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Soñamos con un delicioso plato de pasta a la carbonara -o de lo que sea-, lo visualizamos, casi lo estamos saboreando... y, a la hora de la verdad, la pasta nos parece que está demasiado dura (o blanda) y el bocado que ya nos tenía salivando ha dejado de apetecernos tanto o no nos parece tan delicioso como habíamos previsto. Para evitar esto, hablando de la textura de la pasta -que para los italianos tiene un punto diferente, más "duro", y de eso ellos son los que saben- hay algunos sencillos trucos que podrán ayudarte a conseguir un banquete propio de un auténtico italiano. Veamos.
¿Cuál es el verdadero punto de la pasta?
Es cierto que, para gustos, colores (¡y comida!); el punto ideal de la pasta no tiene por qué ser para todos el mismo. Sin embargo, usualmente, la pasta ha de cocinarse al dente, de tal forma que, aun estando lo suficientemente cocida, ofrezca una ligera resistencia al tenedor. Este estado de cocción favorece la digestión y la estabilidad de los niveles de azúcar e insulina en sangre, evitando los tan temidos picos glucémicos. Al tener un menor índice glucémico que si estuviese cocida en exceso ayuda a mantenerse saciado durante más tiempo, permitiendo realizar una actividad de larga duración sin cansarse.
Pequeño truco para disminuir aún más el índice glucémico: tras cocinar la pasta (o cualquier otro carbohidrato), déjala enfriar en la nevera. Parte de su almidón se convertirá en almidón resistente, actuando como fibra en el cuerpo; es decir, reducirá el pico de glucosa. Luego podrás recalentarlo tantas veces como quieras.
Ahora bien, ¿cómo llegamos a ese punto ideal de cocción?
Trucos para conseguir el punto ideal de cocción
- Utilizar la cantidad de agua adecuada. Es decir, un litro por cada 100 gramos de pasta que vayamos a echar. De este modo la pasta tendrá espacio suficiente para cocerse.
- Cuando empiece a hervir el agua, añadir 7 gramos (aprox. el tamaño de una cucharilla de café) de sal por litro (que dependerá, como ya hemos visto, de la cantidad de pasta). Cuando la sal esté disuelta y vuelva a hervir, añadir la pasta.
- Añadir un pelín de AOVE para evitar que se pegue en el fondo.
- Remover los primeros minutos y esperar el tiempo indicado según el tipo de pasta.
Tenemos que tener en cuenta que el tiempo de cocción estará determinado por la variedad de pasta. Entre las pastas clásicas, los macarrones suelen estar en 9 minutos, los espaguetis en 8 minutos. Si vas a consumir pasta italiana, la indicación del envoltorio corresponderá con el tiempo de cocción al dente. El penne rigate y los fusilli, por ejemplo, son 11 minutos, los tortiglioni son 12 minutos y los farfalle 10 minutos.
Si se te ha olvidado contabilizar el tiempo, confía en tu propio paladar para comprobarlo: saca uno y pártelo en dos. Si el color del centro es diferente al resto, probablemente se te haya pasado un poco y debas apagar ya el fuego.
- Una vez que la pasta tenga la solidez deseada, apagar el fuego y verte un vaso de agua fría en ella, colándola inmediatamente después.
Trucos para los "agregados" de la pasta
Es tan importante el punto de cocción de la pasta como las salsas y agregados que queramos añadirle después. Respecto a la salsa que debe ser mezclada en una sartén, es recomendable dejar un poco de agua de cocción para que la salsa y la pasta se fundan mejor. Si la salsa se echa por encima de la pasta (como la boloñesa), es preferible echar un poco en la cacerola y dejar que, una vez servida, el resto de comensales se eche el resto en su propio plato. De esta forma evitaremos que la salsa se quede al fondo o que la pasta la absorba toda.
Si también nos apetece añadir queso (vale, la duda ofende), es mejor agregarlo cuando la pasta haya absorbido un poco la salsa.
Y ahora que ya sabes todo lo necesario para "fare una spaghettata", solo queda decir una última cosa: ¡buon appetito!
Lucía Ruiz estudió Relaciones Internacionales y Comunicación y ahora continúa formándose con un Máster de Marketing de Moda. Escribe para aterrizar, para recordar, para existir. Es su manera de dar forma a la vida, de hacerla real. Por eso anota todo aquello que le hace feliz: la comida, los viajes y las nuevas experiencias no pueden faltar en la lista.