Como casi todas las buenas historias, esta comienza con un mail, o con lo que en el mítico Viaje del Héroe se denomina 'la llamada'. En el siglo XX hubiera sido una carta, y en el XIX un señor a caballo. El mensaje llegaba del departamento de Comunicación de la Clínica Buchinger Wilhelmi Marbella, el templo del ayuno terapéutico en España, con 100 años de experiencia en medicina integrativa y práctica sostenibles en torno a la innovación culinaria. Nos enviaban una invitación al Congreso Nutrir y a su edición 'La Receta del Bienestar' para hablar largo y tendido de nutrición, salud y gastronomía, explorando los vínculos entre la tierra, nuestra salud y la gastronomía. Por supuesto aceptamos.

Y ya que íbamos, la invitación se extendió a practicar uno de sus programas de ayuno, que se basan en la capacidad del organismo humano de vivir, durante un tiempo limitado, de sus reservas de grasa a la vez que se autodepura. Dicho y hecho. Aunque la duración óptima del ayuno es de 21 días, elegí la opción de 10. Esta es mi experiencia:

Día 1: La llegada

Debería haber hecho los deberes que me recomendaron por mail días antes de llegar: seguir una dieta hipocalórica la víspera, evitar el café, el alcohol y las pantallas y acostarme pronto. Nada; decidí empezar de cero allí. La noche anterior cené con cerveza, terminé con chocolate y por la mañana tomé dos cafés (la santísima trinidad de los pecados ayunantes).

En la estación del AVE de Málaga me espera Juan, uno de los chóferes de la Clínica Buchinger Wilhelmi Marbella. En el trayecto me cuenta que la llaman la cárcel de oro, y que la anterior mujer que hizo con él este mismo recorrido le pidió parar en una hamburguesería antes de ingresarse.

Me recibe Jeannine Van Dijk, 'guest relations', que me cuenta con detalle cómo será mi estancia mientras hacemos un recorrido por lo que parece un hotel de 5 estrellas. Hay cancha (y clases) de tenis, golf, piscinón exterior, spa, dos gimnasios, taller de arte, sala de actividades grupales y de cine, lounge, casa de la vitalidad, boutique, peluquería, salones con prensa diaria donde se celebran conciertos, y biblioteca. Todo el mundo con quien me cruzo me saluda con un ¡ánimo! Es el mantra de guerra. O será que voy de paisano (sin albornoz) y tengo cara de novata asustada.

La habitación es sencilla, austera pero muy confortable y con terraza al jardín con vistas al mar. Encima del escritorio, el libro 'El arte del ayuno', que me pienso devorar, de la doctora Françoise Wilhelmi de Toledo, directora científica de las clínicas en Alemania y Marbella, y con prólogo de Mario Vargas Llosa. ¡Me encanta! Quiero vivir esta experiencia a tope, y estoy dispuesta a dejarme llevar y a hacer todo lo que me recomienden.

Por la noche, en mi última cena, que ellos llaman de transición (verduritas asadas con una salsa de tomate deliciosa) me siento con Tania, una sexagenaria bellísima y con una energía increíble que ha venido varias veces desde hace 50 años.

plate of grilled vegetables with a tomatobased sauce
ame

Día 2: La concienciación y las sales

Unos nudillos en mi puerta a las 7 h. de la mañana y la inminente entrada de una camarera de habitación me hace recordar que no estoy en un hotel de 5 estrellas sino en una clínica de 5 estrellas para sanos que quieren prevenir. Me trae una infusión. Empieza la fiesta.

Bajo a hacerme el análisis de sangre y a entregar mi muestra de orina, y tengo mi primera cita diaria con la enfermería. Toñi Ayala, a la que no voy a olvidar por su empatía maravillosa, dice que mi tensión y mi glucosa ya han bajado, y que quizá añadan algo de sodio a mi dieta para que esa tensión no baje demasiado.

Cuando llego a la habitación me han dejado un regalito: un yogur desnatado de cabra que dosifico y alargo como si fuera el día del juicio final. Hoy es un día intenso que me va a venir fenomenal para no pensar en comer. Tengo varias citas programadas: la primera, con la psicóloga, que explica qué le pasa al cerebro cuando se ayuna, y es que recibe algo así como una alerta de que ha de ponerse en modo supervivencia, con lo que su capacidad de toma de decisiones y lucidez aumentan. También me cuenta que en la Clínica a veces se produce lo que denominan estrés Buchinger (que se pronuncia Bújinga, por cierto). Consiste en el ansia por hacer muchas actividades, acabando con una agenda más abultada de la que traíamos.

La siguiente cita es con la guest officer, que me hace una introducción al ayuno. Y la tercera, con la médico, la doctora Constanza Gallardo, quien me da los resultados del análisis de sangre a mi llegada, y que es extraordinaria al contarme qué le ocurre al intestino con las famosas sales que tomaré dentro de un rato, que no es más que limpiarse en profundidad. También me cuenta que en estos 7 días voy a consumir 250 kilocalorías diarias, lo que va a suponer un reposo intestinal, con lo que el proceso de limpieza es más profundo. Constanza me pauta café, tengo la tensión muy baja, y le hago la ola. Termina la ronda de citas con Ana Gema Martín, del departamento de Planificación, que me ofrece el abanico más grande visto de terapias a probar. Ahora entiendo lo del estrés Buchinger.

Me encierro en mi habitación a esperar a las famosas sales, que me tomo después de un pautado mordisco a un limón (para olvidar lo amargas que son) como si me fuera a lanzar a por un tequila, y antes de un zumo de remolacha para quitar su sabor de la boca. A la media hora descubro por qué se llaman sales. No sales del baño en unas cuatro horas.

Por la tarde veo a Ulla Höhn, la nutricionista de la Clínica. Es un portento, me pasaría la vida hablando con ella, me da decenas de nociones interesantísimas sobre el tema, y me advierte de que al volver a casa tendré que adaptarme paulatinamente a mis hábitos de alimentación. Que el proceso de ayuno no termina cuando vuelvo a masticar, que podré incorporar el huevo (medio, de hecho) al día siguiente de llegar a casa, y lo mismo con el pescado, y que lo ideal es no probar la carne (ni blanca ni roja) hasta dos semanas después. Y hasta un mes para el alcohol.

Tras la cita con Ulla me doy un paseo por el jardín y voy a cenar, ya en un comedor aparte al que acudiré todos los días que dure el ayuno. Mi menú: un bol de caldo de verduras, o dos medios de diferentes sabores. Me recomiendan que beba toda el agua que pueda, hasta 3 litros al día (ni en la habitación ni en toda la Clínica nunca faltan botellas diferentes, hasta con gas) para evitar la desmineralización y el dolor de cabeza.

two bowls of soup alongside a small vase of flowers on a tray
ame

Día 3: Segundo día de ayuno - Meditando y creando

Estoy mentalizada. Me despierto bien, como si aquí no hubiera pasado nada. Mi habitación tiene orientación este, mi favorita. Nada me gusta mas que ver salir el sol. Siempre he pensado que el ocaso está sobrevalorado, el sunrise sí que mola. Aprovecho para retomar la meditación. Amo ese momento cuando todavía es de noche y los pájaros empiezan a cantar. Primero, siempre sólo uno. Enseguida se unen todos, a la vez, como si hubiera un director de orquesta escondido entre las copas de los árboles. Voy al Taller de Arte y me animo a meter las manos en el barro.

A cabezota no me gana nadie así que, a pesar de las recomendaciones de la profesora, que me dice que hacer un jarrón desde una lámina de 1 cm. es lo más difícil, ahí voy, de cabeza, como las polillas a la luz. Me sale un jarroncito surrealista con boca de flor y base de animal. Un recuerdo que llevaré a casa. A ver dónde lo coloco.

No duermo profundo, mi cabeza no para de tener nuevas ideas (algunas muy lúcidas, por cierto). Me explican que es normal durante el ayuno, que cuando al organismo se le libera de la tarea de hacer la digestión tiene mucha energía libre. Coloco una libreta con un lápiz en la mesilla de noche y voy anotando todo lo que llega.

Día 4: Tercer día de ayuno - Bajo mínimos

Me levanto con una flojera de las buenas. De camino a la cita diaria en enfermería (glucosa, tensión, oxígeno en sangre y peso), el móvil parece que pesa 20 kilos, me tiemblan las piernas. Las maquinitas confirman que tengo la tensión y la glucosa muy bajas. La enfermera me pauta cuatro ampollas de sales de Quinton (agua de mar isotónica) para distribuir entre la media mañana y la media tarde.

Hoy me incorporan, tras el caldo de verduras del mediodía, la compresa en el hígado durante una hora mientras descanso en la cama. Me explican que es para ayudarle a hacer su trabajo de depuración, y será diario hasta el día 7, la víspera del rompe-ayuno. Al terminar, segunda cita, de seguimiento, con la doctora Gallardo, que me tranquiliza con mi tensión y glucosa, y que me pauta un suplemento de magnesio, potasio y vitamina B6. Y ya que estoy, y tengo acceso a probar cualquier actividad, me veo con el acupuntor médico, el doctor Fernando Fierro. Me he apuntado a la acupuntura clásica, aunque Fierro ha implantado en la clínica Buchinger Wilhelmi Marbella la versión láser para los que no se llevan bien con las agujas.

Día 5: Cuarto día de ayuno - "In love" con mi cuerpo

Vuelvo a tener la tensión y la glucosa baja, pero ya me he mentalizado. A cambio, no me duele la cabeza tal y como me advirtieron, aunque la noto pesada, una sensación que no me abandonará durante todo el ayuno. Llega la primera lavativa para estar seguros de que mi intestino está tan brillante como un Rolls-Royce.

Me encanta ir al salón y leer el periódico de papel mientras tomo una infusión en la terraza con vistas a la piscina y a las preciosas palmeras de la clínica. A lo lejos se puede ver el mar de Marbella. Hace un día espectacular. Estamos en octubre y el termómetro marca 23 grados. Dicen que en Madrid diluvia. Me paso la mañana en la piscina y me uno a clase de Aquatic Gym. Lo paso bomba, estoy pletórica, quiero bailar y me siento súper ligera. Las sales de Quinton me han sentado muy bien. Hoy toca masaje craneal hindú a cargo de Nadeshna (significa esperanza en ruso), concierto de guitarra, y sesión de cine. Más liada que en Madrid.

Al llegar a la habitación, de noche, tengo una revelación maravillosa, empiezo a pensar en mi cuerpo como nunca antes lo había visto. Normalmente lo miro poco, si acaso para saber si he adelgazado o engordado, si tengo la piel más o menos hidratada o cómo le sienta la ropa. Todo bastante superficial. Ni siquiera todas las veces que he meditado, o he hecho yoga guiado instándome a conectar con él lo he conseguido del todo. Pero aquí, con esos exámenes diarios y ese observarlo, desde la ingesta de sales hasta el crujir del estómago, siento que es una maquinaria perfecta y no puedo estar más orgullosa de él. Me quedo con esta sensación de estar in love, pero no desde la perspectiva estética sino desde otro lugar, desde un profundo agradecimiento, desde el fondo de mis tripas, desde la idea de esa maquinaria perfecta que me sujeta, me lleva y me trae y a la que me debo. Qué respeto pensar en qué me llevo a la boca a partir de ahora…

Día 6: Quinto día de ayuno - No me quiero ir

Creo que tengo un síndrome parecido al de la cueva, ese que teníamos después del confinamiento. Este lugar es como el vientre materno. Todo el staff, sin excepciones, es extraordinario. Se nota que están encantados de trabajar aquí, y adoran lo que hacen. Ana Gema me dice que ya tengo ojos de ayunante, y es verdad, nunca tuve tan blanca la esclerótica ni la piel tan luminosa.

ayuno buchinger habitación
Winfried Heinze

Más periódico en la terraza, más piscina, un circuito de gimnasia junto a otras dos pacientes, y mis sendos caldos de verdura, a mediodía y por la noche (más el café solo del desayuno y la infusión de la merienda). Ya tengo amigos en la Clínica. Hoy he tardado una hora en hacer el recorrido habitación-comedor de ayunantes (200 m.) debido a mis encuentros-charleta de pasillo y jardín. El día termina con concierto de jazz, compartido con mi nueva amiga Joaquina, una paisana giputxi octogenaria que vive en Canadá, y revisionado de Cuatro bodas y un funeral.

Día 7: Sexto día de ayuno - Tengo hambre

Mi día arranca con la visita diaria a enfermería y el segundo enema. Otro miedo superado: no es para tanto, al contrario, te sientes tan reconfortada después... La sensación de ligereza es inaudita. Y es normal, porque desde que nacemos tenemos invitados en el intestino. Siempre.

Me acerco al Taller de Arte y pinto la primera acuarela de mi vida. No tiene mala pinta. Sigo teniendo hambre, no voy a hacerme la heroína. Le pregunto la razón a la doctora Gallardo. No es lo habitual, porque al segundo día de ayuno desaparece la sensación de apetito. Lo mío tiene que ver con mi metabolismo, más lento. Me habla de dos hormonas: la grelina y la leptina, antagónicas. La leptina provoca la sensación de hambre y la envía el estómago vacío. Y cuando estamos saciados, aparece la grelina. Pues bien, mi leptina está a pleno rendimiento.

Me voy a Antares, a La casa de los Sentidos, la división de bienestar de la clínica Buchinger Wilhelmi Marbella, para recibir un tratamiento détox facial y corporal a base de vitamina C con una de mis marcas favoritas ever: Natura Bissé. Vuelvo a la habitación para escribir estas líneas y me marcho a tomar, pletórica de alegría, mi último caldo de ayuno.

Empiezo a sentir dos sensaciones enfrentadas: por un lado, me apena volver a llenar mi organismo de alimentos que se convertirán en detritus, pero por otro, honro la comida como lo que es: uno de los mayores placeres de la vida, pero además (y esta idea ya no desaparecerá de mi cabeza, me temo que nunca) la honro porque nos da la oportunidad de tomar el camino de la salud. Nuevo mantra.

Día 8: Jornada de 'rompe'

Hoy rompo el ayuno y estoy contenta. Mis valores de tensión y glucosa siguen en su línea, pero ya no me preocupa porque hoy mastico. He bajado 350 g. más. Paso la mañana trabajando en la terraza, y me uno a una clase de saludo al sol que nunca había practicado. Sé que cuando llegue a la habitación me estará esperando un suculento calabacín asado con piñones, todo ecológico y de kilómetro cero.

El almuerzo de rompeayuno, o rompe, como le llaman pacientes y médicos, es la única comida del programa que sirven en tu habitación. Y lo entiendo; es un momento íntimo, casi eucarístico, en el que sientes un respeto inaudito por los alimentos que vas a tomar. Me limpio los labios con la servilleta y hasta me emociono al ver color. Le sigue la última compresa hepática, y por primera vez no concilio el sueño en la siesta, noto que la tensión ha subido y la ansiedad hace acto de presencia. Es como si todo mi ser estuviera despertando del letargo, y me da hasta cierta lástima sacarle de su ensoñación.

Por la tarde llegan unos 10 g. de frutos secos a la habitación, y nada más disfrutarlos me uno a una clase de Feldenkrais, un método que inventó el ingeniero ruso que le dio nombre y que es una toma de conciencia del cuerpo a través de movimientos muy sencillos y lentos. Se aplica a la danza y es mano de santo para la recuperación de lesiones. Siempre me ha estimulado lo desconocido, prefiero equivocarme a repetir aquello que ya conozco y me aburre; los que me conocen bien lo saben.

¿Mi primera cena de no ayunante, ya en el comedor del primer día? Una sopa de verduras, pero mucho más espesa que los días de atrás. En mi nueva mesa coincido con Fernanda. Es empresaria agrícola y ha venido al programa de pseudoayuno, el de 900 calorías aprox.

Día 9: La readaptación

Hoy comienza mi fase Metabolic Flexi, un programa que se basa en el concepto de una cocina gourmet ecológica donde abundan las verduras y que va incorporando paulatinamente los alimentos en la rutina diaria. Hoy tomaré sólo verduras y frutas, queso y frutos secos. En el desayuno, disfruto de una crema de quark, frutos rojos y aceite de lino; en el almuerzo, de una crema Budwig (un clásico aquí) acompañada de una ensalada de hojas y pesto.

Antes, me he apuntado a una clase para conocer el Método Melt, un programa de ejercicios para regular el sistema nervioso y eliminar el dolor. Sesión de cuencos tibetanos, y cena: una deliciosa crema de espinacas con espárragos. Tengo que decir que cocinan de muerte, y de paso, que no paro de mirar mi tipín en los espejos de los pasillos.

dish featuring green sauce with sliced vegetables
ame

Día 10: Pensando en la vida ahí fuera

Hoy, mi último día antes de salir al mundo, asisto a una clase de yoga terapéutico y almuerzo con Katharina Rohrer-Zaiser, co-gerente de la clínica Buchinger Wilhelmi Marbella junto a Víctor Wilhelmi, que me cuenta los proyectos de la Clínica: aumentar la zona de fitness y relax, crear un auditorio cultural, y crecer y expandirse en algunos espacios que acaban de adquirir.

Termino la jornada con un lifting facial japonés con aceite de almendras y esencia de geranio para completar la maravillosa terapia vivida, y con la consulta final con mi doctora, que me ofrece algunos consejos para la vida cotidiana, como arrancar el día con un vaso de agua templada con una cucharadita de vinagre de manzana para regular la glucosa en sangre, y empezar todas (pero todas) las comidas con algo verde por la misma razón, para evitar los picos de glucosa que provocan inflamación. Como priorizar el pescado (más azul que blanco) a la carne, y los fermentados como el yogur, la kombucha, el kéfir y el chucrut. De cena, ensalada de espinacas y zanahoria cocida con salsa exótica, y canelones de calabacín rellenos de verdura y tofu con salsa de tomate.

Día 11: La despedida

Con un picnic cortesía de la casa lleno de vitaminas para el trayecto a Madrid me despido de este lugar bendito. Me muero de ganas de llegar a casa y llenar la despensa como proponen en el libro que me llevo de regalo, 'Cada día un placer', que me ha acompañado todas las noches, y cuyas recetas han dado sabor (y esperanza) a mis últimos minutos antes de apagar la luz cada noche. “Voy a hacer esta… y esta, oh, ¡esta, para desayunar!”.

ayuno buchinger
Clinica Buchinger Wilhelmi

Y aquí llegan las cifras, lo que sé que todo el mundo quiere saber y que no paraba de preguntar por whatsapp e instagram durante esta aventura: ¿cómo te sientes? y ¿cuánto peso llevas perdido? Tengo que decir que perdí 4 centímetros de cintura y nada de cadera, y que entré con 62,9 k, y salí con 60,2 k, lo que hace una pérdida de 2 kilos y 700 gramos. Y es que ese no es el verdadero objetivo.

Lo vital es que sales educada para el resto de tu vida. Tengo que decir que en la vuelta a casa seguí bajando peso durante un mes, y que me mantengo en 59 k. hasta hoy que estoy escribiendo estas líneas, dos meses y medio después. No he dejado de comer en ningún momento lo que me ha apetecido, aunque es verdad que no me apetece lo que antes me llamaba la atención. En cualquier caso, bienvenido ha sido. Lo volvería a hacer una y mil veces a pesar de mi leptina. Ni mi cuerpo ni mi cabeza son ya los mismos.

Cinco recetas muy sabrosas y light para hacer détox en casa

Mis favoritas del libro 'Cada día un placer'. Todas las recetas son de Hubert Hohler y Fernando Sánchez, de Buchinger Wilhelmi.

El famoso muesli de Buchinger Wilhelmi

bowl of oatmeal topped with berries and a spoon on a marble surface
Winfried Heinze

1 persona - fácil - 233 kcal/ración

Ingredientes:

  • 40 gr. de queso fresco batido desnatado
  • 1 cucharadita de aceite de linaza prensado en frío
  • 50 gr. de plátanos
  • 10-40 gr. de zumo de naranja (al gusto)
  • 80 gr. de manzana
  • 30 gr. de frutas de temporada
  • 10 gr. de cereales triturados y puestos a remojo (en copos o germinados)
  • 5 gr. de semillas oleaginosas, puestas a remojo o trituradas

Elaboración:

Pasa el queso fresco batido, el aceite y los plátanos con una parte del zumo por la batidora. Corta las manzanas en cuartos, retírales el corazón y rállalas. Añádelas al puré de queso fresco batido junto con la fruta de temporada, los cereales y las semillas. El sabor del muesli puede variarse usando distintos tipos de frutas, cereales o especias. La espelta y otros tipos de cereales se deben triturar o moler finamente y dejar en remojo de un día para otro o consumirse germinados.

Consejo:

La avena debe usarse fresca y finamente molida o en copos; no debe dejarse en remojo, pues se vuelve amarga. Utiliza inicialmente solo una parte del zumo. Una vez agregados los demás ingredientes, puedes añadir más zumo para ajustar la consistencia.

Sopa de ortigas

ayuno buchinger
Winfried Heinze

4 personas - fácil - 130 kcal/ración

Ingredientes:

  • 500 ml. de caldo de verduras
  • 200 ml. de leche semidesnatada
  • 50 gr. de harina integral de arroz finamente molida
  • 1 cucharadita de zumo de limón
  • 16 ortigas tiernas
  • 20 gr. de aceite de nuez prensado en frío
  • 1 diente de ajo
  • Sal, pimienta

Elaboración:

Calienta el caldo de verduras con la leche y, antes de que rompa a hervir, agrega poco a poco la harina de arroz sin dejar de remover. Cuece la sopa a fuego lento durante al menos 5 minutos y sazónala con sal, pimenta, zumo de limón y un poco de ajo. Pasa la sopa junto con el aceite de nuez por la batidora y mezcla bien. Por último, agrega las ortigas y remueve.

Tartar de verduras

ayuno buchinger
Winfried Heinze

4 personas - intermedia - 67 kcal

Ingredientes:

  • 120 gr. de pepino
  • 100 gr. de calabacín
  • 100 gr. de pimiento
  • 100 gr. de tomates
  • 1 cucharada de albahaca o cebollino
  • 2 cucharadas de vinagre balsámico
  • 2 cucharadas de aceite de oliva virgen extra
  • Sal, pimienta

Elaboración:

Pica las hortalizas en daditos, añade las hierbas aromáticas picadas y sazona con el vinagre, el aceite y las especias. Deja reposar aproximadamente una hora. Aparta 100 gr. de las verduras con un cucharón y viértelas en el plato. Acompaña con lechuga. Adereza la lechuga con un poco de vinagreta.

Carpaccio templado de lubina

ayuno buchinger
Winfried Heinze

4 personas - intermedia - 158 kcal/ración

Ingredientes:

  • 600 gr. de lubina (lomos limpios, sin piel ni espinas)
  • Zumo de 1-1½ lima
  • 1 cucharadita de vinagre de vino blanco o Jerez
  • 1 cucharada de agua
  • 1 cucharada de aceite de oliva virgen extra
  • 1 ramita de estragón fresco
  • 1 chalota finamente picada
  • Sal

Elaboración:

Para el marinado, mezcla el zumo de lima con el vinagre, el agua, el aceite y una pizca de sal. Retira las hojas de la ramita de estragón, añádelas al marinado junto con la chalota y mezcla bien con un batidor. Con un cuchillo para salmón bien afilado, corts la lubina en láminas muy finas. Coloca estas láminas cubriendo el fondo de cuatro platos llanos. Sazona el carpaccio, vierte el marinado por encima y deja reposar 1-2 horas. Por último, pon el «carpaccio» durante 1-2 minutos en el horno precalentado a 200 °C (con ventilador). Saca los platos del horno y decora con estragón fresco.

Consejo:

El marinado será mucho más potente si lo dejas preparado el día anterior. El carpaccio puede servirse como primer plato o como plato principal, por ejemplo, con cereales y verduras al vapor.

Postre de frutos rojos

ayuno buchinger
Winfried Heinze

6 personas - intermedia - 48 kcal/ración

Ingredientes:

  • 300 ml. de zumo de manzana y cereza
  • 15 gr. de perlas de sagú
  • 100 gr. de fresas
  • 100 gr. de frambuesas
  • 100 gr. de cerezas
  • 100 gr. de arándanos

Elaboración:

Lleva a ebullición el zumo de manzana y cereza. Añade las perlas de sagú y cuécelas ligeramente hasta que estén blandas. Deja enfriar. Limpia y lava las bayas. Quita el hueso de las cerezas, corta las fresas por la mitad y agrégalas junto con las demás bayas al líquido espesado. Si las bayas están demasiado ácidas, añade un poco de miel.

Consejo:

También puedes hacer un postre con otros tipos de frutas, utilizando un zumo claro. Las perlas de sagú son un espesante ideal para los postres de fruta. El almidón de sagú es un espesante insípido a partir de almidones de textura granulada que se obtiene de la médula del tronco de la palmera del mismo nombre. El almidón de sagú se vende en bolitas de 1-3 mm. de diámetro llamadas perlas.


Headshot of Amelia Larrañaga

Periodista especializada en belleza, bienestar y estilo de vida desde hace más de 25 años. Desde que se licenció en Periodismo en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense, ha escrito para medios como Elle, Vogue, Woman, Yo Dona, Mujer Hoy, Elle Gourmet o Harper’s Bazaar.  Dentro del mundo de la belleza, es experta en peinados, cortes de pelo y cabello en general (en una alfombra roja, no se le escapa el más discreto de los postizos ni el más escondido de los trucos) y lo sabe todo acerca de color y las últimas tendencias capilares, gracias a que se tituló en Peluquería en la Academia Guallar de San Sebastián mucho antes de estudiar periodismo.  Si no hubiera sido reportera, le hubiera gustado ser antropóloga o socióloga, por eso disfruta como una niña con ensayos que le ayuden a entender mejor al ser humano y su conducta, individual y en masa, o entrevistando a los expertos para sus artículos sobre psicología y tendencias sociales. Probadora profesional de experiencias, es capaz de sumarse a cualquiera de sus valientes retos “30 días sin…” para luego contar cómo es transitar durante un mes fuera de su zona de confort.