Tenía 21 años cuando se estrenó ‘Anastasia’, la película de Disney la Fox, así que no puedo decir que me pillara precisamente de niña. Lo cual además era una ventaja porque, a esas alturas, me sabía bien la historia de la Revolución Rusa y sabía que poco había de real en aquel filme sobre la adaptación de la leyenda urbana de una niña que había sobrevivido a la muerte de su familia, los Romanov.
Sin embargo, esa película me fascinó. Fue capaz de superar la evidente incoherencia entre lo real y lo irreal para meterme de lleno en la historia de Anya. Anya es la hija pequeña de los Romanov, y cuando estalla la revolución intenta huir del palacio de San Petersburgo con su abuela y lo hace, pero al llegar al tren sufre una caída, pierde el tren y la memoria y su vida como una de las niñas más afortunadas de la sociedad rusa.
Recluida en un orfanato durante diez años, sale a los 18, cuando llega a su mayoría de edad y que lo que desea es buscar a su familia y, de paso, encontrar su verdadero yo. Y emprenderá camino a San Petersburgo, primer punto en su camino hasta París para encontrarse de nuevo con su abuela. ¡A París! Allí se cruzaba con Josephine Baker, Antoine de Saint-Exupéry y compraba en Chanel. ¡Cómo no iba a gustarme esta película!
‘Anastasia’, vista de nuevo a los 42 años, tiene una fuerza mágica. Y es esa magia la que la hace perdurable como película a pesar de no tener el merchandising de Disney ni la habilidad técnica de Pixar. La fuerza es la propia princesa, porque Anya es la princesa que todas quisimos ser.
A diferencia de otras princesas que conocemos, ni es cursi, ni es ñoña, ni es grosera, ni está resabiada por todo lo que ha tenido que sufrir (no saber quién eres ni adónde vas debe ser bastante duro). Anya es una luchadora, y a lo largo de toda la película lucha por saber quién es, por atravesar mundos mientras se va construyendo a sí misma con la ayuda de Dimitri y de Vladimir, que serán sus aliados frente al mal, representados por un absurdo Rasputín que no dejará de perseguirla hasta una brillante e intensa escena final.
Entre ellos tres se establece una estrecha amistad que, a pesar de que ella tiene que ‘enderezarles en más de una ocasión -“Los hombres son bebés”, dice a Dimitri entre harta y cómplice- será el refugio de una Anastasia que piensa más de una vez en tirar la toalla de un camino que se antoja difícil.
‘Anastasia’ tiene muchas de los ingredientes de una película perfecta: una protagonista luchadora que no es cursi, una bella historia de amor, un malvado que con el paso del tiempo se ha quedado un poco ‘creepy’, unas escenas emocionantes que no nos levantan del sillón y ¡ah! Una música y unos bailes inolvidables. Porque las películas de niños no son nada sin esos números musicales que te llegan al corazón, esas escenas en las que se te ponen los pelos de gallina y esas canciones que tararearás toda tu vida y que entrarán a formar parte de la banda sonora, también, de tu vida.
Aquí brillan dos momentos: el vals fantasmal de ‘Once Upon a December’ y el maravilloso momento en el que Anya decide que tiene que tomar su vida en sus manos y lo hace cantando ‘Journey to the past’, aunque no está nada mal el número musical de Dimitri y Vlad al principio cuando se extiende el rumor de que Anastasia podría estar viva o el de la llegada a París. Pero Anastasia es una película cuya narración funciona a través de la música y, así, recibió sendas nominaciones al Oscar por su banda sonora y a la mejor canción, por ‘Journey To The Past’.
Así que, con estos mimbres, demasiado me parece que pasaran dos décadas para que se adaptara como musical de Broadway. ‘Anastasia’ llegó al Broadhurst Theatre en abril de 2017 y lo hizo con un éxito brutal y con Christy Altomare como Anastasia, recabando unas críticas estupendas.
Tuve la oportunidad de verlo en Nueva York y de contar aquí mis impresiones, que se pueden resumir en: ritmo frenético, banda sonora de pelos de gallina, una escenografía impresionante, un vestuario impresionante, unos cambios a mejor sobre la película (no, no hay perrito, ni murciélago, ni Rasputín; el malo es un soldado comunista llamado Gleb que da miedo pero de verdad) y un no querer que se termine nunca.
Hoy llega por fin a Madrid la versión española del musical de Anastasia. El Teatro Coliseum va a ser escenario del estreno del año, en la que va a ser una magnífica producción y una gran puesta en escena que contará con todos los temas originales de la película, escritos por el prestigioso compositor Stephen Flaherty y la letrista Lynn Ahrens, a los que se añaden dos nuevos. Pero, claro está, oírlas en directo y con una orquesta de 12 miembros que interpretan en directo 25 instrumentos diferentes… seguro que no suena igual.
Jana Gómez se encarga del papel principal. Jana puede presumir de haber debutado como la simpática tacita Chip en el musical de ‘La bella y la bestia’ con solo 10 años. En 2017, participó en ‘El despertar de la primavera’ y ‘Casi normales’. Dimitri será representado por Íñigo Etayo, de 27 años, cuyo primer trabajo como actor fue la película ‘Un dios prohibido’ y su (pen)último, su papel de Lucas en el musical ‘La familia Addams’.
Ellos fueron dos de las 3.000 personas de más de 10 nacionalidades que participaron en las audiciones para hacerse con uno de los papeles del musical, que ha necesitado más de 400 horas de ensayo antes del estreno. Y si todo esto no te convence para ir, debes saber que la escenografía del musical se ha creado desde cero para esta producción española, con tres elementos giratorios, uno central y dos laterales; y 9 pantallas led traseras, 1 pantalla central y 8 laterales.
No dudo de que va a ser el musical del año, y al igual de que ese filme de Disney la Fox es, a la chita callando y sin rimbombancias, una de las películas de mi vida, tampoco dudo de que 'Anastasia' se va a convertir en uno de los musicales de tu vida. Yendo al teatro Coliseum vas a descubrir, en dos horas y media y acompañada de la mejor música, la historia de una chica humilde que solo quiere saber quién es y qué hacer con su vida. ¿A cuántos nos suena esto?
Begoña Alonso es experta en ocio, cultura y estilo de vida, coordinando la sección de Living en Elle.es desde hace más de seis años. Llevar la sección de Living supone que lo mismo escribe un reportaje sobre las mejores series de terror de Netflix, que un artículo de viajes y lunas de miel, un perfil de una activista feminista o un listado de los mejores libros de la historia que tienes que leer.
Siempre suele decir que la vida no le da para todo: libros, agenda, música, ocio, cine, series, plataformas de streaming (Netflix, Amazon, HBO, Disney+, Filmin, Movistar+, Apple TV+…), maternidad, televisión, feminismo, viajes, cultura, ‘lifestyle’, motor, tecnología… Pero es capaz de llegar a todas partes para ofrecer siempre los contenidos más actuales e interesantes.
Begoña Alonso se licenció en 1999 en Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid, pero cuenta casi con 30 años de experiencia en la profesión. Se estrenó en medios locales como Huelva Información o Las Provincias, pasó por radios vecinales haciendo programas de cine y luego aterrizó en el mundo del papel, en medios como La Razón, Maxim o Reporter.
Tras 9 años dedicada al ‘branded content’, Begoña lleva una década en ELLE, el mismo tiempo que ha transcurrido desde que consiguiera el Premio 20 Blogs por ‘The Best of the 80s’, un blog de música de los 80, una de sus pasiones. También adora las películas de boda y se pasa más tiempo planificando viajes que llevándolos a cabo, pero eso es otra historia.