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Nada es más inspirador que ser testigo del triunfo de una persona que no las tenía todas consigo; nadar a contracorriente, el éxito sin atajos, trampa ni cartón, tan solo pasión y esfuerzo y las ganas de intentarlo una y otra vez. Es la historia de un triunfo que nace de pasado humilde pero un futuro prometedor que se cierne sobre un niño de familia trabajadora... Muchas historias de grandes personalidades comienzan así: un chispazo, una oportunidad bien aprovechada, una luz casi invisible para el resto. Es la historia de Alberto Chicote.
Este cocinero madrileño es uno de los máximos referentes de la gastronomía española, sin duda de una de las personalidades culinarias que más ruido ha hecho en los últimos años. Por la tele, pero por sus restaurantes también.
Considerado el pionero de la cocina fusión por su trabajo como chef de NODO, en 2005 Chicote también fue nombrado Mejor Cocinero del Año en Madrid Fusión. Abrió el antiguo Yakitoro by Alberto Chicote, el actual Omeraki y en el restaurante terraza Puerta al Sol -ya cerrado-, desde donde se celebran las campanadas de Fin de Año que él mismo presenta en televisión. Además, ha liderado programas de entretenimiento con altas tasas de popularidad, como 'Top Chef', '¿Te lo vas a comer?' o 'Pesadilla en la cocina' (de ahí una de sus frases más míticas, "¿lo quieres en una palabra o en dos?").
Divertido, generoso y entusiasta, Chicote cuenta en el podcast gastro 'Se me antoja by Montagud' cómo comenzó su andadura en un universo que ni él mismo sabía que le pertenecía: "Con 17 años, en una entrevista con un orientador del colegio [...], el tipo me dijo que me veía dirigido a estudiar algo relacionado con la imagen y el sonido en el plano técnico. Y no sé muy bien por qué demonios le pregunté: '¿y si yo quisiese estudiar cocina?' Digo esto porque en mi familia no había nadie que se dedicase a la hostelería, ni siquiera éramos usuarios de hostelería... En mi casa se salía para comer como en la BBC, bodas bautizos y comuniones".
En mi familia no había nadie que se dedicase a la hostelería, ni siquiera éramos usuarios de hostelería
A pesar de ello, su padre le animó a estudiar cualquier cosa "que tuviese salida". Y ahí comenzó su historia: "Mi padre me dijo: 'mira, hijo, estudia lo que q tú quieras, pero búscate algo que pueda garantizarte un futuro laboral'. ¿Su respuesta? "Yo no sé si esto me va a gustar o no me va a gustar, lo que sí tengo claro es que de hambre no me moriré".
Dicho y hecho. Sin ser consciente de la alta demanda que tenía la Escuela de Casa de Campo, un joven Chicote entró con sus 17 años y unas notas que no eran especialmente brillantes en la única escuela de hostelería de todo el país en ese momento, rodeándose de compañeros que habían tenido que hacer un montón de peripecias para conseguir un hueco: "Todo el mundo comentaba los hilos que habían tenido que mover para coger la plaza y yo miraba a un lado, miraba a otro y yo decía: 'yo no sé de qué habla esta gente'. Se pensaban que tenía algo que ver con Perico Chicote".
La suerte, el azar o quien quiera que le colocase en ese lugar, acertó de lleno, porque aquí comenzó su gran historia de amor con la gastronomía: "Tú estabas recibiendo clases teóricas de cocina, pero no cogías un cuchillo ni te ponías una chaquetilla ni nada, hasta que por fin un día entramos en la cocina. Nos repartieron por grupos y recuerdo que en la partida donde estaba yo hicimos espaguetis. Para un tipo de Carabanchel como yo, con 17 años en aquel momento, los espaguetis eran una cosa que se compraban en una bolsa, la pasta era un producto seco. Y, entonces, cuando dijeron de hacer espaguetis yo dijé: '¿que se puede hacer esto?'"
Cupido hizo lo suyo, porque ya ese día "mi madre cuenta que volví de la escuela con los ojos abiertos, me preguntó qué tal y le dije 'esto es lo mío, esto es una maravilla'. Es verdad que fue amor a primera vista, es verdad que me fui enamorando un poco más más tarde, cuando vi, primero, la cantidad de posibilidades que había; segundo, lo bien que me lo pasaba metido en una cocina y creo que lo que más me ha enamorado de este oficio: tener la posibilidad de lograr hacer felices a los demás con estas manitas y poco más que estas manitas. Hace 38 años de eso y yo creo que a día de hoy estoy tan sorprendido y enamorado como el primer día".
Lucía Ruiz estudió Relaciones Internacionales y Comunicación y ahora continúa formándose con un Máster de Marketing de Moda. Escribe para aterrizar, para recordar, para existir. Es su manera de dar forma a la vida, de hacerla real. Por eso anota todo aquello que le hace feliz: la comida, los viajes y las nuevas experiencias no pueden faltar en la lista.