Madrid no para. Cuando crees que ya has probado todos los restaurantes del momento, abre uno nuevo que te obliga a replantearte tu lista de favoritos. Y no, no hablamos del enésimo local con neones, música a todo volumen y platos con más adornos que sabor. Hablamos de otro recién llegado que ha decidido apostar por lo que realmente importa: una cocina clásica bien hecha, un servicio de esos que te hacen repetir y un localazo de dos plantas con mucho estilo.

Se llama Tribeca Bistró y ese es restaurante que una vez pruebes, no dejarás de recomendar. Está en una calle tranquila junto a la Puerta de Alcalá, concretamente en el número 5 de Marqués del Duero y desde fuera, ya se intuye que va a ser uno de los favoritos más pronto que tarde. Al entrar, es como si de pronto estuvieras en París, pero bajo un filtro neoyorquino. Todo es bonito, todo apetece... Y se va a convertir en tu próximo objeto de deseo.

Una historia que empieza a escribirse años atrás

Pero primero, un poco de contexto, porque aquí, saben muy bien lo que hacen. Detrás del proyecto están Diego Amigo y Diego Santa Rosa, el alma del lugar, quien lo soñó y lo ha hecho realidad, es el chef mexicano Santa Rosa. Estudió en la mítica escuela de cocina de Luis Irizar, en San Sebastián, y después de pasar por restaurantes como Her (sí, el de la calle Hermosilla) o el grupo Costeño en México -con más de 60 locales en su haber-, decidió que era el momento de abrir el suyo. "Para mí era fundamental crear algo honesto. Cocina de verdad, sin disfraces, con un servicio impecable y un ambiente acogedor. De esos lugares a los que quieres volver", cuenta a Elle Gourmet. Para lograrlo, se apoyó en Ansón y Bonet, geniales creadores de conceptos y para liderar la cocina, en el chef Pepe Catà.

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Tribeca Bistró
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Tribeca Bistró

Y eso es Tribeca Bistró: un homenaje al recetario clásico europeo -ese que creías olvidado pero echabas de menos- reinterpretado con mimo, producto y la técnica aplicada de manera justa, solamente para ensalzar platos que querrás comer y repetir. "Teníamos dos caminos: hacer algo nórdico, frío, minimalista, o ir a por lo tradicional. Y lo teníamos claro: cuando algo está bien hecho, no hay que reinventarlo", añade.

Un bistró con alma neoyorquina y corazón europeo

La idea de un bistró tradicional pasada por el filtro de Nueva York cobra sentido desde el nombre. Pero no esperes clichés. Aquí todo está pensado para que la experiencia sea lo más cómoda y placentera posible. El interiorismo, firmado por Néstor Marcos, juega con la calidez, la luz natural y muy bien pensada y los detalles sutiles. Nada de atmósferas en penumbra donde no ves el plato ni a quien tienes enfrente. Aquí se viene a disfrutar, conversar y comer bien. Nada más y nada menos.

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Tribeca Bistró

Más allá de la comida -que ahora veremos-, otra de las cosas que hace especial a Tribeca Bistró es el trato. Santa Rosa lo tiene claro: "Queremos conocer a nuestros clientes, saber cómo se llaman, qué les gusta, qué mesa prefieren. Que cuando vuelvan, les digamos ‘señor Martínez, qué gusto verle de nuevo’". Suena simple, pero en estos tiempos, es casi revolucionario.

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Tribeca Bistró

Y es que para él, rescatar la hostelería no solo pasa por recuperar recetas clásicas, sino también por devolver la dignidad al oficio. Crear un espacio donde tanto el cliente como el equipo estén a gusto. "Nuestros colaboradores tienen sueños, metas, vida. Si cuidamos eso, todo lo demás viene solo."

Platos de siempre, con el punto justo de ahora

La carta, además, está diseñada para compartir -recomendación del propio Diego-: “Lo ideal son cinco platos para dos. Algo para picar, dos entrantes y un principal. Y de ahí, lo que el cuerpo pida”. Lo mejor de este restaurante, es que sus platos saben a lo que tienen que saber y que, aunque parezcan sencillos, requieren técnica, producto y buena mano. Son los típicos platos que encontrarías en un bistró europeo, con muchas recetas que ya casi no se ven y que son fantásticas, además de muy bien ejecutadas.

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Tribeca Bistró

Aquí no hay espumas ni geles de nada. Lo que sí que hay es un brioche de anchoa con mantequilla cítrica para abrir apetito, pero también una increíble tosta de tartar de gamba, que se remata con salsa americana que es puro umami marino. Hay muchas más cosas, que además son ideales para comer de un par de bocados. No me perdería el paté en croûte de la casa y los buñuelos, que realmente se hacen con masa de choux, que se rellenan de queso Comté y parmesano y se terminan con más queso rayado por encima. ¡Deliciosos!

A partir de estos bocaditos, apetece comerse toda la carta. La ensalada provenzal, que es como una niçoise con judías verdes, ventresca y atún, funciona a la perfección antes de lanzarse a por unos mejillones al vino blanco o un steak tartare con patatas fritas, de los de toda la vida. También un crudo de lubina o una tatin de chalota y burrata, forman parte de sus exquisiteces.

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Tribeca Bistró
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Tribeca Bistró

Pasamos a los platos fuertes. En los principales, el lenguado meunière es de ovación: fresquísimo, clásico, delicado y sobre todo, bien ejecutado. Además, se termina en sala a la vista del cliente, lo que le da un toque de hostelería afrancesada y elegante. También triunfan el cotolette de cerdo (chuleta empanada), un roast beef con parmentier de patata y platos no menos interesantes como una hamburguesa con salsa Café de París o cordero asado. Todos ellos, los puedes acompañar de guarniciones como patatas fritas, ensalada verde o verduras asadas.

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Tribeca Bistró

Deja hueco para el postre. Aquí merece mucho la pena. Para empezar, tienen una mousse de chocolate negro como las de antes, casi nostálgica. La terminan con sal y un toque de AOVE. Para seguir, puedes poner el broche con una tatin de manzana o un babá al ron. O hacerlo a la francesa, con una tabla de quesos que firma Formaje.

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Tribeca Bistró

En Tribeca Bistró la parte líquida también se cuida. En la carta de vinos, hay referencias conocidas, sí, pero también joyitas de pequeños productores. Desde un albariño de Santiago Ruiz, hasta un tinto El Rayo, de bodega Olarra, con etiqueta que cambia según la añada para que recuerdes el vino por su color, no por el año. También cócteles clásicos y otros tragos para acompañar la propuesta.

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Tribeca Bistró

Y por si fuera poco, también abren desde las 9:00 para desayunos. Ofrecen huevos Benedict, pinchos de tortilla o simplemente un café con tostada bien hecha. Así que ya sabes. En una ciudad donde casi cada semana abre algo nuevo, este restaurante ha llegado con una propuesta tan necesaria como apetecible. Y nosotras estamos deseando repetir...

¿Qué pedir? Lenguado meunière, steak tartare, cotolette de cerdo, brioche de anchoa con mantequilla cítrica, paté en croûte...
Dirección
: Marqués del Duero, 5. Madrid.
Teléfono
: 910 66 02 92
Web
: https://www.tribecabistromadrid.com
Precio medio
: 35 euros

Headshot of Macarena Escrivá
Macarena Escrivá es redactora de ELLE Gourmet. Estudió Historia del Arte y un Máster de Periodismo. ¿Quién le iba a decir que el arte le llevaría a la gastronomía? Llegó a Madrid, desde Valencia, hace más de una década. Desde entonces se dedica a comer, viajar, fotografiarlo todo y contarlo en diferentes medios especializados. Nunca dirá que no a una fideuà, a una tarta de queso o a montarse en un avión que le lleve a cualquier otra parte del mundo.