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"En casa de herrero, cuchillo de palo", dicen por ahí. No en casa de este herrero. Suele ocurrir que uno se quita el uniforme de trabajo al cruzar las puertas del hogar, despejando la cabeza del oficio que le mantiene tan ocupado durante el día. Sin embargo, hay dos tipos de personas para las que esto nunca será cierto: las del teletrabajo y las que han hecho de su pasión, su profesión. Lo segundo es lo que le ocurre a uno de los chefs más galardonados del mundo e indudablemente de España.
12 estrellas Michelin avalan una trayectoria impecable que comenzó con su primera creación (al menos, que él recuerde): una sopa de ajo que elaboró en el bodegón familiar bajo la atenta mirada de su madre y su tía. Corría el año 75 cuando un quinceañero Martín Berasategui comenzaba sus primeros pasos como aprendiz de cocina. Después se convertiría él mismo en dueño de Martín Berasategui, Lasarte, MB Abama, Oria (Barcelona), Ola Martín Berasategui, Fifty Seconds Martin Berasategui y Etxeko Ibiza.
Desde entonces, los fogones han sido su primera y segunda casa, porque resulta que también es el primero en mancharse las manos bajo su propio techo: "Yo en mi casa no dejo que cocine nadie desde el año 80. Yo tenía 20 años y me parece que es el mejor regalo que puedo hacer a los míos, que es la gente que entra en mi casa", contaba en el podcast gastronómico 'La Picaeta', con Adri (@dosfoodiesymedio) y Javi (@nadiealosfogones).
En esta misma entrevista hablaba de su pasión desde niño por la cocina, algo que siempre ha tenido claro pese a la dureza del oficio: "Mis padres y mi tía querían algo más blando paa mi. Confieso que soy el único de la familia que ha tenido claro desde niño que quería hacer lo mismo que mis padres, y para ellos y mi tía no había profesión más bonita que la que ellos hacían, que era una casa de comidas".
En una época en la que no había escuelas ni universidades en las que se estudiara cocina y gastronomía, la mejor manera de aprender era en casa, y en su caso lo tuvo en la mano pese a que en la familia no estaban muy convencidos. De hecho, ha confesado que en casa le decían: "Mis padres y mis tías me decían siempre 'A ver si se te pega algo de los Gabilondos'" (en relación a la familia del periodista más mítico de Cadena SER). Pero él, 'erre que erre'."Siempre daba la brasa con que quería ser aprendiz de cocinero", reconoce Martín entre risas, un sueño que ha logrado llegando a cotas "con las que jamás hubiera soñado".
La cena de un chef con estrella
Como curiosidad en la vida de un cocinero, durante la entrevista de La Picaeta preguntaron a Martín por lo que había cenado la noche anterior. Lo hizo en casa, y como allí cocina él, preparó un menú de lujo: cocochas confitadas, rodaballo y pechugas de pichón con cerezas. Convivir con un chef parece la mejor de las loterías.
Lucía Ruiz estudió Relaciones Internacionales y Comunicación y ahora continúa formándose con un Máster de Marketing de Moda. Escribe para aterrizar, para recordar, para existir. Es su manera de dar forma a la vida, de hacerla real. Por eso anota todo aquello que le hace feliz: la comida, los viajes y las nuevas experiencias no pueden faltar en la lista.