Dicen que hay dos tipos de personas: quienes se enfrentan al lavavajillas como si fuera un Tetris perfecto y quienes lanzan los platos a su suerte, quienes deshacen la maleta al llegar a casa y los que dejan que la ropa se olvide del armario durante una temporada y aquellos que comen ante el ordenador y los que prefieren hacerlo con sus compañeros del trabajo. Henry Stewart, fundador de la empresaria de consultoría Happy, es sin duda de los últimos.

"La gente trabaja sin parar y está en una especie de rueda de hámster"

El experto en felicidad comentaba en The Ray D’Arcy Show que en su empresa, no parar para comer está prohibido. “Hay que estar con gente y frenar un rato. Cuando nos movimos de oficina alguien trabajo bombones -lo cierto es que creo que fui yo- y fue entonces cuando el equipo se juntó para tomar alguno. Eso cambió la cultura empresarial. La gente trabaja sin parar y está en una especie de rueda de hámster, algo que no es bueno ni para nadie. Eres más productivo si te detienes”, asegura.

"Considero que es muy bueno para la salud mental irse a comer solo o con gente de otro departamento"

Por su parte Carmen Raya, Project Manager, coincide en subrayar la importancia de desconectar de verdad del trabajo, pero considera que comer con los compañeros de oficina es “lo contrario”. “Si yo quiero socializar con mis compañeros y establecer relaciones de amistad, ya quedaré con ellos fuera de la oficina. Es más, considero que es muy bueno para la salud mental irse a comer solo o con gente de otro departamento. Aunque sigo pensando que terminaréis hablando de trabajo y eso es precisamente lo que tu cerebro no necesita. Además, una cosa es que te guste tu trabajo para poder realizarlo de forma más satisfactoria y con una sonrisa en los labios y otra muy distinta es que te tengan que gustar tus compañeros de trabajo”, explica a Elle Gourmet.

"Comer con tus compañeros de trabajo es como pasar Navidades con la familia y la familia política"

“En las oficinas se unen perfiles de lo más variopintos, tanto sociales como de ideologías políticas, religiosas… Comer con tus compañeros de trabajo es como pasar Navidades con la familia y la familia política a la vez. Saldrá mal. En mi caso, algunas veces tengo que morderme la lengua dos veces para no hablar durante la comida con mis compañeros y eso me quita años de vida”, asegura.

¿El fin de la comida 'al desko'?

Muchos 'freelancers' estamos tan habituados a comer solos y bajo la presión, por lo que ponemos en marcha la denominada “comida al desko”, que aunque tiene un nombre bastante chic, no es otra cosa que comer delante del ordenador. Un inciso: lo siento muchísimo por el teclado del mío. Por eso hay espacios de coworking que se aseguran de fomentar las comidas grupales. Es el caso de The Social Hub Oporto, cuyo equipo cree que la gastronomía es mucho más que una experiencia culinaria: es un motor de conexiones auténticas.

"Algunas de las mejores ideas y colaboraciones nacen de forma espontánea alrededor de una mesa"

“Creemos firmemente que algunas de las mejores ideas y colaboraciones nacen de forma espontánea alrededor de una mesa. Por eso, nuestros espacios gastronómicos están pensados no solo para ofrecer buena comida, sino también para crear comunidad. El menú se inspira en la cocina portuguesa contemporánea, con platos estilo petiscos ideales para compartir y con ingredientes de proximidad que rinden homenaje a los sabores locales”, explican.

"El networking también ocurre lejos del escritorio"

“Esta propuesta, junto a un ambiente abierto y vibrante, convierte cada comida en una oportunidad para conectar con otros profesionales, intercambiar experiencias y alimentar tanto el cuerpo como la creatividad. En un ecosistema donde el 'coworking' es vital, el networking también ocurre lejos del escritorio. Y la comida, en nuestro caso, se convierte en un lenguaje común”, dicen.

comer en la oficinapinterest
Cr. Giulia Parmigiani/Netf//Netflix
Imagen de Emily in Paris

Algunas multinacionales presumen de que sus jefes comen en las cantinas junto al resto de trabajadores, alejándose así de la clásica figura del jefazo que va a restaurantes de lujo mientras sus trabajadores recurren a los siempre socorridos 'tuppers'. Es el caso de figuras como Thomas Meyer, fundador de Desigual, y Amancio Ortega, fundador e ideólogo de un concepto de comedor 360 grados en el que prima la sostenibilidad. Sus trabajadores están más que habituados a comer con el creador de Inditex.

"En la mesa del almuerzo no hay jerarquía"

“Antes de fundar mi marca, Altuzarra [en 2008], solo trabajaba en firmas de moda donde comías solo en tu escritorio. Desde el principio, una de las cosas importantes para mí fue que todos nos tomáramos un tiempo para sentarnos y almorzar juntos. Me gusta la mesa del almuerzo porque no hay jerarquía: hablamos de nuestros hijos, nuestras familias, de 'Real Housewives' o de cualquier tema intelectual del día. Pero no hablamos de trabajo”, explica el diseñador a New York Times.

"El precio medio del menú del día en España subió un 6,1% en 2024"

Porque las comidas con los compañeros de trabajo están regresando con fuerza, aunque afortunadamente para el hígado de los comensales, ya no son como las de series como Mad Men, bañadas por litros de alcohol. Sin embargo, la economía no se lo está poniendo tan fácil a quienes quieren despegarse del ordenador, pues según el último informe elaborado por Edenred y Hostelería de España, el precio medio del menú del día en España subió un 6,1% en 2024, alcanzando los 14 euros de media. Desde 2016, el incremento ha sido de un 19,5%, y en ciudades como Bilbao (15,50 euros), Barcelona (15,10 euros) y Madrid (14,80 euros), el encarecimiento ha sido aún mayor.

Cuando la comida entre compañeros es parte del trabajo

Otro problema llega cuando esas comidas entre compañeros de trabajo son casi obligatorias. “Creo que fomentar esas comidas es muy peligroso. Quema a las personas y mucho más cuando los jefes acuden a ellas. Se crean esos momentos de tensión, de pasivo agresividad que nadie debería tener que soportar. Que lo aguantes con tu suegra, OK, pero es tu decisión y es tu vida personal. Aquí hablamos de vida laboral. ¿Acaso pone en mi contrato que debo comer con mis compañeros?”, se pregunta Raya.

"¿Acaso pone en mi contrato que debo comer con mis compañeros?"

“Por otro lado, si no quieres ir a esas comidas y decides negarte, obviamente eso repercute en la relación con tus compañeros. La gente empieza a preguntarte por qué no vas, si te pasa algo e incluso llegan a recriminarte que no vayas. Frases como “¿Qué pasa? ¿No te caemos bien?” o “No puede no venir a comer” se abren paso si te niegas. Lo sé por experiencia. 
También es cierto que en esas comidas se termina hablando de trabajo inevitablemente y puede que te repercuta a nivel laboral. ¿Acaso Rachel, en la serie Friends, no perdía oportunidades en su puesto como asistente de ventas en Ralph Lauren por no fumar con su jefa y sus compañeras? Ahí lo dejo”, sentencia.

comer en la oficinapinterest
Cr. Stephanie Branchu/Netflix
Imagen de Emily in Paris



Quizás la clave sea el equilibrio por el que aboga The Social Hub Oporto. “Tomarse una pausa para disfrutar de una buena comida, sobre todo en compañía, no es solo recargar energía: es reconectar contigo mismo y con los demás. Nuestros espacios están diseñados para fomentar precisamente momentos de inspiración y pausas con sentido. Estos espacios te ayudan a resetear, generar nuevas ideas y encontrar propósito. En una ciudad que valora la conexión y la creatividad, ofrecemos el entorno ideal para transformar lo cotidiano en experiencias enriquecedoras”, dice el equipo para terminar.

Y yo, que trabajo en casa, sola solísima, me pregunto si tener Netflix de fondo puede contar como compañía cuando como y si quizás fomenta mi productividad o mis faltas de habilidades sociales ver Black Mirror mientras mastico. Confieso que hay días en los que la desesperación llega a tal punto que si Amancio me invitara a la cantina un día, iría, y teniendo en cuenta que vivo en Barcelona, el hecho de que dijera que sí demuestra que realmente pasar demasiado tiempo delante de la pantalla del ordenador y creer que el teclado es un mantel tiene consecuencias. Y no solo para este pobre Mac.

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Marita Alonso es experta en cultura pop y estilo de vida. Escribe acerca de fenómenos culturales desde una mirada feminista en la que la reflexión está siempre presente. No tiene miedo de darle una pincelada de humor a las tendencias que nos rodean e intenta que el lector ría y reflexione a partes iguales. Cuando escribe sobre relaciones, su objetivo es que la toxicidad desaparezca y que las parejas sean tan saludables como las recetas que intenta cocinar... Con dramáticos resultados, claro. Los fogones no son lo suyo.

Ha publicado dos libros ("Antimanual de autodestrucción amorosa" y "Si echas de menos el principio, vuelve a empezar") y colabora en diversos medios y programas de radio y televisión luchando por ver las cosas siempre de una manera diferente. Cree que la normalidad está sobrevalorada y por eso no teme buscar reacciones de sorpresa/shock mediante sus textos y/o declaraciones.

Licenciada en Comunicación Audiovisual por la Universidad Complutense, imparte master classes de cultura pop, estilo de vida y moda en diversas universidades. En Cosmopolitan, analiza tendencias, noticias y fenómenos desde un prisma empoderador.