la suya pudiera monetizarse, pero en esas está ahora mismo: años y años de leer manga, escuchar J-rock, acudir a salones, practicar karate y consumir anime por vías poco ortodoxas han acabado convirtiéndolo en un especialista de la cultura japonesa, con la que mantiene una relación de amor-odio. Tanto si quieres descubrir la última maravilla de la animación nipona independiente como si necesitas saber qué episodios de Naruto puedes saltarte con alegría para esquivar el relleno, él es tu hombre.
Antonio Rivera es graduado en Periodismo y en Comunicación Audiovisual por la Universidad Carlos III de Madrid y Máster en Investigación Aplicada a Medios de Comunicación por la misma institución. Comenzó su andadura en un periódico regional y, desde entonces, ha pasado por cabeceras especializadas y generalistas, moderado mesas redondas en festivales y participado en algún que otro libro. Actualmente, además de a diario en Esquire, se le puede encontrar en la sección de Televisión de El Confidencial, en Twitter o en algún congreso científico.