Pensar en Formentera es pensar en aguas turquesas, arena fina y dorada, chiringuitos con buena música de estilo hippie a pie de playa, atardeceres inolvidables y un ritmo slow que engancha a todo el que lo descubre. Por eso, no es de extrañar que cada vez sean más los que escojan esta isla de Baleares como su destino vacacional.
De aquella Formentera llena de calas casi desiertas, de hippies paseando en bici en busca del mejor collar de hilos de colores y conchas o de un cesto artesano para llevar su compra, y que presumía de una amplia oferta de restaurantes de comida local con poca inversión en decoración pero mucha calidad en la mesa; queda cada vez menos.
Pero, como nos enseñaron Astérix y Obélix, siempre hay algún territorio que resiste. Y en Formentera todavía quedan más de uno. ¿Un ejemplo? Estas tres playas y calas paradisíacas en las que es la cobertura escasea, el silencio manda y la desconexión está asegurada.
Se llaman Cala Sa Roqueta, Cala Des Morts y Cala En Baster, tres rincones de la isla de Formentera que vale la pena visitar porque aún no están demasiado masificados. Te recomendamos además un hotel, el excepcionalmente situado Five Flowers Hotel & Spa para que tu estancia en la isla pitiusa sea ya no sobresaliente, sino de matrícula de honor.
Cala Sa Roqueta
Muy cerca de Es Pujols, uno de los municipios más poblados de Formentera, siguiendo la carretera hacia Levante, se encuentra esta cala de aguas cristalinas en la que es obligatorio parar. Aunque esa costa de la isla no sea la favorita de los visitantes, Sa Roqueta demuestra que no tiene nada que envidiar al otro litoral. A pesar de su cercanía al núcleo urbano, es un arenal poco concurrido y en el que, hasta en agosto, es posible plantar la sombrilla. Sus aguas turquesas son tranquilas, salvo en los días de viento que provocan un poco de oleaje. Las rocas que bordean la playa crean pequeños escalones de entrada al mar, creando un aspecto de piscinas naturales irresistibles. Naturaleza en estado puro.
Cala Des Mort
Sus escasos 70 metros hacen que encontrar esta playa desierta sea una tarea muy difícil, pero no imposible. Eso sí, para disfrutar del silencio, la paz y la belleza de esta paradisíaca cala es obligatorio madrugar. Sobre todo en la temporada alta. Pero, si logras ser uno de los afortunados que encuentren un hueco para parar el día, será uno de esos recuerdos que conservarás en tu memoria a largo plazo.
Cala En Baster
No es una playa al uso. Aquí no encontrarás arena blanca y fina, pero sí las aguas más increíbles para darte un baño inolvidable. Es el destino diez para los amantes del buceo o el snorkel. O para los que busquen ese chapuzón reconfortante en el que dejar todo el estrés del año y salir con la energía totalmente purificada. Además, sus rocas son perfectas para descansar entre baño y baño y, por supuesto, para ver una de las inolvidables puestas de sol de la isla. Repetirás.
Dónde alojarte
Si hay un lugar en el que ese espíritu salvaje, energético y mágico que caracteriza a Formentera se respira en cada esquina es el Five Flowers Hotel & Spa. El primer y único alojamiento cinco estrellas de la isla recupera la estética hippy de los 60 tan arraigada a la cultura de las Pitiusas. Las flores, los colores, los flecos, las fotografías de iconos de esa época… visten las 79 habitaciones y suites que conforman este hospedaje, cuya única razón de ser es hacer sentir a cada huésped como en casa.
Aquí no hay grandes protocolos, ni lujos encorsetados. Aquí reina la frescura y el buen rollo. Desde que uno cruza la puerta, el personal –con uniformes de lo más colorido y casual– le guiará por este universo de luces de neón, formas circulares, paredes blancas y una inyección de 'power flower' que recupera la esencia más pura de la isla. Además de los desayunos buffet –perfectamente reinventados y organizados para cumplir con todas las medidas sanitarias recomendadas por las autoridades-– y los platos desenfadados de su restaurante Imagine, pensados para degustar al borde de su irresistible piscina, merecen especial atención su spa y área wellness, su infinity pool con unas vistas inigualables a Es Vedrá, y a su restaurante Janis, la joya de la corona.
Situado en la última planta de este singular edificio, y solo abierto para las cenas, se ha colado, en pocos meses, en el pódium de favoritos de la isla. Y la razón no es otra que la exquisita propuesta ideada por la joven chef Sara Valls, en la que fusiona su manejo de la técnica y su lado más creativo para exprimir y reinventar la deliciosa materia prima de la isla. ¿Algún ejemplo? Sus gambas de Formentera o su bogavante a la brasa, su ostra con foie al carbón y su pluma ibérica con setas y tartar de vieira. Todo maridado con un excelente selección de vinos y champanes y unas vistas de 360º de la isla. Dejarse llevar suena demasiado bien. Pero aquí es todo lo que tienes que hacer.