Arte, ciencia, cultura... Sí, también es pasión, magia, sensaciones que desbordan. Una muestra de amor, claro. Y, por supuesto, la cocina es, además, una forma de mantener viva la memoria. Todos esos ingredientes se encuentran en la aventura culinaria de una saga familiar que lleva la creatividad en las venas: Casa Dominguín (Libros Cúpula).
Se trata de un personalísimo recetario que, como afirma la hija menor de Lucía Dominguín, Palito, "no es solo un libro de cocina, es un libro de nosotras, un libro de anécdotas, de arte…". Precisamente esta fotógrafa y artista (y exconcursante de MasterChef Celebrity) firma la dirección de arte, el estilismo y las imágenes de un volumen que, a través de la cocina, se adentra en "el fantástico mundo de las Dominguín".
Lucía Dominguín: "Desde pequeños hemos vivido en la cocina, con el ruido de los cacharros chocando y el estrés del ¡Al dente! impuesto por una italiana exigente"
Lo hace desde "un prisma divertido y desenfadado, con colores, locas recetas y un ambiente de complicidad contagiosa" de tres mujeres: "tres platos muy diferentes: un estofado, un sándwich y un pastel. Somos únicas, genuinas y especiales, cada una en su género", como así precisa Jara, hija también de Lucía y nieta, por tanto, de Lucía Bosé, la mami azul, como así la definen.
Palito Dominguín: "Cada receta tiene un porqué, una historia, una anécdota... Dicen que el agua tiene memoria, y yo creo que los alimentos y las comidas compartidas, también".
Casa Dominguín reúne "recetas para el paladar y unas cuantas anécdotas para el alma". Historias de una familia que "desde pequeños hemos vivido en la cocina, con el ruido de los cacharros chocando y el estrés del ¡Al dente! impuesto por una italiana exigente", asegura Lucía.
Esa memoria culinaria, repleta de aromas y sabores, en gran parte las trasladan, por ejemplo, a los recuerdos a los veranos en Portugal que provoca el mango en Palito, o a la primera arepa que probó Jara -"en el campo, hecha por Rebecca de Alba y mi madre, rellena de queso y deliciosa"- o a aquellos mercados mexicanos de flores, verduras y frutas donde Lucía estuvo viviendo con sus otros dos hijos, Bimba y Olfo, en 1979 y 1980.
Porque sí, como constanta Palito, "cada receta tiene un porqué, una historia, una anécdota... Dicen que el agua tiene memoria, y yo creo que los alimentos y las comidas compartidas, también".