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Hay una imagen que se repite constantemente en los hogares españoles durante el verano: la de aquel que acaba de llegar de la calle ardiente y agradece con un suspiro de alivio el cambio de temperatura de casa. Abre el frigorífico en busca de algo que pueda mantener unos segundos más esa sensación de frescor en el cuerpo y se encuentra con un plato (o botella) de salmorejo. Fresquito, espeso en su justa medida, delicioso. Nada apetece más.
Si, además, tienes ya preparado huevo duro y jamón... Enhorabuena, amigo, organizaste un banquete en menos de cinco minutos. Cuando las temperaturas suben, este tipo de recetas ligeras y rápidas, pero saciantes, son el mejor recurso para quitar el hambre y conseguir una sensación de bienestar plena; por eso, las ensaladas (aquí te dejamos ideas sabrosas de ensaladas con aliños diferentes para que no te aburras), el gazpacho y el salmorejo se hacen imprescindibles en el menú estival.
Aunque se tarda muy poco en cocinar estas sopas frías, hace falta batir todos los ingredientes e insistir hasta conseguir la textura deseada, por lo que contar siempre con una botella de salmorejo envasado en la recámara es la opción ideal para salvar la comida sin ensuciar y sin perder nada de tiempo. Este es el mejor que puedes comprar en el supermercado, no solo porque sabe a la receta de toda la vida que hacía tu abuela, también porque la OCU (Organización de Consumidores y Usuarios) lo califica de una calidad casi sobresaliente, con 81 puntos sobre 100.
Además, está elaborado con los alimentos propios de la preparación tradicional: hortalizas (tomate y pimiento), agua, aceite de oliva virgen extra, pan rallado, (harina de trigo, sal y levadura), sal, ajo y vinagre de Jerez. Es el salmorejo de la marca AUCHAN comercializada en Alcampo:
Acompáñalo con picatostes, queso feta, semillas... o sin nada, estará igualmente rico.
Lucía Ruiz estudió Relaciones Internacionales y Comunicación y ahora continúa formándose con un Máster de Marketing de Moda. Escribe para aterrizar, para recordar, para existir. Es su manera de dar forma a la vida, de hacerla real. Por eso anota todo aquello que le hace feliz: la comida, los viajes y las nuevas experiencias no pueden faltar en la lista.