Por fin has conseguido perder esos kilos que querías y estás contenta con el resultado…de cuello hacia abajo. Porque, lo que es en la cara, se ha quedado “chupada”. Como si se hubiera vaciado. ¿Y ahora?

Como explica el Dr. Leo Cerrud, experto en medicina estética, hay mucha diferencia entre adelgazar siendo muy joven, a hacerlo después. “Perder peso de forma significativa tiene un impacto en la estructura facial", dice el experto.

Cómo cambia el rostro

"Con el paso del tiempo, especialmente a partir de los 40, descienden y se pierden progresivamente las almohadillas o compartimentos grasos que tenemos en el rostro, especialmente en la zona de las mejillas, es lo que llamamos baby fat, añade.

Si además, como apunta este experto, “a esto se une que adelgazamos, esa pérdida de grasa facial será más evidente y notaremos el hundimiento en las mejillas también de manera más obvia, además de los huesos más marcados y los surcos más pronunciados”.

Como dice el Dr. Cerrud, “es el momento de elegir, la famosa frase “cara o culo”, algo que puede solucionar la medicina estética mediante infiltraciones híbridas de última generación y la técnica precisa”.

Qué es el síndrome de la cara chupada

Además, como puntualiza el especialista, “la mayoría de las técnicas actuales de pérdida de peso rápida y efectiva provocan a su vez una intensa disminución del volumen de grasa facial que genera ese aspecto de cara chupada”.

“El síndrome de la cara chupada es el proceso mediante el cual los soportes tanto de grasa como musculares se van con el tiempo y, por esta razón, presentan flacidez y una mirada de cansancio en el rostro“, apunta la Dra. Dulce Cheng, experta en medicina estética de Clínica Ibiza.

Como explica la Dra. Cheng, ya a partir de los 25 años empezamos a tener pérdida de colágeno y soportes, por lo que se puede notar el síndrome de la cara chupada al perder peso, y “cuanto mayor sea la pérdida de peso más evidente será”.

¿Qué técnicas pueden combatirlo?

La clave, para el Dr. Cerrud, es doble: “recuperar el volumen perdido y mejorar la calidad de la piel, ya que una piel redensificada y luminosa contribuirá a mejorar esa sensación de lozanía”.

“En cuanto a las infiltraciones, abogo por el ácido hialurónico, los inductores de colágeno, los rellenos híbridos que combinan ambos, los hilos tensores. Para mejorar esa calidad de piel, la bioestimulación, los peelings superficiales, el láser ME o Malibú y la luz pulsada intensa (IPL)”, añade este experto.

¿Por qué híbridos? “Son productos para recuperar volumen y estimular colágeno que constan de dos partes, por un lado está el ácido hialurónico de toda la vida, que voluminiza e hidrata, y por el otro está un inductor de colágeno, tipo hidroxiapatita cálcica o policaprolactona, que induce la producción de colágeno, mejorando la calidad de piel”, explica el Dr. Cerrud.

“Es decir, con un solo producto voluminizamos, hidratamos, estimulamos colágeno y mejoramos la calidad cutánea. La mezcal de los dos en un solo producto es lo que se llama híbrido”, añade.

Como confirma la Dra. Cheng, “los tratamientos que recomendamos en medicina estética para estos casos son las reposiciones de volumen con ácido hialuronico y los bioestimuladores de colágeno”.

“Recordemos que la salud es belleza y lo más importante es mirarnos al espejo y sentirnos bien con quienes somos”, añade esta experta.

¿Dónde está el peligro? El riesgo de un mal resultado está, como añade el Dr. Leo Cerrud, “en sobrecorregir, deformar y perder la perspectiva”.

Para que esto no pase, este experto recalca que “hay que respetar muy bien los tiempos de infiltración y siempre combinar técnicas con una premisa: menos es más”.