Hay muchos profesionales de la alta cocina que maman el caldero desde pequeños, al ver a las mujeres de su familia trajinando entre fogones. En el caso de Pepe Rodríguez, fueron las perdices en escabeche de su abuela las que marcaron el legado culinario; para el chef José Andrés, fueron las croquetas de su madre. Más allá del dilema feminista que supone (y que la icónica Maria Nicolau aborda aquí), es una realidad que el recetario de la figura materna ha sido causa y origen de grandes chefs a lo largo de la historia.

Los hermanos Roca también beben de esta herencia familiar, pues nacieron en un bar, "donde mi madre cocinaba cocina sencilla, humilde, para trabajadores", recuerda Joan Roca en el podcast Gastronomía 360º de Basque Culinary Center. Aunque se criaron entre comandas y ollas humeantes, "no estaba escrito que nos dedicáramos a esto. De hecho, nuestra madre, y sobre todo nuestra abuela, era la que más insistía en que nos fuéramos. Ella nos decía 'id a trabajar a algún banco, ahí hay aire acondicionado', cuenta el mayor de la tríada Roca.

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D.R.

Joan (cocinero), Josep (sumiller) y Jordi (postrero) son, como ellos mismos se describen, "un triángulo equilátero. Sólido, líquido y dulce. Cocina, vino y postres. Tres espejos que reflejan cada uno una personalidad propia, que en un juego de espejos a tres bandas se convierte en un caleidoscopio creativo...". De este caleidoscopio creativo surge su proyecto compartido: el restaurante El Celler de Can Roca, considerado Mejor Restaurante del Mundo durante varios años, poseedor de tres Estrellas Michelin y una Estrella Verde, y referente mundial de la cocina innovadora.

Pero nada de esto existiría sin una pieza clave, con nombre, apellidos, 86 años y una vitalidad arrolladora: su madre, Montserrat Fontané. "Es una pieza importantísima. Nuestra historia es un matriarcado, ella ha sido la que ha ido impulsando desde la distancia pero muy presente siempre y, sobre todo, ha transmitido valores de generosidad, hospitalidad, de esfuerzo, de trabajo, de compromiso, de capacidad de compartir. Eso ha sido clave en esta historia que hemos ido creando".

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Web de El Celler de Can Roca

La historia continúa con nuevas generaciones Roca, pues Marc, hijo de Joan, y Martí, hijo de Josep, acaban de sumarse al conglomerado. A pesar de la distancia generacional que les separa, el duende de Montserrat sigue calando hondo: "la primera vez que mi hijo me dijo que quería ser cocinero, advirtió sería uno como su abuela, no uno como yo", comparte Joan.

joan roca y su madre montse en el restaurante can roca, en gironapinterest
JOAN VALERA

La presencia inquebrantable de Monserrat desafía aquello de que "detrás de cada gran hombre hay una gran mujer" porque esta gran mujer está al lado, en incluso delante, de cada gran hombre del clan Roca: "Es protagonista. De hecho, cuando ganamos en el 50 Best como mejor restaurante del mundo la que dio la cara fue mi madre. Ella atendió a todos los medios y le quito hierro a la cosa. Dijo 'estos que le han dado el premio son ingleses y no tienen ni idea'", recuerda Joan entre risas.

A pesar de esta "manera maravillosa de aterrizar", no cabe duda de que mamá siempre será la primera en levantarse a aplaudir el éxito de sus hijos. En una entrevista a Monserrat, cuando le preguntan por el día más feliz de su vida, ella contesta: "El día más feliz fue cuando vi que El Celler de Can roca, el restaurante de mis hijos, estaba lleno por primera vez". Y aún no existe mayor demostración de amor que la de alegrarse por los logros ajenos más que por los propios.

Headshot of Lucía Ruiz

Lucía Ruiz estudió Relaciones Internacionales y Comunicación y ahora continúa formándose con un Máster de Marketing de Moda. Escribe para aterrizar, para recordar, para existir. Es su manera de dar forma a la vida, de hacerla real. Por eso anota todo aquello que le hace feliz: la comida, los viajes y las nuevas experiencias no pueden faltar en la lista.