"Muchas veces quedo con los directores, productores, guionistas para convencerles de que entren en un proyecto y les digo que en realidad, lo que me mola es quedar a comer, elegir y descubrir sitios nuevos", dijo Arturo Valls en su paso por Gastro SER, donde ha presentado Socarrón, un arroz de la variedad Albufera, mezcla de Bomba y Sénia, con el que rinde homenaje a sus orígenes.
Quien siga a Valls en sus redes sociales sabe bien que de tener página en LinkedIn, entre sus habilidades y roles no podría faltar el de paellero, porque prepara unas paellas para sus amigos y familiares que son casi leyenda. Hasta hace poco, era necesario ser invitado por él para disfrutar de una de esas impresionantes paellas, pero gracias a su último proyecto, que cuenta con el respaldo de Arroz Dacsa, no hace falta ya esperar la llamada de Arturo. Aunque si llama, por descontado, jamás le diremos que no. Porque como ocurre con los calçots, en realidad la magia de la paella radica en que encierra todo un ritual de hedonismo y diversión.
“Se echa todo el día. Para mí, es la vida. Llegó un punto en el que en cada entrevista que hacían, me preguntaban por mis paellas. Y pensé que si la gente me relacionaba con eso, sería bastante orgánico tener una marca de arroz. Luego se me ocurrió el jueguito de palabras, ‘Rolang Arroz”, explica a Elle Gourmet.
El nombre de ‘Rolang Arroz’ era una genialidad.
Pensé que la gente en el supermercado vería ‘Rolang Arroz’ y pensaría que era muy divertido pero después, se lanzaría sobre el paquete de SOS. En las redes, la gente me ha propuesto todo tipo de nombres.
Llevabas tiempo fantaseando con lanzar este proyecto. ¿Qué te impulsó a que no se te pasara el arroz?
Tener a mano una marca como Dacsa. Hubo un momento en el que incluso me planteé producirlo, irme a la Albufera, hablar con agricultores, seleccionar el grano… Me pregunté qué haría George Clooney con su tequila (dice entre risas). Hice una campaña con Dacsa y les propuse la idea. El resto, ya es historia. Es maravilloso tener cerca a alguien que te acompañe en una aventura como esta.
¿Qué nos pasa a los españoles con la paella, que nos lanzamos cual chacales contra quienes suben a sus redes una foto de una receta no canónica?
Es que se han hecho auténticas aberracciones por ahí y nos sentimos guardianes de la receta tradicional. Lo que ocurre muchas veces es que la comparamos con la paella que comemos los domingos, con la que hace nuestro padre. Cuando yo hago paella en casa, al primero al que miro es a mi hijo, a mi mujer o a quien tiene el referente de la paella tradicional.
¿Cuál es el mayor sacrilegio para ti en el mundo paellero?
Por ejemplo la mixta. Eso de mezclar gambas y pollo no lo puedo soportar. También me pasa con el pimiento, aunque en Alicante ya empiezan a ponerle. Y luego ya ese mundo del chorizo, esa cosa más latina o más anglosajona… Las paellas que hacen en Londres con chorizo son verdaderas aberraciones.
¿Cuál es la mejor crítica que te has llevado de alguien de renombre?
El que hizo que se me escapara una lágrima fue Manuel Vicent, valenciano ilustre, conocedor y paellero. Citó a Borges para hablar de mi paella. “Arturo, como diría Borges, aquí cada grano mantiene su individualidad”. Le dije de broma si podría repetirlo de nuevo para grabarlo con el móvil. Se me pone la piel de gallina al recordarlo.
Y aunque no es un piropo, pero se entiende como tal, porque es una consecuencia, tengo que decir que mi arroz consiguió callar a Wyoming. El hecho de que no hable es sinónimo de que le estaba gustando.
¿Qué tiene que tener un arroz para que sea perfecto?
Es una variedad que combina lo mejor de las tres variedades. El Bomba es la variedad que aguanta muy bien la cocción. Decimos que es para la gente que no sabe hacer arroz, porque lo tienes de ahí media hora y aguanta bien, pero no absorbe bien el sabor. El Albufera, que es la variedad de mi arroz, coge lo mejor del Bomba y lo mejor del arroz Senia, que absorbe bien los sabores pero es mucho más delicado. Si te pasas un poco con el tiempo de cocción, el arroz se te pasa. El arroz perfecto tiene que tener textura y cremosidad por fuera mientras que por dentro, ha de tener ese punto al dente.
¿Y qué tiene la paella del restaurante Lavoe para que sea tu preferida?
Creo que ha actualizado o ha puesto en valor la paella valenciana. Tiene como medio centímetro de grosor y el sabor es muy equilibrado. No son caldos de carne o los de algunos restaurantes en los que hay cierto sabor químico. El de Lavoe tiene un sabor muy natural y la textura que consigue Toni con el arroz, así como el punto de cocción, es increíble. Y conseguir el socarrat, por supuesto.
Antes hablábamos de sacrilegios paelleros… ¿Qué te parecen las porciones de paella del súper?
Para mí no tienen ningún sentido. Me da rabia que se desvirtúe y se prostituta a la paella. No le encuentro sentido, sobre todo en Valencia. Ahora se está poniendo un poquito en valor en algunos restaurantes. Como la paella se ha comido en las casas los domingos, los restaurantes no la hacían. Y los que la hacían estaban enfocadas al turista. Me da pudor que un hostelero no respete ni tenga el cariño que tiene un hostelero donostiarra. En Donosti, te equivocas en un bar y comes bien. Hay un amor por el producto que en Valencia, con la paella, no existía. Pero ahora hay tres o cuatro sitios en los que ya se respeta.
Como soltera sin remedio, lamento lo complicado que es lograr que te sirvan paella cuando vas sola, aunque ya hay algún restaurante en el que te permiten pedir una ración...
Pero, ¿hacen una paella o te ponen una ración de una grande que han hecho?
Te diría que eso es un poliamor paellero, porque sirven una ración de una paella que fue cocinada para muchos. Para terminar, ¿hay algún postre ideal para tomar tras la paella o después de una buena paella, no hay hueco para más?
La coca con mistela, con un vino dulce, es un postre bastante tradicional. Es curioso porque al final, es como comerte una paella con una magdalena. Luego lleva años de moda unas torrijas de horchata. Y en los 80 y 90 se llevaba ese platillo volante que llevaba un flan y un melocotón, pero yo en casa preparo fresas con nata, algo ligerito.
Marita Alonso es experta en cultura pop y estilo de vida. Escribe acerca de fenómenos culturales desde una mirada feminista en la que la reflexión está siempre presente. No tiene miedo de darle una pincelada de humor a las tendencias que nos rodean e intenta que el lector ría y reflexione a partes iguales. Cuando escribe sobre relaciones, su objetivo es que la toxicidad desaparezca y que las parejas sean tan saludables como las recetas que intenta cocinar... Con dramáticos resultados, claro. Los fogones no son lo suyo.
Ha publicado dos libros ("Antimanual de autodestrucción amorosa" y "Si echas de menos el principio, vuelve a empezar") y colabora en diversos medios y programas de radio y televisión luchando por ver las cosas siempre de una manera diferente. Cree que la normalidad está sobrevalorada y por eso no teme buscar reacciones de sorpresa/shock mediante sus textos y/o declaraciones.
Licenciada en Comunicación Audiovisual por la Universidad Complutense, imparte master classes de cultura pop, estilo de vida y moda en diversas universidades. En Cosmopolitan, analiza tendencias, noticias y fenómenos desde un prisma empoderador.