Te voy dar los trucos que a mí me han funcionado y todos los que he aprendido conversando en mi podcast con grandes expertos en la materia.
1: No improvises
Para que sea un hábito hay que ritualizarlo. Planifico las horas de ejercicio igual que si fuesen reuniones o citas médicas. Es decir, me lo apunto en la agenda y es tan importante o prioritario como el resto. Los martes y los jueves siempre los reservo para el entrenamiento de fuerza. Un día a la semana juego al tenis y el resto combino salir a caminar (unos 90 minutos) o correr (ahora no paso de los cinco kilómetros). Como explica la psicóloga Patri Psicóloga en su libro Somos fuerza: “Cuando sabes que en tu rutina está correr a una hora determinada, te lo piensas menos que cuando tienes que improvisar”.
2: Apunta estas siglas: NEAT
Pensamos que ejercicio es solo ir a clase de bodypump o pilates pero el NEAT, Non-exercise activity thermogenesis, por sus siglas en inglés, es muy importante. “Es la termogénesis que generamos cuando no hacemos actividad física y que engloba todas las acciones diarias. Es decir, moverte, caminar si puedes caminar, subir las escaleras, el tener una vida activa, no sedentaria, no pasar horas delante de la televisión… O sea, realizar pequeñas acciones que generen grandes cambios”, me explicó el entrenador Iñaky García, en el episodio 163 del
3: Gestiona tus expectativas
Creo que es el error más común. Cuando queremos empezar con el ejercicio solemos ponernos objetivos ambiciosos y es mejor ir de menos a más. Si te pones una meta poco realista, al no ser capaz de cumplirla, te frustrarás
y es más fácil que abandones. “Cualquier actividad física que no hayas realizado antes te cuesta. Empieza por 10, 20 o 30 minutos. Según los estudios, 20 minutos a intensidad baja si no has hecho nunca actividad física ya condicionan”, me explicó Iñaky.
4: No dejes todo en manos de la fuerza de voluntad
Muchas veces pensamos que nos falta motivación o fuerza de voluntad y no es así. Te diría que el 90 % de las veces que me pongo a entrenar lo hago sin ganas pero me las invento. Como dice mi compañero el podcaster Marcos Vázquez: “Cuando no tengas ganas de entrenar. Entrena sin ganas”. Sé que aunque me cueste arrancar, luego, me siento tan bien que pienso que ha merecido la pena. Esas son las endorfinas.
5: Haz lo que te guste solo así lograrás que sea sostenible en el tiempo
Si no te gusta correr, no corras. Pero dale una oportunidad. Poder moverte es un regalo, así que busca esa actividad que te guste. Marcha nórdica, zumba, yoga, natación, tenis… Hay que volver a ser un poco niños, ¿te acuerdas como te gustaba saltar a la comba o jugar al pilla-pilla?
6: Cambia el chip
Para cambiar de hábitos lo primero que hay que hacer es cambiar de creencias, sobre todo, las limitantes. Nos lo explicaba Beatriz Crespo en este episodio del podcast: “Es muy difícil cambiar de hábitos si no cambias tus creencias. Tenemos muchas creencias limitantes. Si siempre te han dicho que eres torpe, si siempre has sido gordito… los mensajes que nos vamos creyendo nos limitan más tarde”.
7: Piensa como un atleta de élite
Los atletas buscan el rendimiento no la estética. Aunque la vejez me queda lejos, me motiva pensar que, gracias al ejercicio que hago ahora, estoy invirtiendo en mi salud futura. Como me decía Iñaky: “tienes que saber para qué realizas las cosas, no por qué las realizas. El ‘para qué’ siempre es una motivación para uno mismo. La motivación es consecuencia de que lo estás haciendo bien”. ¿Quieres saber cuál es mi para qué? Poder subir la maleta al compartimento superior del avión sin ayuda y poder decir: “gracias, pero puedo sola”.