Los buenos suelen estar ahí. La sala rebosa gente que mira su teléfono. Encima de mí, la luz fría; a mi espalda, la pantalla como un paredón digital; debajo, los tres escalones que me elevan del suelo y me dejan tan sola. Nadie me mira. Pero en cuanto mi voz comience a vibrar, recorrerá la estancia y esas cabezas se levantarán produciendo una ola de atención, sólo para mí, toda para mí. Noto el sudor frío, el pulso en los ojos, la lengua pesada. Cada vez que tengo que hablar en público siento lo mismo. Pero entonces busco entre el público. Siempre suele haber alguien. Otra cara que me sonríe y dice: «Venga, ánimo, yo te acompaño». Dice: «Gracias». Dice: «Te entiendo». Dice: «Yo también». Entonces cojo aire: «Adelante, puedo hacerlo». Lo hago. Lo he hecho gracias a todos vosotros, a las caras que me sonríen en las clases del máster, en el cuarto de análisis cuando salgo lívida al borde del desmayo, en las salas de espera del dentista o a punto de despegar en un avión. Y también aquella vez que salí de la habitación de hospital donde moría mi padre.
Los buenos suelen estar ahí pese a que los humanos tengamos fama de egoístas, envidiosos y rencorosos. Yo creo en la bondad gracias en parte a todos los señores Bark que me he cruzado en la vida, como el de la novela La nieta del señor Linh, de Philippe Claudel, la siguiente del club.Un abuelo huye de la guerra con su nieta en bra-zos: Sang Diu, que en su idioma significa Maña-na dulce. Atrás queda un pueblo pequeño destro-zado en algún lugar de Asia y su familia muerta por una explosión. Él llega a la costa francesa en un barco agarrado a su nieta. No entiende el idioma, la ciudad, ni siquiera el olor de las cosas, tan distinto a lo que conocía. Tampoco nadie lo entiende a él, pero conoce en un banco del parque al señor Bark, que hace poco ha perdido a su mujer, y construyen una amistad sin palabras.
Sencilla, casi minimalista, esta novela corta te lleva donde Claudel quiere y, al final, sólo deseas volver a leerla, porque sabes que vas a leer otra historia diferente. Lo único que no cambia en ella es el valor de esa amistad. La nieta del señor Linh es un canto a los señores Bark. Buscadlos. Están ahí. Yo los he visto.
Cómo participar en ELLE Club de lectura: cada mes, coincidiendo con la salida a kiosco de la revista (suele ser en torno al día 20) publicaremos una propuesta para leer. Y a lo largo de ese mes, en el grupo de Facebook comentaremos qué os ha parecido, si os ha gustado, a qué os ha recordado y si habéis echado en falta algo. Si los grupos de Facebook no son los vuestro, utilizad el hashtag #ELLEClubdeLectura en vuestras redes para comentarios, quejas o, incluso, reclamaciones lectoras.