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Será la pasión por la gastronomía, la filosofía de la 'dolce vita' que baña los países mediterráneos o la oda a la buena mesa que españoles e italianos hacemos de cada comida. El caso es que ambas culturas comparten un gusto especial por los alimentos frescos, los productos de temporada y las recetas sabrosas, equilibradas y sencillas, con pocos ingredientes pero de calidad. Esta afinidad culinaria ha convertido Madrid en un albergue de restaurantes italianos para todos los gustos y bolsillos, desde los más extravagantes y demandados hasta los más informales y recónditos.
Además de 'trattorias' y 'ristorantes', han surgido tiendas especializadas en productos italianos, llegados directamente de la Bota para convertir los hogares españoles en una cocina de la Toscana. Se trata de rincones gourmet donde los clientes no son ventas, sino nombres, donde los dueños son el rostro del local y te recomiendan las mejores opciones para tus recetas caseras. Así es Casabase.
Sus puertas abrieron en diciembre de 2015, cuando Francesco Maggi y Angelica Tinazzi se lanzaron a vender panetones artesanos. Desde entonces, esta boutique gastro en el barrio de Salamanca es la 'casa base' de una variada selección de marcas italianas, cuyos productos pueden comprarse para cocinar en casa o probar allí.
Aunque su panetone aún se mantiene entre los 'best sellers', ahora comparte ranking con los paninis, como el panini Panky, de pan ciabatta, salchichón, queso ricotta salada, tomate confitado, aceite de limón y lechuga. También ofrecen la degustación de pizzas, lasañas y tablas para compartir, acompañado todo ello de exquisitos vinos.
Para los cocinitas que prefieran probarlo de sus propias manos, existen kits de pasta con todos los ingredientes para elaborar las recetas más populares de la gastronomía italiana, además de un amplio abanico de alimentos poco conocidos, pero indispensables en la despensa itálica.
Lucía Ruiz estudió Relaciones Internacionales y Comunicación y ahora continúa formándose con un Máster de Marketing de Moda. Escribe para aterrizar, para recordar, para existir. Es su manera de dar forma a la vida, de hacerla real. Por eso anota todo aquello que le hace feliz: la comida, los viajes y las nuevas experiencias no pueden faltar en la lista.
