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Llegaron a Madrid sin hacer mucho ruido, con elegancia, discreción y ganas. Lo hicieron desde un local blanco, muy blanco, en el que resaltaban todos los colores de las frutas, verduras y hortalizas que vestían las estanterías. Gracias a su amplísima ventana, la gente del barrio pasaba, miraba, entraba a charlar con quien estuviera tras el mostrador y, a veces, compraba. De esta forma Supernormal se ha ido convirtiendo en la despensa de Chamberí y también en la del barrio de Salamanca y más allá como Chueca, Malasaña, Argüelles o Cuatro Caminos. Y es que sus productos saben diferentes y sientan mejor.
La inspiración para Almudena y Fernando, ingenieros y creadores de Supernormal, fueron proyectos de alimentación en los que se valora el buen producto, como el de Stone Barns, una granja y centro educacional del estado de Nueva York, o la filosofía de Joel Salatin, agricultor especializado en agricultura regenerativa y granjas de pastoreo -definido por la revista Time como "el granjero más innovador del mundo"-.
Tal y como explica el propio Fernando, la idea original era crear un punto de venta de alimentos que siempre estén buenos y que además estén cultivados de una forma consciente con el suelo agrícola, es decir, “asegurarse de que no acabas con su fertilidad y de que podrás seguir cultivando a lo largo del tiempo”. Ellos lo logran cultivando en su huerta propia de Tiétar (Cáceres) bajo técnicas como la rotación de cultivos, el abono verde o la cubierta vegetal.
A dos horas de Madrid producen un amplio abanico de frutas y verduras: lechugas, acelgas, espinacas, brócoli, coliflor, repollo, tomate, pimiento, berenjena, calabacín, nabo, remolacha, cebolla, puerro, apio, calabaza, melón, sandía o fresas. Además, están haciendo pruebas con zanahorias, rabanitos y plantas aromáticas. Lo que no pueden producir ellos, lo consiguen gracias a una relación directa con otros productores cercanos (a excepción de algunos productos como el café).
“Hemos ido buscando a otros agricultores, ganaderos, lecheros, conserveros que compartan nuestros principios de calidad y sostenibilidad para completar el catálogo de productos”, afirma Fernando. Y es que el objetivo es que en Supernormal uno se pueda abastecer de todo lo que hace falta en el día a día.
Así, a medida que el tiempo pasa, han ido incorporando nuevas referencias, como los lácteos o la carne; alimentos de despensa como el pan, las legumbres, los cereales, el azúcar, las galletas, el chocolate; e incluso vino natural con etiquetas seleccionadas por la sumiller de Gota.
Además, en septiembre abrieron un obrador propio y eso les ha permitido vender platos preparados como cremas -uno de sus best sellers-, ensaladas o guisos y ofrecer los menús de mediodía bajo la fórmula de ensalada y plato caliente (crema o guiso) más fruta o yogur. “La idea es seguir incorporando alimentos como los yogures o la mantequilla hechos por nosotros, pero seguimos en fase de pruebas”, confiesa Fernando. Y el verano llegará con litros de salsa de tomate y tomate frito y, ojalá, con mermeladas y encurtidos, que están también en el radar.
La cesta de la semana
Almudena llevaba un tiempo dándole vueltas a la idea de ofrecer a los consumidores la posibilidad de que, cada semana, pudieran comer bien, sirviéndose de buenos productos y nutritivos, pero sin darle demasiadas vueltas ni complicarse demasiado, pudiendo elaborar con ellos recetas en media hora. Así, nació la cesta semanal, en la que los suscriptores encuentran siempre productos de temporada y propuestas de recetas.
Las hay de diferentes tamaños en función del número de personas y en diferentes formatos, ya que pueden ser de fruta y verdura, solo de verdura, solo de fruta… “Tú puedes elegir lo que quieras y la idea es que cubras la dieta de una semana”, explica Almudena. Se pueden recoger en tienda, pero también se envían a toda España.
En su deseo de expandir lo bueno y lo “normal”, y seguir ampliando la red de clientes y colaboradores, ahora también surten las despensas de varios restaurantes como Barrera, Mo de Movimiento, Tramo o Pabú. Negocios que en esta época del año demandan sobre todo tomates, calabacines y berenjenas.
La última novedad ha sido su llegada a Majadahonda, en concreto a la cafetería de especialidad Plein Café & Deli (Veneros, 2. Monte del Pilar), donde los jueves se pueden recoger las cestas semanales o hacerse con alguna conserva o zumo de frutas proporcionados por Supernormal.
¿Lo siguiente? Si todo va según lo previsto, en julio abrirán la segunda tienda física en el barrio de Prosperidad.
Los restaurantes favoritos de Almudena y Fernando en Madrid
Siempre que pueden se acercan a Mo de Movimiento (Espronceda, 34) o Espacio Tramo (Eugenio Salazar, 56), ambos pertenecientes al proyecto Espacios Conscientes. Aquí apuestan por una filosofía de calidad y sostenibilidad, presente en todos los elementos de sus restaurantes, desde el mobiliario y la vajilla, hasta la selección de materias primas o la gestión de personal.
Consideran que los platos que ofrecen son siempre deliciosos, con los buenos productos como protagonistas, ecológicos, de temporada y con poco artificio. Algunos ejemplos: la alcachofa a la brasa, yema curada y salsa macha; el canelón de pollo de pastoreo a la brasa; o la trucha, porrusalda ahumada y eneldo.
También les encanta Pabú (Panamá, 4), donde Coco Montes le da un protagonismo indiscutible al buen producto para hacer una cocina de microtemporada en la que se cocina materia prima del día que él mismo selecciona en el mercado. El suyo es puro refinamiento y gusto, que se plasma también en la forma de tratar las verduras, con franqueza y exquisitez.
Este es el motivo por el que no se sabe cuáles son los platos que formarán cualquiera de sus dos menús; pero de lo que sí se tiene la certeza es que en ellos solo habrá frescura, delicadeza, mucho aroma y todo el conocimiento que Coco ha adquirido, sobre todo, en restaurantes de Francia.
Cree que hay pocas cosas comparables a la satisfacción que se siente tras haber comido y bebido bien, y es que no hay que pasar por alto el poder qu e tiene la buena mesa; ni el de las manos expertas que, desde la cocina, nos hacen felices, o el de una buena conversación de sobremesa que te ancla a la silla y a la vida.
Fue durante su estancia en Londres, hace ya 13 años, cuando le picó el gusanillo del periodismo gastronómico y desde entonces ese fuego no se ha apagado. Empezó colaborando en la revista HSM, después en El Duende, donde sigue escribiendo a día de hoy, le siguieron la revista GQ, Tapas y Elle Gourmet. Pero no sólo escribiendo, también ha experimentado con el periodismo radiofónico colaborando en Radio Euskadi y ha aprendido cómo funciona todo desde el otro lado en una agencia de comunicación.
Un restaurante con alma, personas comprometidas que portan miradas rebosantes de vocación, oficios necesarios que se ejercen fuera de los focos y de la fama, las cocinas lejanas pero también las de nuestra memoria, la voz de la experiencia y el crujir de la juventud... Esas son las historias que le gusta contar.