En la vida de Chimamanda Ngozi Adichie (Nigeria, 1977), la literatura y la cultura pop se entrecruzan constantemente. Hablamos de una escritora y ensayista traducida a 30 idiomas, de un referente contra el racismo y de una mujer catapultada a la categoría de icono a raíz de su conferencia TEDx We Should All Be Feminists (Todos deberíamos ser feministas), en el año 2013: sus palabras acabaron formando parte de la canción de Beyoncé 'Flawless' y se estamparon en una camiseta de Dior que Rihanna viralizó vía Instagram. Hoy, Chimamanda es una activista que vive en equilibrio entre la ficción y una realidad que, en pocos meses, le ha arrebatado a su madre y a su padre. En torno a la muerte de este reflexiona en el libro 'Sobre el duelo'.
¿Por qué escribes?
Es algo natural para mí: escribo para intentar darle sentido a lo que me pasa. Escribo cuando estoy contenta o triste, cuando me enfadado, cuando no entiendo algo. Por eso, al fallecer a mi padre, me senté a escribir. Sobre el duelo es el resultado del torrente emocional que me asaltó a raíz de la pérdida. Había imaginado que sufriría una especie de tristeza que no cesaría jamás, un sentimiento estable, continuo. Sin embargo, pasé por un abanico de sensaciones que me llevó desde la ira hasta la risa. Todo esto fue lo que me empujó a escribir.
¿Dirías que tu padre y tu madre eran personas feministas?
No se habrían definido así, pero en muchos aspectos lo eran. Gracias a ellos, confío en mí misma y sé de dónde vengo y quién soy. Al crecer en un contexto dominado por los hombres, la figura paterna es importantísima para una hija porque moldea la forma en que percibe su lugar en el mundo. A mi padre le gustaba que fuese franca y directa; me animaba a hacer preguntas y me ayudó a entender que no necesitaba representar un papel para conseguir la aprobación masculina. Por supuesto, no siempre coincidíamos, sobre todo en lo relacionado con las tradiciones. Soy igbo, y estoy orgullosa de ello, pero hay costumbres misóginas en esta cultura, como la dote: en los matrimonios, la familia del novio paga cierta cantidad de dinero a la de la novia, como si el hombre comprase a su esposa.
¿Cuál es la situación de las mujeres en tu país?
En Nigeria la clase social marca la diferencia de una manera intensa. Hay muchísimas mujeres que viven de un salario diario y que tienen pequeños negocios, puestos en las calles... Para ellas, la pandemia y el confinamiento han sido desastrosos porque la prohibición de salir de casa las ha dejado sin ingresos.
Durante este periodo, tanto en Nigeria como en Estados Unidos, donde pasas una parte importante de tu tiempo, el tema de la brutalidad policial ha cobrado protagonismo: en Nigeria, con el hashtag #EndSARS, para exigir el finde una unidad de agentes acusados de crímenes, y, enEstados Unidos, con el 'Black Lives Matter', que redobló su magnitud tras la muerte de George Floyd. ¿Qué puntos en común existen entre estos dos movimientos?
En primer lugar, veo surgir una nueva generación. En Nigeria, la gente joven ha empezado a manifestarse pacíficamente para protestar contra las injusticias. Es muy emocionante y estimulante ser testigo de ello, 'Black Lives Matter' ha convertido la brutalidad policial en un problema global. El otro punto en común es que ninguno de los dos movimientos habría ocurrido sin las redes sociales. En mi país, #EndSARS existe porque todos esos jóvenes se organizaron en Internet. Se supone que Nigeria es una democracia, pero nada más lejos de la realidad: el gobierno tiende a reescribir la historia. Las redes sociales han permitido contar una versión diferente de la oficial.
"Si no alzamos ya la voz contra la censura, cuando lo hagamos será muy tarde. Hemos llegado al límite"
Hablas de las redes sociales: ¿qué suponen para ti?
Tengo con ellas una relación amor-odio. Por un lado, como en el caso de #EndSARS, son una herramienta formidable; por otro, vemos que se han convertido en un lugar donde la censura es la reina, donde los discursos se simplifican e incluso se silencian. Y creo que eso es muy triste, porque, para muchos jóvenes, son el único espacio donde se accede a la información; todo lo que saben sobre lo que ocurre en el mundo proviene de TikTok, Instagram o Twitter. Las redes sociales han venido para quedarse, y no creo que la respuesta sea esconder la cabeza debajo del ala para evitarlas. Durante mucho tiempo, no quise estar presente en ellas, pero comprendí que, si tu historia no la cuentas tú mismo, otros la contarán por ti. Para mí, es una forma de controlarlo y de compartir con mis seguidores una parte de mis iniciativas y de mis experiencias. Y tengo que admitir que encontré un gran consuelo en Instagram cuando murió primero mi padre y, después, mi madre. Normalmente no leo los comentarios que reciben mis posts, pero en aquel momento lo hice, y me conmovió recibir tanto cariño.
¿Crees que esa censura que ahora abunda en internet tendrá su impacto en la creatividad artística y en la construcción de productos culturales de ficción?
La censura y la autocensura que generan las redes sociales ya están desencadenando terribles consecuencias en el arte. La gente se ha vuelto extremadamente prudente porque sabe que los malentendidos son frecuentes, y hay hasta quienes emprenden acciones legales contra personajes de ficción. Pero, como no vivimos en un mundo perfecto, los creadores deben ser capaces de contar esa complejidad, de escribir o hablar sobre individuos terribles, racistas, sexistas, con discursos horribles, el presente es así. Sin embargo, veo que a la gente la aterra abordar ciertos temas porque se han transformado en campos de minas. También observo que hay jóvenes a los que les da miedo la simple idea de manifestar su opinión: en el momento en el que la publican, los demás contestan "pero ¿cómo se te ocurre?", así que no les compensa. Vivimos en un contexto en el que uno se disculpa por pensar, es espantoso. A menudo pienso en toda la creatividad que hemos perdido, en las obras de arte que nunca existirán por culpa del pánico, más aún, ahora que la industria editorial ha creado una nueva profesión, la de los lectores de sensibilidad, encargados de garantizar que las obras literarias no contengan nada que pueda ofender a un determinado sector o incluso al público en general. Va a surgir una literatura banal que no asumirá ningún riesgo ni nos enseñará nada nuevo sobre la realidad.
La corrección a la que te refieres es la religión de hoy, parece que quieren que seamos ángeles...
Sí, eso es, aunque en el cristianismo, por ejemplo, se presenta a Jesús como el que viene a redimir a los pecadores, lo que, en cierto modo, significa que se espera de nosotros que seamos imperfectos; de lo contrario, no necesitaríamos a Cristo (risas).
"hay jóvenes a los que les da miedo la simple idea de manifestar su opinión... los demás contestan 'pero ¿cómo se te ocurre?"
¿Qué se puede hacer para luchar contra la censura?
Intento no darme por vencida, reflexiono mucho sobre el tema. Es necesario que haya más gente dispuesta a tomar la palabra, a denunciar el problema. Sé que hay un montón de personas preocupadas por el estado actual de las cosas, pero no alzan la voz porque esa es la postura más cómoda. Y las comprendo, pero creo que hemos llegado a una situación límite: si no hablan ahora, cuando lo hagan será demasiado tarde.
¿Qué me dices del concepto de identidad? ¿Piensas que es el momento de replanteárselo?
La identidad es importante, y es importante para todos. Recalco que lo es para todos porque en Occidente a veces se tiende a creer que sólo los no blancos tienen una. O sea, se piensa que los blancos son personas y que los no blancos tienen su identidad (risas). Todo el mundo posee una identidad, y es clave porque nos dice de dónde venimos. Sin embargo, en este momento parece lo único que cuenta, como si fuese más relevante que las cosas que hacemos. Estoy encantada de ser una mujer negra nacida en Nigeria, pero yo no elegí nada de eso. Por el contrario, sí elegí ser escritora, intelectual, ensayista; sí decidí interesarme por la política y dedicarme a lo queme dedico, y para mí todo eso pesa mucho más que lo que me vino impuesto, porque es lo que me permite comenzar a intercambiar ideas. Y, al final, ¿qué es lo que importa? Estoy convencida de que lo esencial es intentar conseguir que el mundo sea un poco mejor. Puede parecer ingenuo y simple como objetivo, pero, en el fondo, ¿qué hay más interesante?