Nos toca volver a la rutina diaria con la organización del nuevo curso. Para muchos, esto crea una sensación de tristeza y falta de motivación, porque asociamos el trabajo a la ansiedad y la sobrecarga, y las vacaciones, al relax y el placer. Pero no todo es blanco o negro. De una situación difícil podemos sacar algo positivo.
Es el momento de intentar darles una vuelta a los pensamientos negativos, que nos pesan y nos generan estrés. En yoga, cuando estamos en una postura invertida cabeza abajo, vemos el mundo desde una nueva perspectiva, desde el suelo, como un insecto: nuestras referencias cambian, la línea del horizonte es a ras de tierra y descubrimos el espacio donde nos encontramos con otros ojos.
En meditación observamos el presente sin juzgar; cambiamos nuestras pautas de pensamiento, permitimos responder de manera más consciente a un estímulo de estrés y creamos nuevas rutas neuronales. Aunque las presiones de la vida cotidiana siguen presentes, el yoga y la meditación nos ayudan a aprender a distanciarnos de los sentimientos de pánico y a ver la vida con más colores.