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Parece que Casto lleva ahí toda la vida, en el número 5 de la calle Víctor Hugo. Pero no, lo cierto es que lleva abierto tan poco que sus creadoras, a pesar del éxito y de que les salen novias por todas partes, ni siquiera quieren oír hablar de expansión. Aunque todos sabemos que, a juzgar por la acogida que han tenido, es algo que llegará, tarde o temprano.
De momento, Sara Giménez y Sofía Bustin quieren seguir haciendo bien los deberes en su primer proyecto hostelero, una propuesta de take away (pronto llegará el delivery) en la que lo dulce y lo salado comparten protagonismo casi a partes iguales (los bollos siguen ganando a los bocadillos por poco). Manteniendo, eso sí, sus facetas como creadora de contenido y diseñadora de moda, respectivamente.
La oferta de Casto se renueva constantemente, con productos como los smoothies que están a punto de entrar en carta, y ahí radica parte de su éxito. Pero no es ese el único motivo por el que van a visitarles unas 500 personas cada día, una cifra que se duplica el fin de semana. “Sé que es una barbaridad, no podemos estar más felices y agradecidas”, reconocen antes de que nos sentemos a hablar del momentazo que están viviendo en lo profesional y en lo personal.
Llegasteis a España hace poco más de un año y abristeis Casto hace menos de seis meses. ¿Ambas fueron decisiones acertadas?
Sofía: Sí, sin duda, al principio nos costó un poco porque teníamos como toda nuestra vida armada allá, nuestras amigas y familia, pero bueno, ahora estamos súper contentas, la verdad. Aunque sí que es cierto que echo de menos el mar, seguramente sea eso lo que me gusta menos Madrid, soy muy dependiente del mar.
Sara: Yo sí estaba muy agobiada con el turismo en Barcelona, vivíamos en el centro y te juro que yo he vivido en primera persona todo el cambio, cuando dejó de ser una ciudad normal para convertirse en algo muy agobiante. Es que cuando Sofía se mudó a España ya la conoció como es ahora. En Madrid también estamos muy en el centro, pero para mí es diferente, no sé si es porque es más grande la ciudad o porque la gente se concentra en zonas muy concretas y el resto está más tranquilo… Pero para mí es diferente, me deja respirar más.
Vuestro equipo no para de crecer, ya son cuatro los reposteros que ofician en el obrador. ¿Creéis que se os ha quedado pequeño el local?
Sofía: Sí, la verdad es que sí (risas), a veces tenemos que hacer un Tetris para caber todos.
Sara: Bueno, estamos empezando a darle vueltas a ver cuáles son los siguientes pasos, y sí que entra en nuestros planes abrir más locales, pero de momento estamos afianzando el que tenemos. Por otra parte, le tenemos mucho cariño y va muy bien, así que la idea sería mantenerlo porque nos está dando mucho.
¿Cómo compagináis vuestra vida hostelera, porque estáis muy implicadas en el día a día de Casto, con vuestros otros proyectos profesionales?
Sara: Buena pregunta (risas). Yo creo que estamos pudiendo sacarlo todo adelante porque contamos con un equipo muy paciente y muy simpático, la verdad.
Sofía: Yo ahora mismo tengo claro que mi prioridad es Casto, también porque es un proyecto nuevo que requiere mucha más atención. Y creo que para Sara también lo es. O sea, lo otro ya lo veníamos haciendo hace tiempo, cada una sus cositas, así que se trata de mantenerlo hasta que se normalice un poco la situación. Casto es muy nuevo y nos está tomando mucha energía.
Sara: Es que son muchas cosas. Es un producto muy artesano, no es algo que compres congelado, lo pongas al horno y ya está. Y luego está el hecho de que nosotras hacemos todo, es un proyecto muy nuevo y todavía nos cuesta delegar más en el equipo. Pero cuando te digo que hacemos todo es que llevamos desde la comunicación hasta la administración, los pedidos, la estrategia… ¡Y si alguien se pone enfermo, nosotras lo cubrimos sin problema! Ayer me tocó a mí… En lo único que estamos delegando ahora es en la producción de la comida, que se hace en cocina. Y aun así, ayer por la tarde, por ejemplo, nos tuvimos que meter porque faltaba una persona. Y hoy va a ser igual.
También os implicáis en la oferta, así que nos interesa mucho saber si Sofía ha pensado en hacer algún guiño a su Uruguay natal en algún plato.
Sofía: Justo la semana pasada incorporamos un nuevo producto que lleva dulce de leche (risas). Es algo que mis seguidores y mis amigas me venían reclamando desde hacía tiempo porque es un producto muy típico. Podrían haber sido también los alfajores pero yo no quería recurrir al típico producto uruguayo. El dulce de leche es algo increíble y queremos darlo a conocer a muchas personas que a veces no saben lo que están pidiendo y se terminan sorprendiendo para bien.
De hecho habrá quien piense que está probando algo típico de Argentina. ¿Cómo lleváis esa “rivalidad”?
Sara: Bueno, esto mejor te lo respondo yo porque justo ahora tenemos previsto publicar un vídeo para anunciar ese producto y vamos a hablar del origen del dulce de leche.
Sofía: Creo que Uruguay y Argentina tienen una especie de amor-odio que en realidad tira más para el amor, realmente son países que se llevan muy bien y no dejan de ser como un poco hermanos. Son como hermanos que se pican un poco (risas). Los chicos de en frente de Casto, los del gimnasio Bigg, son todos argentinos y siempre nos estamos riendo y pinchando, pero realmente nos llevamos muy bien. También tenemos muchas amigas argentinas.
Sara lo tiene más fácil con algún guiño dulce a Barcelona, pero de momento parece que no se atreve.
Sara: Hay recetas, como la crema catalana, que me parece que están increíbles, pero de momento no hay nada en la carta. Lo que nos gusta es incluir churros cuando llega la Navidad, hacer otras cosas especiales en San Valentín, en el Día de la Mujer… Lo que pasa es que muchas veces surgen ideas en nuestra cabeza pero se quedan en el camino porque llevarlas a cabo implica descuadrar toda la cocina. Porque que los chicos tienen que comprar otros ingredientes, hacer unos escandallos… No puedes llegar y decir: ‘Hoy hacemos cheesecake’. Todo conlleva una gestión que no es tan sencilla.
Más allá de lo dulce, los bocadillos están teniendo una gran acogida. ¿Hacéis vosotras el pan?
Sara: Nos encantaría, pero no podemos producirlo por un tema de espacio. Es lo único que no hacemos nosotras, nos lo hacen dos obradores diferentes (Nuevo Mundo y La Hogaza), y ahora estamos hablando con un tercero. Lo ideal sería que lo hiciera todo uno, pero ninguno de ellos puede asumir todo el volumen que necesitamos.
Cuando arrancasteis con Casto fue Aline Deslogis quien se encargó de toda la parte de cocina. ¿Seguís teniendo algún tipo de relación con ella?
Sara: Sí, fue ella quien desarrolló los platos, aunque luego hemos ido modificando cosas. Pero seguimos teniendo mucho contacto con ella, de hecho el croissant se llama Aline (risas). Lo que pasa es que ella ya no puede estar igual de volcada porque está todo el rato viajando, va haciendo temporadas. Es más, nosotras le ofrecimos quedarse, pero Aline es una persona del mundo. Cuando viene por aquí siempre nos vemos, tenemos muy buena relación, es una crack.
Sofía: Estamos deseando que se venga a vivir a Madrid (risas), a ver si la convencemos.
De todos modos, nos consta que estáis en muy buenas manos desde que Frank Pariñas entró en vuestras vidas.
Sara: Es el jefe de obrador, empezó con nosotras en diciembre y creo que es uno de los mejores panaderos de España. Es súper guay, muy creativo y si estamos tan contentas también es gracias a él. Es de Perú, pero lleva aquí un montón de años. Y ha trabajado en muchos obradores, ha ganado premios… Pero lo mejor es que es muy buena persona.
Sofía: Exacto, como persona es aún mejor, nos encanta, así que estamos muy contentas.
Mucha gente repetirá por sus creaciones, sin duda, pero también por ese café de especialidad con leche a 2,50€.
Sara: Desde el principio tuvimos claro que queríamos que algunos productos básicos fueran accesibles para todo el mundo. Obviamente, un café de especialidad de Nicaragua (de Nica Specialty Coffee) sigue siendo un gusto que te das de vez en cuando, no algo de primera necesidad, pero nos referimos a ofrecerlo a buen precio dentro de lo que es el precio de mercado. Y sin duda es algo que valoran mucho nuestros clientes.
Sobre todo porque hablamos mayormente de clientes que rondan los veintipocos, ¿no?
Sara: Bueno, no te creas, por supuesto que ha venido gente de esa edad porque de repente algo se haya hecho viral en redes, pero para mí ese no es el público que va a ser recurrente. Estos clientes más habituales tienen entre 30 y 35 años. Por ejemplo, volviendo al tema de los bocadillos, tenemos mucho asiduo que trabaja en los alrededores y viene entre semana preguntando por ellos.
Una vez ha pasado el boom inicial, ¿cómo habéis conseguido mantener ese interés? Es algo muy llamativo porque nunca os habéis dedicado a la hostelería.
Sofía: Nosotras no vivimos en una nube en la que todo es maravilloso, siempre tenemos muy presente que esto no va a ser siempre así. Somos conscientes de que esto sigue siendo la novedad, aunque, por suerte, seguimos recibiendo a un montón de gente y trabajando a tope.
Sara: Sí, pero nuestro foco, y lo que hemos querido construir, al final se basa en un producto de calidad que está muy bueno y que tiene un precio accesible. Y esto es lo que vamos a querer mantener siempre. Y pensamos que si lo conseguimos, da igual que el boom no vaya a durar para siempre, porque sí tendremos un cliente fiel que sabe que, el día que quiera darse el gusto, vamos a estar aquí.