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Joan tenía 22 años cuando él y sus hermanos, Josep y Jordi, inauguraron el que sería uno de los mejores restaurantes del mundo. El Celler de Can Roca abría sus puertas como un restaurante familiar donde cumplir el objetivo del trío Roca de "pasarlo bien haciendo lo que nos gustaba". Casi cuarenta años después, tres estrellas Michelin y el título del mejor restaurante del mundo otorgado dos veces (en 2013 y 2015) por la guía "The S. Pellegrino The World's 50 Best Restaurants", Joan Roca afirma tranquilo: "no nos hemos aburridos, seguimos apasionados, conectados con la misma complicidad sincera de los primeros años".
Con 'esos primeros años' se refiere a sus inicios, cuando ser cocinero era tan solo un sueño y una propuesta que su profesor y familiares no terminaban de encajar. Finalmente, siendo aún un adolescente, Joan consiguió entrar en la Escuela de Hostelería de Girona, que cumplió y superó sus expectativas: "No ves una escuela, ves una profesión, ves algo que intuías que te gustaba pero empieza a gustarte más. Sales de aquí y cruzas la frontera, te vas a Francia y te sientas en un restaurante de tres estrellas Michelin y dices 'wow, esto me encanta, esto es lo que yo quiero hacer'", le cuenta a la periodista Sasha Correa en el pódcast Gastronomía 360º de Basque Culinary Center.
Es esa visión ("ese concepto de restaurante que yo veía en Francia marcó la línea de dónde queríamos ir") la que motivó el origen de El Celler de Can Roca. El trabajo, la pasión y una madre luchadora que apoya desde la distancia, ha convertido el restaurante de los Roca en un referente mundial de la cocina, sobrepasando aquella primera idea que Joan tenía de la gastronomía francesa de los 70 y ganando una identidad propia que inspira a millones de chefs en todo el planeta.
Lucía Ruiz estudió Relaciones Internacionales y Comunicación y ahora continúa formándose con un Máster de Marketing de Moda. Escribe para aterrizar, para recordar, para existir. Es su manera de dar forma a la vida, de hacerla real. Por eso anota todo aquello que le hace feliz: la comida, los viajes y las nuevas experiencias no pueden faltar en la lista.